Callum Simpson, alias Cal Jader: activista musical; amante de sonidos globales; fundador del sello discográfico Movimientos, ha regresado a Bogotá después de 10 años. Invitado por BOmm y Hermoso Ruido a saborear el talento durante los showcases, y por Latora 4 Brazos a tocar su mezcla ecléctica de música: folktrónica de la selva y los andes, música del Pacífico llena de tambores y con toques de hip hop, música del Caribe, cumbia, salsa, y música africana. Desde estudiar la política latinoamericana a comienzos de los años 2000, (“era la sola cosa que me interesaba en la carrera de política”, me dijo), su interés en el continente, específicamente en los ritmos y melodías, ha crecido exponencialmente. Hablábamos sobre Movimientos y sus artistas, sobre la escena latina en Londres, una ciudad que está perdiendo su alma a manos de inmobiliarias, sobre grupos colombianos, y sobre el surgimiento de grupos ‘DIY’ en Bogotá.
Hace 10 años, participó en un evento que se llamaba ‘Club Sandino’, que realizó toques políticamente motivados, formando parte de la campaña de solidaridad con Nicaragua (Nicaragua Solidarity Campaign, NSC). “Era muy popular en la escena latina. Grupos cubanos, por ejemplo, tocaban grandes fiestas en todo el Reino Unido. Presentaban conciertos para gente de izquierda”, me contó, “era un gran acontecimiento. Pero la escena de Salsa encubrió el vínculo político y el profundo sentido cultural.”
Le pregunté sobre Bogotá. “Me gusta. La gente es chévere”, me dijo. “El último rincón latino en donde estuve fue Cuba. Pero desde años estoy en contacto con un puñado de artistas acá. Me parece muy amigable.” 10 años antes, Cal vino a Colombia con la NSC. “Fue en ese momento que nació Movimientos” reclamó, “fue muy político. Unos paramilitares empezaban a desmovilizarse. Parecía un momento histórico a pesar de nuestras dudas. Es extraño regresar cuando quizás se está cerrando ese círculo”, comentó. “Es tan bueno venir, después de muchos años aprendiendo sobre la música y trabajando con bandas colombianas. La primera vez estuvimos sobre todo en el bus, tuvimos escaso tiempo libre independiente del grupo.” Esta vez tenía tiempo de descubrir más de la cuidad: un grupo de policías que tocaban salsa, música y arte por la paz en Parque Armenia y múltiples sitios de música durante el festival.
“Muchos de los sitios parecen rudos y emergentes, como era Londres hace 10 o 15 años. Esos lugares van desapareciendo en Londres”, lamentó. Listó matik-matik y Latino Power como dos lugares preferidos: “me recordaron de una ciudad menos regulada”, notó. Callum percibe que Bogotá parece lista para la esterilización y sanación del aburgesamiento, “pero me parece una gran tarea, lo que obviamente es algo bueno. Va a demorar mucho tiempo por lo menos”.
Tratamos sobre la clausura del sitio muy querido de Londres del este, Passing Clouds. Movimientos montan eventos allá hace 6 o 7 años, será una perdida triste para todos. “Que hayan podido comprar el espacio sin ninguna consideración de lo que significa, es un oprobio, tiene que haber algún tipo de protección para vainas así”, concordamos. Lo positivo es que han recibido una cantidad aplastante de apoyo comunitario.
Latora 4 Brazos, que se ubica en frente de la Javeriana, cerró el día después de que tocó Callum. Acogieron asimismo unas tocadas por Hermoso Ruido antes de que tuvieran que tapiar.
Hermoso Ruido en alianza con BOmm reunió artistas con agentes de la industria musical nacional e internacional, en vista de amplificar los prospectos colombianos en el mercado. “¿Entonces estabas allá para agendar artistas?”, le pregunté a Callum. “Fue un día de reuniones con todas las bandas. Tenía propósito de hacer contactos. Unos grupos lograron hacer compromisos concretos.” El estilo del festival era comercial. “Habría preferido ver a los grupos tocar para un gran público, para su audiencia en un ambiente adecuado. Pero BOmm mostró más fusión.”
