Esto huele mal
Por: Martín Rivera Alzate
@riveraalzate
El
nivel de complejidad de los temas urbanos es muy delicado. Éstos se deben
tratar con guantes de seda y la parcialidad ideológica debe ser un fantasma en
el momento de analizar las distintas tomas de decisiones. Bogotá -como toda
urbe que se respete- se
caracteriza por enfrentar un sinnúmero de problemas a diario y muchos creemos
saber la solución. A la hora de pensar en la movilidad, el medio ambiente o la
planeación sentimos que estamos viendo un partido de fútbol o un reinado donde nos
volvemos técnicos y expertos en belleza. Es más que eso.
Lo
que está en juego el próximo 18 de diciembre tiene ciertas consecuencias para
la ciudad. Ese día se medirán fuerzas titánicas. Por un lado las cuatro
empresas (Lime, Ciudad Limpia, Atesa y Aseo Capital) que vienen recogiendo
basuras desde 2002 y por el otro, el cumplimiento de un Fallo de la Corte
Constitucional (Auto 275) en el que «se le ordena al Alcalde escoger el modelo
que estime pertinente para incluir la población recicladora en condiciones de
igualdad».
Un
paréntesis: Bogotá tiene 12 Secretarías. En la del Hábitat hay una Unidad
adscrita que se conoce como UAESP (Unidad Administrativa Especial
de Servicios Públicos). Desde el 2006, se tomó la decisión que ésta entidad
quedaría encargada del alumbrado público, aseo, cementerios y servicios
fúnebres. Es la misma que debe garantizar que haya licitaciones transparentes
para licitar el servicio del aseo. ¿Se acuerdan que tuvimos un pésimo Alcalde
cuyo nombre no quiero acordarme? El tipo, ahora en la cárcel, no fue capaz de
diseñar una buena licitación para garantizar que quienes fueran a recoger la
basura lo hicieran bajo un modelo eficiente. Por lo que, en 2010, se canceló la
licitación que estaba sobre la mesa y el Distrito tuvo que, de prórroga en prórroga,
pagarle a las cuatro empresas para seguir ofreciendo el servicio. Esto
nos costó $76.361 millones de pesos.
El servicio de Aseo de Bogotá para dummies: En Bogotá somos un poco más
de siete millones de habitantes, viviendo en 20 localidades. Cada día hay 313
vehículos, de cuatro empresas recogiendo lo que usted y yo consideramos como
basura que es lo que metemos en la caneca. Alguien dividió la ciudad en cuatro
zonas -mismo número de empresas- las cuales llamaremos ASE (Áreas de Uso Exclusivo) y en éstas se distribuyeron 600 rutas
que operan las 24 horas. Cada camión de esos grandototes con un ruido
insoportable que usted ve por su ventana, tiene capacidad para siete toneladas
de basura. Y, entre todos (usted, yo, los vecinos, los amigos del vecino, la
tía, el abuelo tuerto y la novia) producimos cerca de 8.000 toneladas de
residuos sólidos al día. ¿Vamos bien hasta ahí?
Para Petro, el
Acueducto debe ser quien administre el aseo y las basuras durante el 2013
mientras se estructura una licitación a la altura del Siglo XXI. ¿Cuánto cuesta
eso? Según el Alcalde $100.000
millones para la compra de 400 vehículos y pago de nómina. Sin embargo, si
le preguntan a Henry Romero, Director de la UAESP, les dirá que son necesarios
$180.000 millones de pesos. La gran
pregunta es ¿de dónde saldrá esta plata?
Los expertos coinciden en que al no estar contemplado en el Plan de Desarrollo,
debe pasar por el Concejo Distrital para conseguirla por medio de decreto. Sin
embargo, Diego Bravo, gerente de la Empresa
de Agua y Alcantarillado de Bogotá
(EAAB) manifestó
que ese dinero puede salir de las arcas del Acueducto. Para algunos es
inconstitucional pues una empresa de servicios no puede prestar otros.
El primer
problema (coincido con el Alcalde) recae en tener un modelo
de aseo anacrónico. En Bogotá seguimos viendo la basura como una
externalidad negativa y todavía no se ha planteado un modelo serio donde se
contemple el reciclaje y la utilización de los residuos. En Sao Paulo está una
de las plantas
más modernas para reutilizar el aluminio y en Suecia importan basura
para alimentar sus plantas de energía.
Por otro lado
los recicladores deben ser un eslabón principal en la cadena de recolección de
basuras. Ellos realizan una labor loable por lo que se debe formalizar ese
sector. El Alcalde debe tener mucho cuidado al quitarle las mal llamadas zorras sin un remplazo adecuado y
capacitado para garantizar que sigan cumpliendo su labor. Ahora, la paradoja
recae en que son los recicladores, quienes por medio de un fallo de la Corte
Constitucional le dan el mandado a Petro para delegar al Acueducto como actor
recolector de los residuos.
El tercer
problema. ¿Cómo va a resolver el Distrito la situación hipotética que las
cuatro operadoras saquen sus camiones para recolectar basuras el 18 de
diciembre? Petro dice que tendrá a su disposición la policía administrativa
para evitar que eso pase. Inclusive afirmó que los vehículos le pertenecen al
Distrito por vía licitatoria y que hará uso del instrumento de reversión para que éstos estén a
disposición del Acueducto.
Finalmente, el
mayor reto será demostrar que Bogotá está suficientemente madura
(administrativamente) para cumplir la función de recolección de basuras a
través de una empresa pública. La EAAB
tiene sobre sus hombros el peso de la EDIS por lo que al primer error le caerán los buitres ávidos de
generar polémica. Falta definir de dónde saldrán esos $100.000 o $180.000
millones de pesos (importante que dejen eso claro) y que recuperen ese dinero
pronto a través de las tarifas. Por lo demás, partir del principio de buena fe
que recae en la función social del servicio.
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