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Pese a lo poco prometedores e inciertos que son los partidos políticos en Colombia, hay que tomar partido, dice Angélica Mayolo, líder estudiantil de Cali.

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Por Angélica Mayolo Obregón. Estudiante de Derecho de la U. Javeriana, de Cali.

Los partidos políticos son los principales baluartes de la democracia, movilizan la opinión pública, educan en participación ciudadana, representan los intereses de la comunidad, promueven el liderazgo, conforman los poderes oficiales, postulan candidatos a los diferentes cargos de la República y, no siendo poco, legitiman el sistema democrático para garantizar los derechos de todos los asociados.

Desafortunadamente la función crucial que recae sobre los partidos políticos pasa desapercibida para el ciudadano común, que sólo concentra su atención en política durante los periodos electorales y quien elige sus representantes, centrado en la imagen del candidato, bajo simples motivaciones subjetivas, más que por la representación que se hace de las ideologías de partido o propuestas programáticas serias y viables.

Situación que es predominantemente notable en los jóvenes, que en un mayor grado desconocemos los principios, valores e  ideología en que se fundamentan los partidos o movimientos políticos de nuestro país.

En gran medida, por la pérdida constante de credibilidad en los mismos, pues hemos crecido de la mano de  instituciones políticas que no han logrado responder eficientemente a las necesidades de la sociedad, lo que agudiza la apatía juvenil.

Que si somos liberales, conservadores, del Polo, de la U o de Cambio Radical, es algo imposible de contestar, cuando ni siquiera conocemos  en la actualidad cuáles son los factores que determinan la pertenencia a un partido, y bajo qué criterios decide un número representativo de personas asociarse en pro de fines políticos y colectivos.

Máxime si tenemos en cuenta que nuestros dirigentes anochecen bajo una tolda y amanecen en otra, según mejor se acomoden sus intereses personales.

A nuestros pocos años de vida, hablando de conciencia política, el panorama partidario no parece prometedor dentro de las dos fuerzas tradicionales, y se muestra incierto con los partidos creados por ex líderes de los partidos tradicionales y también con el Verde, y poco atractivo con fenómenos como el PIN.

No obstante, debemos tomar partido. Si los jóvenes, dándole sentido a la frase trillada de «somos el futuro de la sociedad»,  no tomamos partido por la carencia de ideología, principios y valores de los mismos, se estará anunciando la muerte lenta pero progresiva de las ideologías partidarias en la sociedad colombiana, una muy mala noticia para la democracia y lo que se espera de ella, que nos ayude a alcanzar el desarrollo.

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