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Arranca Afro, Votebien en votebien.com. Más de 100 mil personas observan indignadas el hundimiento de la capital chocoana en un océano de escándalos, incompetencia y desesperanza, dice el semanario.
 
El municipio de Quibdó está en bancarrota, encadenado e hipotecado a los extraños contratistas privados del alumbrado público, cada vez más repleto de deudas, incluyendo acreencias laborales a los empleados municipales por contrato.
 
La crisis azota el hospital Ismael Roldán y los centros de salud, donde los médicos y las enfermeras deben realizar protestas por atraso en los sueldos.
 
Quibdó registra el 23 por ciento de desempleo, el peor de las ciudades capitales de Colombia.
 
Avanza la dolorosa agonía de Quibdó. Su vía principal, la Alameda Reyes, se encuentra en escombros, y las calles en la mayoría de los barrios están intransitables.
 
Los habitantes de la zona norte, de la salida a Tutunendo, del Minuto de Dios y de otros sectores se han visto obligados a realizar bloqueos, cierre de vías, quema de llantas y protestas por la ausencia de ayuda municipal.
 
321 o más años y persiste la tortura de la ausencia de un verdadero acueducto. Una semana sin lluvias y aflora la romería de miles de personas en las calles con un balde en la mano suplicando un poco del líquido vital.
 
El proyecto del acueducto por gravedad, compromiso firmado e incumplido por el gobierno nacional, permanece engavetado en Bogotá, sin gestión alguna del gobierno local.
 
Una capital de departamento con las aguas de alcantarilla fluyendo por la superficie en las calles céntricas y en los barrios, contaminando el ambiente de podredumbre y fetidez, y atentando contra la salud pública.
 
Crecen la inseguridad, los atracos y robos a viviendas, la mendicidad y el desorden en el tránsito.
 
Están la falsa promesa de resucitar el fementido Plan La Yesca, la falta de información sobre el rumbo de los recursos para la reconstrucción del barrio Los Álamos, la carencia de escenarios deportivos, el remedo afrentoso del terminal de transporte, la ausencia de planes de vivienda y de inversión social.
 
¿O será que no es importante la preservación del chontaduro frente a la plaga del picudo y los proyectos productivos para los desplazados y los quibdoseños del área rural?
 
No más engaños con el cuento de la «cultura ciudadana», la «corresponsabilidad» y el «todos ponemos».
 
La responsabilidad esencial recae en el gobierno local, testaferro de los intereses políticos del mismo grupo que desde hace más de una década mangonea a su antojo a Quibdó.
 
Además, fue descarada la ampliación del leonino contrato de alumbrado público hasta el año 2029.
 
Del editorial de la edición 815, junio 24 a 30 de 2011

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