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Un amigo me llamó para decirme que le había gustado el relato Un partido que nos marcó y nos llenó de ilusiones. Precisamente, por estos días, se celebró el trigésimo aniversario de ese dramático partido entre Colombia y Alemania en el mundial de Italia 90. En aquel momento, se respiraba mundial por todas partes, especialmente porque Colombia participaba con un equipazo luego de 28 años de ausencia. Aquí entre nos, siempre me había gustado la selección alemana.

El uniforme del “equipo teutón”, como lo llamaban algunos locutores, era impactante, mejor dicho, yo soñaba con ponerme una camiseta de esas. En la imagen 1 se puede ver a Klinsmann con el uniforme en mención.

Imagen 1. Higuita y Klinsmann

Imagen 1. René Higuita y Jürguen Klinsmann Italia 90. Tomada de Pinterest

Comparaciones

Mis compañeros de la U, con quienes cursaba sexto o séptimo semestre, sabían lo aficionado que era yo de Alemania, del poderoso equipo que tenía, las tremendas figuras que lo conformaban, además, el DT era nada más y nada menos que Franz Beckenbauer, el Kaiser, toda una leyenda.

—Pinsky de verdad, por tu tez clara, por lo rubio y “ojiclaro” pareces un alemán —decía Yusepi sonriendo —pero te robaron un par de centímetros, que digo centímetros ¡metros! Un par de metros, papá exclamaba muerto de risa.

—No pues, entonces será decirle “Herr Tavinsky Pinsky” —anotaba burlonamente Yerry.

—¡Claro, uno mono, mechudo y bien bigotudo! parece el mellizo de Rudi Völler.  ¿Sí o no? —apuntaba divertidamente Juangui.

Imagen 2. Rudi y Pinsky.

Imagen 2. Rudi y Pinsky. Mosaico por MAR.

En otras palabras, “me cogieron de parche”, así continuamos un buen rato haciendo chistes y apuntes al respecto, no parábamos de reírnos. Hasta terminé hablando en “alemán”, con fuerte y marcado acento les dije:

“Brarrs artuggg, graigger, beringger ingerjaim pöla pilsen   ¡Auvidersen!” —que quería decir algo así como “Mejor nos vamos y nos tomamos una cerveza bien fría.  ¡Chao!”

El tiempo pasó

En fin, este 21 de junio, “Día del Padre”, mis hijos llegaron con un obsequio envuelto en papel de regalo, mi esposa miraba pícaramente, lo recibí, les di las gracias y los abracé.

Imagen 3. Día del padre.

Imagen 3.  Día del padre. Cedido por MAR

Ansiosos me pidieron que destapara el regalo, leí la tarjeta, quité lentamente las cintas y el papel, doblándolo meticulosamente, solo quedó una caja de cartón.

Todos me miraban, yo no tenía ni idea de lo que contenía, era liviana.

—¿Será una caja con otra caja, dentro de la caja?  ¿cómo las matrioskas? — me preguntaba.

Con parsimonia la abrí ¡casi se me cae el corazón al piso!  No lo podía creer al ver el escudo de Alemania, me quedé mudo, entonces, los miré, ellos sonreían, mis ojos brillaban, no me salían las palabras.

Imagen 4. Caja y camiseta doblada.

Imagen 4.  Camiseta doblada. Cedido por MAR

Volví a mirar dentro de la caja, apresurado desempaqué la bolsa plástica que cubría una camiseta, ya no me importaba si la arrugaba o la rompía, parecía un niño chiquito. Al desdoblarla quedé asombrado ¡Pucha!  Después de 30 años el sueño se hacía realidad, era un regalo que jamás habría imaginado.  Se me aguaron los ojos. !Qué sorpresota me dio mi familia!  ¡Gracias, gracias!

Imagen 5. Copia de la camiseta de Alemania 90.

Imagen 5.  Réplica de la camiseta de Alemania 90. Cedido por MAR

—¡Sííí! La camiseta de Alemania, Italia 90, y ahora la tengo en mis manos —manifesté mientras la sacudía y la llevaba a mi pecho —Qué alegría tan berraca ¡Todavía no me la creo!

Ahora los asombrados eran los integrantes de mi familia, supongo que nunca imaginaron que mi dicha fuera tan grande por una camiseta, acertaron de una manera fenomenal.   “Viejo” Beckenbauer, si ves ¡los sueños sí se cumplen!

 

Relato anterior

El viaje que siempre imaginaron

 

Referencias

Un partido que nos marcó y nos lleno de ilusiones. Parte 1

 

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