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Quand la verité n’est pas libre, la liberté n’est pas vraie

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Algo especial va a pasar en la entrega número 89 de los premios de la academia, más conocidos como los Oscar. Uno de los shows televisivos con mayor audiencia en todo el mundo y del que todos hablan, se ve enfrentado a una situación política muy especial durante este año, eso tiene que ver con el disgusto y el desasosiego que se vive en USA por la elección de Donald Trump como presidente, quien siempre se ha visto atraído por el mundo de los actores, las películas y las cámaras, este año sería vetado de la ceremonia y antes bien se esperan múltiples y variadas reacciones en rechazo a su gestión política, especialmente en lo que tiene que ver con sus políticas migratorias. De nada le sirve su nombre de pato cinematográfico porque todas las acciones contra los inmigrantes repercuten de manera directa en la industria cinematográfica. La diversidad cultural y la plurinacionalidad de quienes trabajan en Hollywwood es conocida en todo el mundo, allí es donde la mayoría de los sueños americanos han sido reflejados con el paso de la historia y parece que ese sentimiento de nostalgia es el que ha invadido a la academia y lo ha demostrado con todo el auge que ha tenido el musical Lalaland con sus 16 nominaciones.

Personalmente me parece una apuesta segura a una película que sin dejar de ser bonita no aporta nada al mundo del cine: cantan bien, buena fotografía, excelente puesta en acción pero es tan aburrida que ni el baile la salva de su fofa y triste historia central. Cuando uno la ve es como estar ante un homenaje a la historia del cine musical, pero un homenaje mal hecho. Sin duda sus protagonistas serán quienes se llevarán los principales premios y hasta se alzará con el de mejor filme por encima de otros dos muy buenos como lo son Manchester by the sea y Moonlight. En cuanto a la mejor actriz deberían premiar el excelente trabajo de Isabelle Huppert en la muy recomendada ELLE, un papel fantástico en una turbia historia adornada por todo lo lindo que tiene París y el francés (no es lo mismo un sarcasmo en inglés o español que en francés) y eso sin contar con el fantástico papel de la más nominada de la historia, la señora Meryl Streep por Florence Jenkins Thomas, una imperdible y comiquísima joya del cine moderno. Así que mis amigos, esperamos una ceremonia sin muchas sorpresas (ojalá) y sólo con algunos matices en contra del ahora presidente, quien a duras penas cambiará de naranja a oscuro. Premiarán la nostalgia, la época feliz, los actores negros y seguro la película El Cliente y al director persa que no lo dejaron entrar, eso siempre es llamativo y polémico. La noche más brillante del mundo será opacada como nunca antes por el resplandor del poder de la Casablanca.

@leonardopineda

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