Vio a Afro Tumbao, quienes tenían “ritmos geniales del Pacifico, mezclados con funk y salsa”, Burning Caravan, el grupo gitano que hace algo distinto acá en Colombia, aunque en Inglaterra ya tenemos mucha música ‘gypsy’. Sango Groove tocó Afrobeat, en estilo pacífico y Cal comentó que “es un grupo que podría funcionar en el Reino Unido”. Hablamos sobre Masilva (colombiano) y Da Pawn (de Ecuador), y Los Animales Blancos, el primer grupo que vi en Bogotá, con un sonido oscuro, pesado y jazzístico con batería muy interesante. “Es duro y crudo, intencionalmente. Me gusta que desordenen las cosas”, dijo sobre el grupo.
¿Pero cómo llegó a tener el sello discográfico? “Empezamos por exhibir películas, la dimensión social era mucho más importante, tenía otro ángulo”, me dijo. Pero había gente que igual iba solo por la música. En los primeros días, Cal me confesó que no sabía ni la diferencia entre la Cumbia y la Salsa, “cuando Arias [el colombiano Geoff Arias, conocido como DJ Arias] tocó Cumbia por primera vez, me pregunté: ‘¿Qué diablos es eso?’”
Al principio, el sello Movimientos representó a la banda venezolana Palmeras Kanibales. Ellos tocaron en la tarima política de Movimientos, Leftfield, en el festival mundialmente famoso, Glastonbury. En sus eventos igualmente se presentó Wara, el grupo multicultural, político y consciente. “Era un tiempo apasionante para Wara, el sonido era puro, crudo”, Cal me informó. La cantante, Eliane Correa, acababa de graduarse de SOAS (la Universidad Londinense de Estudios Orientales y Africanos), donde colaboró con multitudes de músicos. Actualmente su proyecto cuenta con un sonido más maduro. “Wara fue un grupo protestante, en este momento había una escena alternativa en la música latina. Lanzamos en el sello al mismo tiempo a Los Chiches, quienes hacían Cumbia psicodélica y moderna. Creamos el sello para proveer una plataforma para este talento”, me explicó.
¿Y de qué consiste dirigir un sello? Organizar la publicidad y la distribución de un disco. “Lo que realmente es, son licencias. Se depende del sello y la medida de participación en el proceso de producción de un álbum. Depende mucho de los artistas de viajar y tocar. Desafortunadamente no puedes vender discos solo basado en la calidad de la música”, lamentó.
Sus proyectos actuales incluyen Voodoo Love Orchestra: cumbia en estilo ‘big band’ de los Estados Unidos de los años 60. Suena muy metálico, con toques del swing mezclados con sonidos atlánticos. Asimismo están a punto de lanzar el álbum del grupo caleño La Mambanegra. Según la descripción de Movimientos, su ‘veneno’ está compuesto por salsa de Nueva York de los setenta y elementos de funk y hip hop, música jamaiquina, y supuestamente, colombiana. Por eso, el líder, Jacobo Vélez, se refiere a esta como ‘break-salsa’. Callum declara que es el mejor grupo colombiano tropical del momento, y añadió que su director trabajaba con Sidestepper.
Sobre todo, la impresión que recibió de los grupos era una presentación pulida, con muy buena promoción. “Acá hay este acto contemporáneo. Hay una onda alternativa dirigida por la comunidad. Es clandestino, tosco, pero de forma positiva. Tal vez va a volar con la realización de los acuerdos”, Cal propinó, “es fascinante ver esta florescencia de agentes que crean sus propias marcas.” Sin embargo, cree que se debe mejorar el perfil de esta escena. “Aunque me gusta mucho, no me siento tan emocionado”, me reveló.
Lo que sí le emociona es la música del Pacífico, la tropicalia, aunque afirma que lo atractivo ahora mismo es el rock contemporáneo: música bass vanguardista. “Colombia tiene inspiración tropical y necesita exportar con más fuerza la identidad de la Costa Pacífica para que la gente pueda entender este sentido de diferencia”, dice. “De pronto, el gran público ni puede diferenciar entre los estilos pacíficos y caribeños”.
¿Sus artistas colombianas preferidas del momento? Bulldozer le interesó, “tiene similitudes con Bomba Estero circa 2009, pero con más champeta”. No obstante, entre sus favoritos se encuentra Bazurto All Stars y Puerto Candelaria, además de su Mambanegra.
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