No lo digo yo que tengo razones de sobra para estar contra Juan Manuel Santos, lo dice el New York Times y eso lo cambia todo.
Es cierto que muchos colombianos hemos venido evidenciando lo que otro grupo de colombianos no ha querido aceptar. A pesar de haber pasado por unos diálogos que buscaban la paz, no se logró. ¿Por qué? La respuesta es fácil, el acuerdo de La Habana solo buscó favorecer a una parte, a las Farc.
Juan Manuel Santos, aparte de pasar por encima de la voluntad popular cuando desconoció que el ‘No’ ganó en el plebiscito, cinco días después fue a recibir un premio Nobel de Paz que hoy con toda razón el diario New York Times le cuestiona.
¿Cómo nos cabe en la cabeza pensar que tenemos un expresidente Nobel de Paz, cuando nuestro país vive en guerra? Francamente, inconcebible. No vamos a basarnos en pasiones políticas, vamos a hablar de la realidad que se vive en el territorio colombiano después de la firma del acuerdo de La Habana.
Se han identificado 28 grupos de disidentes de las Farc en el país, estos se dividen en tres:
- 16 grupos al mando de ‘Gentil Duarte’ e ‘Iván Mordisco’.
- 5 grupos denominados ‘Segunda Marquetalia’ al mando de los ex negociadores de las Farc, ‘Iván Márquez’ y ‘Jesús Santrich’.
- Grupos dispersos que operan con carteles de narcotráfico como el Cartel de Sinaloa.
A esto debemos sumarle el Eln fortalecido luego de estar a punto de desaparecer gracias a la seguridad democrática del gobierno Uribe, sumemos las bandas criminales o residuos del paramilitarismo que también viven del narcotráfico. Además, no olvidemos que todos estos grupos anteriormente mencionados siguen ejecutando las mismas prácticas criminales, viven del narcotráfico y de la minería ilegal, reclutan menores desde los 15 años, secuestran y extorsionan a la población.
¿Con este panorama, como se atreve Santos a decir que tenemos un país en paz? Un país que tiene 200 mil hectáreas de coca no puede decir que es un país en paz.
Un país que permite la impunidad de los responsables de delitos atroces y que, además de esto, los premia con elegibilidad política no puede decir que es un país en paz.
Un país que tiene como congresista a Carlos Lozada, quien confesó su responsabilidad en el magnicidio de uno de los líderes políticos más importantes de nuestra historia, Álvaro Gómez Hurtado, no puede decir que es un país en paz.
Un país que tiene un tribunal de justicia transicional en donde existen magistrados que fabrican montajes para engañar y confundir a la ciudadanía no puede decir que es un país en paz.
Un país en donde los guerrilleros llaman “retenciones” al secuestro, “desembarazos” a los abortos forzosos, y al reclutamiento forzado de menores casi que lo denominan como la entrada a un club vacacional de las Farc, mientras que el tribunal de la JEP considera eso “verdad”, no puede decir que es un país en paz.
Colombia no soporta tanto cinismo. Decir que la JEP es inderogable y que lo que se acordó en La Habana es intocable es una ofensa más al constituyente primario, que con su voluntad popular decidió que ese NO era el acuerdo que nos traería paz. Los ciudadanos que votamos convencidos de esto lastimosamente acertamos.
De corazón, creo que hubo muchos colombianos que creyeron que votando SÍ el país tendría un alivio, sin embargo, ellos también fueron engañados. No lo decimos nosotros, lo dice el New York Times.
Excelente artículo
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Mas claro para donde ¿CUAL PAZ? la paz e impunidad para unos cuantos genocidas acomodados en el congreso esa es la paz que nos dejo el paquete chileno de farcsantos.
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