La agonía del colegio Gimnasio Regional Simón Bolívar en Florida, Valle del Cauca
Una nieta e hija de personas que tuvieron un paso notable por el colegio, describe el deterioro de la otrora pujante institución, ante la indiferencia de casi todos.
Por Katherine Getial
Sinisterra, estudiante de periodismo de la Universidad Santiago de Cali
De lo que alguna vez fue uno de los mejores
colegios del sur occidente colombiano, en el que se prepararon quienes hoy lo
recuerdan con desconsuelo, solo quedan algunos vestigios de un aula máxima, un laboratorio
de química y física y las mejores instalaciones deportivas y académicas del
Valle del Cauca en los años 80.
Hace 30 años, el Gimnasio Regional Simón Bolívar
contaba con excelentes instalaciones, el mejor equipo de profesionales para la
formación deportiva, maestros en diferentes áreas, grupos folclóricos,
investigadores, padres de familia comprometidos y estudiantes críticos.
Tiempos que no
volverán…
Tratando de buscar fuentes para realizar este
reportaje, encontré en mi propia casa las herramientas necesarias para hacerlo. Mi abuelo, de 79 años, Elías Sinisterra,
fue durante 8 años, desde 1983, presidente de la asociación de padres de
familia. Es quizá la persona más importante de la historia reciente del
colegio.
Tal vez de él tampoco quede mucho de ese
hombre activo en la política y en las causas sociales del municipio de Florida,
pero aún recuerda con exactitud nombres de alumnos, datos financieros de las
actividades que realizaban para recaudar fondos, integrantes de la junta de
padres de familia y personal administrativo de la época.
Mientras narra con nostalgia cada una de las
hazañas de su participación en la asociación, saca una caja que conserva como
un tesoro. Dentro de ella, tiene cartas, cotizaciones, peticiones y toda la
documentación de su gestión.
Lastimosamente, de ello no queda sino el
recuerdo. El estado actual del colegio Regional es degradante. El famoso
laboratorio de química y física solo es un salón con mesones vacíos (los
estudiantes no tienen donde hacer practicas).
Algunos salones tienen goteras y
el piso levantado, los baños no funcionan en su totalidad, aunque hace poco
fueron «remodelados». Su extensión de tierra es grande (terrenos
donados por Jaime Domínguez); casi el 70% del colegio es monte.
El colegio Gimnasio Regional Simón Bolívar logra la acreditación como plantel oficial departamental el 22 de agosto de
1986. Este fue quizás el legado más importante de Elías
Sinisterra como presidente de la asociación de padres de familia.
«No es posible que hayan dejado morir el
colegio así», exclama Elías con lágrimas en los ojos, al ver las fotografías de
una jornada de aseo realizada por la actual junta de padres.
Es lamentable el deterioro físico y académico
de los colegios públicos del departamento. El gobierno nacional, con reformas a
la educación, ha disminuido la calidad académica. El mal manejo de recursos
para educación que llegan a los municipios, es una constante en los gobernantes de turno.
¿Estudiantes críticos?
Los actuales visitantes académicos del colegio
solo son eso, visitantes. Tratando de buscar una razón del por qué no hay quien gestione
para mejorar el colegio, me encuentro con que ahora al presidente del consejo
estudiantil, le llaman personero, y que ya no importa si no hay profesores,
sino la cantidad de celebraciones que se hagan en pro de la recreación.
Ya es costumbre ver jóvenes en las calles de
San Antonio de los Caballeros en horarios en los que deberían estar en clase.
La justificación que da Misael Mancilla Lerna, actual coordinador académico, es
que el departamento no ha hecho los nombramientos y él como funcionario público
no puede meterse en eso.
El mundo estudiantil de los años 70 y 80 estaba
marcado por ideales izquierdistas que proclamaba el naciente M-19. Los
estudiantes críticos no se hacían esperar ante hechos como falta de profesores,
mal estado de las aulas y mala gestión del rector de turno. Ahora, los
estudiantes celebran cada vez que no hay profesores.
Luz Stella Sinisterra, mi mamá, fue integrante
del consejo estudiantil en el año 1979 y participó activamente en las tomas
pacificas del colegio y de las vías de acceso del municipio de Florida.
