Sugestivo análisis, con referencia a Lisa Simpson, la iconoclasta.
Por Alexis Perea Sánchez, abogado financiero. Especial para Color de Colombia
“Lisa, la iconoclasta” es uno de los capítulos más interesantes de “Los Simpson”. En él, Lisa Simpson, en vísperas de la celebración del bicentenario de su ciudad, debe realizar un trabajo escolar sobre Jeremías Springfield, su fundador.
Durante la pesquisa, descubre que este no es el héroe que todos creen. De hecho, era un pirata y asesino, que según el programa quiso matar a George Washington. Por ello, decide revelar al pueblo la verdad, y con ayuda de “Homero” trata de convencer de ello a algunos coterráneos, ¡siendo por ello rechazados!
Finalmente, Lisa encuentra las pruebas de este fraude histórico el día del Bicentenario, se sube a una tarima para evidenciarlo todo, pero una vez ve a la gente del pueblo, vestida con atuendos alusivos al personaje, al captar su atención, decide decir solo que: “Jeremías era grande”.
Al preguntársele por qué guardó el secreto, se limita a responder: “porque el mito de Jeremías tiene valor, promueve los mejores sentimientos del pueblo”.
Hace unos días leí un artículo de El Espectador en que un exprofesor de la U. Nacional trataba de “desmitificar” la imagen que el país tiene del científico colombiano Raúl Cuero, científico de extracción humilde, reconocido por trabajar en proyectos financiados por la NASA, ser profesor universitario en USA, investigador, inventor premiado por la referida agencia espacial y fundador del proyecto llamado “El Parque de la creatividad”.
En dicho artículo, se refiere que los logros tan sonados de Cuero no son tan importantes como se cree. Se afirma que Cuero no ha trabajado en la NASA, que solo ha hecho investigaciones para ella mediante contrato; que es profesor de una Universidad, al parecer no muy buena, de Houston (Texas); que no cuenta con 90 publicaciones científicas como afirma, sino solo con 35 entre artículos y participaciones en libros científicos; que no tiene 13 patentes reconocidas en USA, sino solo 2 y que otras están en trámite; y que sus premios de la NASA son solo certificados rutinarios.
Un elemento clave en la construcción de cualquier nación, es la creación de íconos que inspiren y proyecten lo que la gente quiere ser. Esto se ve frecuentemente en los héroes de las naciones, las estrellas deportivas, artistas y en todas aquellas personas que sobresalen por razones especiales, y que por sus valores, talento o personalidad se convierten en émulos de muchos.
Se ha preguntado, ¿por qué los gringos recuerdan a Abraham Lincoln como un presidente lleno de valores, y no como uno que cedió a ciertas presiones políticas para lograr la libertad de los esclavos?
O ¿por qué no recordamos que Simón Bolívar murió de lo que hoy se considera una enfermedad de transmisión sexual?
Esto se debe, como lo señala el profesor uruguayo Julio Osaba a que la memoria colectiva sobre los héroes se forma por el recuerdo y funcionalidad de sus valores míticos, lo que hace olvidar los defectos humanos que el personaje pudiera tener.
De otro lado, es claro que un pueblo que no valora y promueve sus íconos está condenado al subdesarrollo económico. Ello en virtud a que el principal recurso con el que cuenta cualquier país es el recurso humano.
Japón es un ejemplo; esto en USA lo han sabido explotar; la constante promoción de “estrellas” genera millones de dólares al país en ventas de productos y servicios, los que se irrigan a la economía, crean empleos y dan impuestos al gobierno, los cuales puede luego reinvertir para crear mejores condiciones para su gente.
Curiosamente, en Colombia, parece no entenderse esto. Así, por ejemplo, cuando en los 90´s Europa se rendía a los pies del Tino Asprilla, acá se le atacaba por rumbero; cuando Shakira triunfa en el mundo, se le critica por ser pareja de un español; y hace pocos meses un compatriota muy “honesto” dijo que tenía un documento que probaba que Falcao García no tiene 27 sino 29 años.
¿Qué es lo que pasa? ¿Acaso somos una nación enferma condenada no tener émulos propios? ¿Por qué sencillamente hay que destruirlos?
Creo que lo peor del comentado artículo es que genera externalidades negativas para todos los investigadores nacionales, ya que si nuestra principal figura científica, junto a Patarroyo, Yunis y otros que se me escapan, es un fraude, ¿qué podremos creer las personas del común de nuestros demás científicos y sus investigaciones?
En el caso concreto, aunque no conozco al científico, debo manifestar parafraseando a Lisa que: «la leyenda de Cuero tiene valor», dado que inspira a que nuestro recurso humano sea científico o no, quiera alcanzar y superar el ideal de valores fijados o proyectados con él.
Así, independientemente de si todo lo que se dice de él es real o no, motiva a que muchos quieran emular su legado y superarlo. Por tanto, si Cuero no trabajó en la NASA habrá algún científico que crea que es posible y se esfuerce por lograrlo; si no trabaja en una súper universidad, habrá alguien que inspirado por él lo quiera conseguir; y si sus publicaciones, patentes y premios no son tan importantes, pues de seguro infundirán en alguien el deseo de conseguir más de lo que él logró.
Finalmente, sobre el autor del artículo, debo decir que solo sé lo que dijo de sí mismo en dicho texto, ¡dado que mis ocupaciones académicas y profesionales no me permiten estar esculcando la vida de otras personas!
Totalmente de acuerdo, es que en este país lo que nos mata es la envidia, no podemos creer que un compatriota tenga logros en el exterior, todo lo colombiano se «pordebajea», siempre se encuentran fallas donde hay logros. Pienso que el Dr. Cuero es un gran científico, que a alcanzado muchos logros y un ejemplo a seguir por todos los colombianos.
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