Es recomendable que la opinión pública entienda el porqué de ciertos procedimientos para así conseguir más apoyo a las negociaciones con las Farc. Con las actuales conversaciones, se debe explicar la razón para dialogar en Cuba y las bondades de la discreción, entre otros.
El proceso de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc avanza en Cuba en medio de cruces de declaraciones públicas entre las partes.
El Gobierno le dijo al grupo guerrillero antes de viajar a La Habana a la primera ronda de este año que esperaba más seriedad por parte de ellos, y las Farc los recibieron al otro día exactamente con las mismas palabras. Y así han seguido las declaraciones y las acciones: secuestros, liberaciones, escaladas de guerra de parte y parte.
Mientras tanto, los medios de comunicación del país se han hecho eco de las declaraciones y han denominado a la situación como «tensa» o en «crisis».
Y la verdad es que desde el punto de vista de la resolución de conflictos y de negociaciones, el hecho de que haya declaraciones encontradas o contrarias de parte y parte no significa que haya una crisis en el proceso, sino que son parte del mismo, mediante las cuales las partes le hablan al otro y a sus audiencias.
Precisamente, las negociaciones son para determinar las diferencias (aunque no siempre se deben hacer en público), y después tratar de encontrar los puntos en común.
De la misma manera, las acciones de parte y parte, con bombardeos, ataques, combates, secuestros y bombas, no son más que una demostración de fuerza que hace cada una de las partes queriendo influenciar el resultado final de las negociaciones en la mesa.
Sin embargo, y tal como lo recomienda la resolución de conflictos, la clave está en que esas acciones no influencien el devenir de las negociaciones.
«Hay que hacer el proceso de paz como si no hubiera guerra, y hacer la guerra como si no hubiera proceso», recomienda el premio Nobel de paz Shimon Peres, actual presidente de Israel.
Una crisis o tensión en unas negociaciones sería que una de las partes o las dos se paren de la mesa o definitivamente no se encuentre un acuerdo para uno de los puntos a negociar. Y esto no siempre es definitivo, pues siempre se puede volver a reencauzar el proceso, como ha sucedido muchas veces en casi todos los procesos de paz en el mundo.
En cambio, lo que causa este tipo de afirmaciones es que la opinión pública se vuelva pesimista y le retire el apoyo al proceso.
Y aquí es importante hacer caso a lo que recomiendan los expertos en resolución de conflictos; al afirmar que lo peor que puede sucederle a un proceso de paz es que las partes se dejen influenciar por la opinión pública ya que esta siempre es volátil, emocional y exige resultados inmediatos. Y las partes comiencen a dar bandazos que no llevan a ninguna parte.
Pero esto se debe a que la opinión pública y gran parte del país no entienden lo que en realidad es un proceso de paz.
Para que la sociedad entienda lo que está sucediendo, es indispensable que el Gobierno explique de manera didáctica el porqué de los procedimientos de las negociaciones.
Por ello, se hace necesario que se ilustre la razón de ciertas mecánicas, como por qué es mejor negociar en el extranjero y no en Colombia, por qué es necesaria la discreción, por qué es mejor negociar en medio de la guerra, por qué es mejor no hacer públicos los planteamientos de cada uno, el porqué de los puntos de la agenda y la razón por la cual el proceso es tan difícil, entre otros aspectos. Y a la par que las explicaciones, la opinión pública entenderá que el negociar en otro país es lo mejor dado que los negociadores tienen seguridad y tranquilidad para llevar a cabo su tarea.
Es especial el tema de la seguridad de los negociadores, debido a que al hacer el proceso en el territorio nacional se corre el riesgo de que atenten contra la vida de los mismos, por parte de los múltiples enemigos que tiene un proceso de este tipo: los mismos guerrilleros de las Farc y miembros de las fuerzas armadas que no están de acuerdo con las negociaciones, los paramilitares, las Bacrim y los que se benefician económicamente de la guerra, entre otros.
El otro aspecto es la discreción en las negociaciones. Está comprobado que cuando se hacen públicas las exigencias de las partes, estas tienden a ser más extremas y difíciles de negociar, ya que al ceder en una de ellas los hace ver como perdedores, tanto ante sus propias audiencias como ante la opinión pública en general.
Al dar este tipo de explicaciones, la opinión pública entenderá mejor por qué este tipo de negociaciones son tan complejas: que la desconfianza y el enfrentamiento de 60 años son difíciles de manejar, que en este contexto mirar al otro como ser humano y no como enemigo toma tiempo, que hay que ser pacientes, que hay que conceder si se quiere llegar a acuerdos, que no se puede hacer ver al otro como un perdedor, que pueden venir momentos muy difíciles tanto en la mesa como fuera de ella, y que hay que ser lo suficientemente creativos como para buscar alternativas de solución cuando parece que no las hay.
Pedro Vargas Núñez. Periodista y magister en Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana. Posgrado en Resolución de Conflictos y Negociaciones de American University en Washington DC, (USA). Interesado en el periodismo, la resolución de conflictos, la construcción de paz y la reconciliación, las relaciones internacionales, la política, la historia y la literatura.
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