En mi corto pero provechoso recorrido por América Latina pude, además de despejar mi mente y alejarme de la rutina, observar con detalle la grave situación por la que están pasando la mayoría de los países del cono sur. Me traje la imagen de países cansados, pueblos con ganas de revolución y un sin fin de notorias precariedades.
El tema económico, político y social tienen en vilo a varios pueblos latinoamericanos: monedas devaluadas, inflación excesiva, represión por parte del gobierno de turno, medios de comunicación cooptados, pobreza disfrazada por la fachada de ciudades “turísticas de corte colonial”, políticas sociales en decadencia y economías a punto de caer, entre otros tantos aspectos.
Lo más impresionante es notar que los países que están pasando por ello, son los que se encuentran transitando de un régimen de izquierda a uno totalmente de derecha, por lo que la pregunta obligadas es: ¿la izquierda los dejo ‘en los rines’ al tener al pueblo mal acostumbrado? o ¿la falta de inversión en temas sociales y la represión de la derecha terminó precarizando al pueblo? Sin duda se trata de inquietudes difíciles de resolver, y realmente habría que hacer un análisis a profundidad de la situación para encontrar el punto de quiebre de estas economías y la inevitable y visible fragmentación social que les acontecen.
Sin embargo, si observamos a Venezuela encontramos una situación totalmente desgarradora desarrollada únicamente bajo regímenes de una izquierda socialista bastante particulares; en este caso, lo que hizo estallar cada una de las problemáticas del país vecino también fue la transición, pero de un gobierno a otro, no de un régimen a otro como acontece con países como Brasil y Argentina. Además debo decir que no me agrada en lo absoluto Maduro, pero ¿será que ese tal Guaidó logrará sacar a Venezuela de la crisis? o ¿también será un personajillo impuesto a discreción y por orden del gobierno norte americano?
La situación realmente es desesperanzadora: democracias en decadencia y países a punto de la bancarrota. Lo peor de todo es reconocer la riqueza natural, cultural, y de recursos que tiene Latino América; tal vez si el dichoso sueño de Simón Bolívar (el verdadero) se materializara, seríamos una gran potencia, como en algún tiempo lo fue la Unión Europea, sólo que ese sueño no es el sueño de Estados Unidos, es un sueño que materializado no le conviene al país del norte.
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