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Carla FernandezPor: Carla Fernández 

Después de firmado el Acuerdo entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP, que supone la terminación del conflicto entre las partes como punto principal del mismo, se esperaba el inicio de una etapa de pacificación y presencia estatal en los territorios más afectados por el conflicto en los últimos 50 años; a pesar de ello, y como algunos buenos profetas lo dijeron, el conflicto se encrudeció y al día de hoy después de aproximadamente 10 meses de firmado el Acuerdo, la situación no parece mejorar; hechos que algunos sustentan en parecer un fenómeno normal después de una negociación de tal magnitud.

A pesar de ello, y que la experiencia de otros países demuestra que los primeros pasos después de una negociación tienden a encrudecer el conflicto con otros actores, es indiscutible que son hechos que el gobierno de turno no puede dejar pasar por alto en tanto ponen en tela de juicio la legitimidad del Estado Social de derecho que Colombia dice ser, y por otro lado, genera constantemente una violación de derechos humanos, al parecer, no sólo a cargo de grupos armados al margen de la ley, sino también de la misma fuerza pública estatal.

En definitiva, el Estado continúa sin hacer presencia en aquellos territorios donde históricamente no lo ha hecho, o por lo menos ha sido muy lenta su inmersión, generando por ende, hechos que perturban la tranquilidad de sus habitantes y por ende re victimizando a la población que por los 50 años de violencia se convirtieron en víctimas del conflicto armado y de la falta de presencia estatal; asimismo,  reproduciendo y reforzando casos de inequidad, pobreza y desigualdad, generando de esta manera un continuidad o replica histórica de la violencia en el país.

Entre otros aspectos, siendo este uno de los más relevantes, asusta de sobremanera el hecho de que en unos años miremos hacia atrás y estemos conmemorando la tragedia de Tumaco, Quibdó, y otros que aún no nombran en los medios de información. Causa escalofrío pensarnos 50 o más años de violencia que pasen sin que nos demos cuenta, porque así como comenzaron los hechos del Tumaco o Quibdó, así mismo comenzaron hace cincuenta años otros territorios y sin darnos cuenta, tantos años después nos vimos en una situación de crisis del estado social de derecho. La pregunta es ¿estos sucesos, hacen parte de una etapa “normal” parte del “pos acuerdo” o “posconflicto”, o, por el contrario, estamos repitiendo la historia sin darnos cuenta?

Dejo esta reflexión a la consideración del lector.

Twitter: @Anto_pierluigi

 

 

 

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