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Vuelve y juega, como ya es habitual, previo a unos comicios electorales las ciudades y los pequeños municipios colombianos son empapelados, llenos de afiches, pendones y vallas de personajes con sonrisas forzadas, quienes aspiran a un cargo de elección popular.
Esta vez, con miras a las elecciones legislativas del próximo 11 de marzo, se encuentran cuadras saturadas con pendones del mismo candidato en cada poste de energía, además de paredes y fachadas forradas en afiches. En definitiva, lo que hay es mucha foto y poco mensaje, porque, además, un volante o un pendón que poco informa a la ciudadanía, no ayuda mucho a profundizar la calidad del debate.
Pareciera que a estos candidatos les son insuficientes las cuñas radiales, los miles de volantes que reparten, las camisetas y las gorras con sus logos de campaña y la continua publicidad en las redes sociales, pues llenan las paredes, los postes y cuanto espacio encuentran con su publicidad política. Mientras más pequeño sea el municipio, más notoria es esta situación, lugares en donde no se respeta ni la arquitectura ni los esfuerzos de embellecimiento urbano para hacer atractivas estas localidades.
Por supuesto que es necesario dar a conocer quiénes son los aspirantes políticos, pero la forma como en la práctica esta divulgación se desarrolla es abrumadora y no garantiza un equilibrio entre los candidatos.

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En materia de propaganda electoral, el artículo 29 de la Ley 130 de 1994, que dicta el Estatuto Básico de los partidos y movimientos políticos, dispone que la fijación de esta publicidad política en espacios públicos debe garantizar «el acceso equitativo de los partidos y movimientos, agrupaciones y candidatos a la utilización de estos medios, en armonía con el derecho de la comunidad a disfrutar del uso del espacio público y a la preservación de la estética».
Y es responsabilidad de los alcaldes, como primera autoridad de policía en los municipios, exigir a los representantes de los partidos, movimientos y candidatos que realicen propaganda en espacios públicos no autorizados, que los restablezcan al estado en que se encontraban antes del uso indebido. Entonces el problema es que quien regula son las municipalidades y estas también están en contienda electoral, ya que es difícil que quien tiene intereses en el proceso electoral regule equitativamente la propaganda.
¿Que en una cuadra se puedan observar hasta seis o siete avisos publicitarios de un mismo candidato político es una efectiva estrategia de comunicación o es dinero tirado a la basura? Lo que es claro es que se está frente a un recurrente caso de contaminación visual protagonizado por candidatos que aspiran a gobernar o a legislar el país en temas que incluyen el cuidado del ambiente.
El estudio Publicidad Exterior Visual, realizado por Asomedios y la firma Cifras & Conceptos en el año 2014, reveló que los ciudadanos se sienten vulnerados por la contaminación visual. Los resultados mostraron que en particular los volantes, los carteles, los pasacalles y los pendones son asociados principalmente con desorden. Los volantes son percibidos como una fuente de contaminación que genera estrés, y como una práctica de publicidad desordenada y excesiva.
Una posible solución a esta contaminación visual es la que ha sido puesta en práctica en varios países europeos, donde se ubican paneles en sitios estrictamente delimitados y habilitados por las municipalidades para que cada uno de los aspirantes o de los partidos políticos que concurre a las elecciones pegue ahí su afiche de campaña. Esta forma de presentar la propaganda política ofrece condiciones de equidad porque cada aspirante dispone exactamente del mismo espacio. Además, el ciudadano tiene en un solo sitio el panorama completo de todos los candidatos que están en competencia. Así se deja de saturar las ciudades con publicidad excesiva, innecesaria y desordenada, y, por supuesto, se disminuye la considerable cantidad de residuos sólidos que se genera por cuenta de la vanidad de los candidatos. ¿Cuántas toneladas de basura se genera por cuenta de la publicidad política?
Desde la campaña los candidatos deben dar muestras de pulcritud y de civismo, como respetar el espacio público. Y si para ellos eso es lo de menos, entonces deberían reconsiderar si ese exceso de residuos de papel y plástico que generan en publicidad es realmente efectiva para sus aspiraciones políticas.

 

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