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Con el triunfo sorprendente y sorpresivo del No por el acuerdo de paz en Colombia, el país se enfrenta a lo que los británicos se enfrentaron al despertar del referendo para decidir si se iban o se quedaban en la Unión Europea: a la incertidumbre. Al igual que los que apoyaban el SÍ para salir de la Unión Europea, los del NO en Colombia no esperaban ganar, y como no lo creían, no tenían un plan claro para esa posibilidad. La campaña se dedicó a criticar los acuerdos, a utilizar el miedo para que los colombianos no apoyaran los acuerdos, pero no hubo propuestas claras para la posibilidad de que estos acuerdos se desmoronaran, como en efecto ocurre con el resultado.

Como en Inglaterra, los líderes de la salida de la unión europea no fueron capaces de responderle al pueblo británico una vez la economía empezó a sufrir, y la realidad de haber apoyado esa decisión se empezó a sentir. Los británicos se dieron cuenta después de su voto, de algo muy claro: su decisión le dio a la Unión Europea, y no al pueblo inglés, como los que promovieron la salida de la Union Europea les habían prometido, el control sobre el futuro de su nación. Ahora ruegan por la comprensión y solidaridad de los europeos para que les permitan continuar con los beneficios de pertenecer a Europa, pero sin las responsabilidades y deberes. Los líderes del No al acuerdo paz de igual manera prometieron que el NO le daría a los colombianos que quedaron excluidos de la negociación la oportunidad de retomar el control sobre ellas, pero ahora no tienen como explicar que va a pasar en Colombia y de manera más importante, le entregaron a las FARC la decisión final sobre lo que va a ocurrir. En sus manos esta decidir si la guerra continúa o si su voluntad de paz y de dejar las armas se mantiene, y si es así, si también están dispuestos a escuchar a la mitad del país que les dijo no a estos acuerdos, pero que con certeza quiere la paz del país.

Adicionalmente, al igual que en Inglaterra, los jóvenes que representan el futuro del país, votaron por continuar en la Unión Europea. En Colombia los jóvenes votaron por una leve mayoría hacia el fin de la guerra. Esto representa que la generación que maneja el país, y la que vivió los horrores de las FARC con mayor intensidad, le dijo NO a un cambio, que si bien incierto e imperfecto, era un cambio en el futuro del país. Un cambio donde el elemento fundamental era el fin de las FARC como grupo armado, y unas transformaciones que podían ajustarse, pero ajustarse de manera democrática, no a través de las balas.

Lo más triste de este resultado no es ni siquiera que se haya acabado con un proceso de 5 años de negociación, que como nunca antes dejó a Colombia tan cerca de terminar un conflicto largo y doloroso. Lo más triste es que el país queda en la incertidumbre. Una incertidumbre producto del orgullo y la vanidad política que no dejó al presidente y a su principal opositor trabajar juntos por la paz, y por un mejor acuerdo. La votación demuestra que las fuerzas políticas del país están divididas a la mitad. Este acuerdo debía ser negociado con todas las fuerzas políticas del país.

Se abre una incertidumbre producto de la falta de planeación ante la eventualidad de que esto ocurriera, y la falta de liderazgo que hoy deja a la nación con un futuro incierto. El país ahora espera un líder con un plan, que no tenemos, para que le dé una nueva esperanza a Colombia. Una esperanza que por lo menos con este acuerdo y este resultado, se perdió.

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