Me
relata sobre una protesta en la que pedían la renuncia del rector Henry Devia,
por mala administración y manipulación de los recursos conseguidos por los
estudiantes y padres de familia, para beneficio propio.
Esfuerzos perdidos
El patronato en la época en la que se pagaba
mensualidades en los colegios, era un fondo creado para suplir los gastos
extraordinarios que se presentaran, como por ejemplo arreglos a la planta
física, daños en la motobomba, reparaciones de las aulas entre otras cosas.
Durante el periodo administrativo del señor Laureano
Benavides hubo inconsistencias en los manejos de ese fondo. En los archivos no
hay ningún reporte financiero.
En la plancha de postulados en la que se dio
como ganador a Elías Sinisterra, también
estaba el nombre de la señora Evelia de Tascón, quien fuera luego
orden a la parte contable de la asociación», menciona Elías.
Sin embargo, con el pasar de los meses, los
recursos de ese patronato no eran suficientes para suplir todas las necesidades
del colegio. Así que decidieron establecer un acuerdo el 20 de marzo de 1985,
en el que el rector, José David Cabrera, entrega a la asociación de padres, la
extensión del terreno que rodeaba el colegio para que ellos o un tercero cultivaran
durante dos cosechas.
Finalmente el convenio se hizo con el señor
Reinaldo López. El trato fue que la mitad de lo que produjera era de la
asociación. Y así fue, al finalizar cada cosecha el dinero recaudado se
destinaba inmediatamente al patronato.
«Nunca utilice un dinero para mi beneficio, el
cilantro que sembraba don Reinaldo se lo compraba», aformó Elías.
Con ese dinero, y con el de bazares y encuentros
de egresados, entre otros eventos, la asociación logró comprar un equipo de
sonido, hacer más aulas de clase, una motobomba (en aquella época no había agua
potable en el pueblo), 160 pupitres, el funcionamiento de bus escolar que
transportaba a los estudiantes que venían de municipios vecinos, adecuación del
aula máxima, cafetería y la cancha de basquetbol.
Gestión actual
Fay Rosero, quien hasta hace un par de años fue
miembro de
de Padres, manifiesta que no hay compromiso de parte de los estudiantes, ni de
padres de familia. «Es agotador trabajar sin herramientas; tratar de hacer una
actividad para recoger fondos es difícil sin la ayuda de todos».
El colegio actualmente no cuenta con
laboratorio, aula máxima, y sala de sistemas adecuadas y equipadas con los
elementos necesarios para formar jóvenes capacitados para competir
académicamente.
Sin embargo, el Ministerio de Educación Nacional
en una de sus reformas ha implementado un programa en convenio con el Sena, el
que los estudiantes no solo terminan el bachillerato básico, sino que también
pueden tener un titulo como técnicos o tecnólogos.
Pero de la planta física no se menciona nada
ni en los pasillos y oficinas del colegio, y menos en el despacho de la Secretaría de Educación.
El premio
Elías Sinisterra, mi abuelo, aún se emociona
cuando escucha algo de aquel colegio en el que sus hijos se formaron, no
importa que tan mal esté, siempre lleva en su mente el recuerdo de haber
cumplido satisfactoriamente su labor durante 8 años.
Labor que fue exaltada por primera vez con una
misa oficiada por Monseñor Alonso Gómez, el 20 de mayo de 1985. El grupo
Juventud Trabajadora del corregimiento de San Antonio de los Caballeros, en
cabeza de Diego Germán Carabalí, quiso rendirle un homenaje por su accionar
altruista en servicio de la comunidad.
Tristemente la misión de Elías, fue frustrada
por enemigos políticos. Eugenio Grueso se postuló como presidente de la
asociación en 1991, argumentando que mi abuelo ya no tenía ningún nexo con el
colegio, pues ya todos sus hijos habían terminado de estudiar.
Mientras Elías entregó todo por un
colegio al que amó profundamente, su pago al final de una dura jornada de 8
años fue una sudadera.
Paradójicamente, el colegio Gimnasio Regional Simón
Bolívares recordado con nostalgia por quienes ahora ostentan títulos de
médicos, ingenieros, abogados y profesionales prestigiosos, que jamás volvieron
atrás la mirada para rescatarlo.
* Publicado en el periódico universitario Paréntesis, edición 15.
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