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El gobernador Fajardo presenta la voluntad política que impulsa el Plan Integral Regional de Urabá, para no seguir posponiendo su futuro.
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Por Sergio Fajardo, gobernador de Antioquia
En Urabá hoy viven cerca de 600.000 personas. Es una mezcla extraordinaria de culturas y colores. 
Generaciones de colonos que han llegado en búsqueda de una oportunidad en una tierra rica y bella en la que siempre ha estado a punto de ocurrir algo extraordinario. Y no ha ocurrido. 
En Antioquia crecemos con la idea de que en esa tierra lejana está el futuro, pero pospuesto una y otra vez, ha llegado a parecer un futuro infinito, inalcanzable. 
Así, en la realidad, las esperanzas se han diluido. Violentos y corruptos han sabido utilizar la posición geográfica, la distancia con los centros del poder, el descuido y el olvido ancestrales; y han construido su poder para someter a todas las personas.
Nunca hemos apostado de verdad, con decisión, con convicción, por la dignidad de Urabá. Por el talento de su gente, por sus capacidades. Nunca hemos permitido que sus sueños se conviertan en realidad. Urabá no es, como piensan muchos en la distancia, una banda criminal. Urabá es una oportunidad.
Ese es el reto que asumimos y enfrentamos. Vamos a demostrar de qué es capaz esta región cuando se apuesta por sus capacidades. Con el gobierno nacional y los gobiernos municipales construimos el Plan Integral Regional de Urabá, para orientar de forma simultánea todos los elementos del desarrollo. 
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Tenemos que abrir puertas para que cada persona tenga un camino digno para seguir, para evitar que la única alternativa sea la puerta de entrada al mundo de la violencia y la ilegalidad. 
Tenemos que construir la esperanza. Con el norte muy claro y conociendo a profundidad el contexto trazamos una ruta bien definida que naturalmente requiere recursos, capacidad de ejecución y, por supuesto, transparencia y legalidad. 
El plan integral que diseñamos comprende, entre otros elementos, los siguientes: la construcción de las vías que conectan a  Medellín y a Colombia con la región que necesariamente se han de convertir en motor del desarrollo. 
La definición cierta de la infraestructura portuaria que impulsa la conexión con el mundo. La apuesta contundente por la erradicación de la pobreza extrema, que incluye llevar agua potable y saneamiento básico a cada casa, y la organización del sistema de salud que necesitan las personas, hoy desatendidas o mal atendidas en el mejor de los casos.
La construcción del proyecto de educación superior y educación para el trabajo que reconoce las potencialidades de la región, articulado con programas de innovación y emprendimiento, y que se debe traducir necesariamente en oportunidades para la población joven que hoy no tiene alternativas. 
Igualmente la construcción del desarrollo agrícola en condiciones de cadenas productivas y nuevas formas de organización productiva que permitan desplegar su potencial. 
Es necesario agregar el compromiso del sector privado para apoyar el desarrollo industrial a partir de las riquezas de la zona. El reto es complejo y el camino largo, son muchos años de olvido. Pero tenemos la voluntad política para empezar a escribir una nueva página en Urabá.

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