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Algunos dieron por sentado que Pep no podría con el juego de la Premier. El técnico les está demostrando lo contrario.

Hoy en día, nadie juega como el Manchester City. Amante de los desafíos, Josep Guardiola no se iba a dejar ganar por el fútbol de la Premier League y, tras una temporada en blanco y mucho por mejorar, el catalán empezó la 17-18 de forma casi perfecta. Después de nueve partidos en liga, los citizens cosechan ocho victorias (cuatro de ellas anotando 5 goles o más) y solo un empate. También han ganado su partido en la EFL Cup y todos los puntos que han disputado en la Champions League. Muchos aseguraban que el City, con Guardiola, nunca iba a gustar. El técnico pretende dejarlos callados: su juego no solo luce sino que el City se perfila, desde ya, como uno de los candidatos a ganar Premier y Champions. ¿Ha hecho Guardiola algún cambio frente a años pasados?

Casi todo sigue igual. El principio de juego es el mismo: tener el balón. Pep dejaría su profesión antes de abandonar esa filosofía. Sin importar en qué lugar de la cancha se encuentren, los jugadores siempre deben buscar un compañero para pasarle el balón. Sin ser más, sin ser menos. En defensa, la presión y la intensidad siguen siendo protagonistas. Como si fueran niños celosos que no quieren prestar su juguete, los citizens buscan la pelota hasta el fin del mundo. Eso sí, no son carros locos. Como el Barcelona y el Bayern de este entrenador, los jugadores blues cubren bien los espacios, crean un equipo corto y tapan líneas de pase para conseguir el balón de forma rápida y coger al rival desacomodado. En esencia, mismo objetivo y mismos métodos: el balón como otro jugador.

Fuera del campo nada ha cambiado. Guardiola es psico-rígido, incluso en comparación con sus colegas. No tolera la indisciplina, el sobre peso ni la mala actitud. Nicolás Otamendi, defensor del City, reveló hace poco que el técnico de Sampedor controla dietas (obliga a los jugadores a comer en el club después del partido) y descansos, escoge la música que suena en el vestuario (Oasis), pregunta por la familia de cada jugador y los obliga a saber inglés (el defensor reveló que tenía un examen en diciembre), pues las reuniones del equipo son en ese idioma. El sistema de control es discutible, pero quien ficha para estar a las órdenes del español sabe a qué se somete.

El cambio de esta temporada es chiquito. El Manchester City del pasado ciclo y todos los equipos dirigidos por Pep hacían un ataque de ritmo lento, con largos tramos de construcción. Con Xavi Hernández, Andrés Iniesta, en el Barcelona, y Xabi Alonso y Thiago Alcántara en el Bayern, no había de otra. Los cuatro son (o eran, en el caso de Alonso) grandes pasadores, pero no velocistas. En cambio, en el mediocampo del City hay otro ADN. Aunque David Silva es un gran armador, su socio, Kevin de Bruyne, se acerca más a un mediapunta rematador que a un creador de juego. Para adaptar su juego a la Premier, Guardiola ha exigido menos tiempo de construcción y más explosión en la transición. El City no aguanta tanto la pelota en el círculo central como el año pasado, sino que llega rápido al último tercio, en el que sí asegura el balón con pases acertados. Ese giro en la táctica del medio ha mitigado la falta de gol y ha permitido a De Bruyne jugar de forma más natural. Curiosamente, la posesión no ha sufrido, pues el City sigue siendo el que más toca el balón y el que más pases hace en su liga (5’568 en nueve fechas Premier).

Al aprovechar la velocidad de su medio campo, cansa más al rival y evita que se ubique en defensa. Eso, más una presión insoportable, saca al contrario del partido. No es que Guardiola haya renunciado a su estilo, sino que lo ha adaptado a la Premier dándole más intensidad. Pep se dio cuenta que, como le advirtieron hace rato, el fútbol inglés es rápido y que de nada sirve quedarse con el balón en propio campo. Hay que atacar y hacerlo antes de que el rival se organice. Con el giro que le dio a la táctica, los citizens pasaron de sufrir por la escasez de goles a gozar por su abundancia.

Es temprano para decir si va a ganar algo don Pep Guardiola. Inglaterra está llena de sorpresas y hay grandes equipos, como Manchester United o Tottenham Hotspur. En cualquier momento, un técnico puede dar la vuelta a los problemas que el juego de Guardiola plantea al rival o los jugadores del City pueden tener un mal día durante un partido crucial. Pero, en todo caso, va haciendo méritos para silenciar a aquellos que consideraban el juego del español como inviable en la Premier. Es verdad, necesitó una mutación, pero las estadísticas, los partidos y los mismos jugadores demuestran que Pep, ese que ganó el sexteto en su estreno como entrenador élite en el Barcelona, sigue siendo Pep. Mejorado, quizás, pero Pep.

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