Colombia atraviesa por un momento importante en materia de turismo, pues en tan solo cinco años el país paso de recibir a un millón de visitantes a superar los seis millones. Esto da cuenta del cambio de imagen que se está teniendo del país en el exterior. Seguramente en términos económicos esta es una muy buena noticia, pero queda la inquietud de si el país está preparado para recibir esta avalancha de turistas.
En ese sentido, el académico argentino Fabricio Gliemmo ofrece pistas que ayudan a entender este boom turístico y sus consecuencias para las comunidades locales del país. Él es profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), donde está a cargo desde hace más de diez años de las cátedras de Geografía Turística Argentina y Latinoamericana y de Geografía Turística Mundial. Esta es su tercera visita a Colombia.
¿Qué impresión tiene del turismo que se desarrolla acá en Colombia?
Eso tiene que ver con las motivaciones que existen en la práctica turística. En ese sentido, asistimos hoy a una etapa en que el turismo se encuentra ampliamente diversificado, con lo cual, la practica turística que conocimos históricamente vinculada a los destinos clásicos tienen diferencias importantes respecto de las nuevas áreas dónde se amplía el mapa turístico.
América Latina es una región excepcional para la práctica turística, ella es muy atrayente para las nuevas motivaciones, pero hay que contextualizarlo, porque no es lo mismo desarrollar un proyecto turístico en un país rico, que en uno pobre.
El turismo se ha potenciado de manera tal que muchas veces se lo quiere plantear como el camino hacia el desarrollo, como generador de empleo, el camino para incluir a la población marginal y el camino a conservar determinados recursos.
¿Y no lo es?
De hecho, muchas de ellas son ideas que se van instalando, que se pueden criticar ampliamente con ejemplos válidos, demostrando que no siempre es así. La práctica turística es como cualquier otra práctica social, no es ni buena ni mala en sí, eso depende de cómo se la lleve a cabo.
En Colombia el turismo ha cambiado justamente por una política muy activa desde el Gobierno para mostrar hacia afuera que este es un territorio pacífico, que es un territorio amigable con el turista y que se puede disfrutar. En ese sentido, Colombia le está apostando a ampliar el mapa turístico nacional, regiones que no eran accesibles para el visitante nacional o extranjero, hoy en día sí lo son. Esto implica que se trabaje sesudamente en planes territoriales turísticos porque abrir el mapa turístico sin una planificación previa puede generar importantes conflictos.
¿Qué se debe tener en cuenta para desarrollar estos planes turísticos?
Hoy en día el turismo sostenible, más allá de ser un eslogan muy fuerte, implica un camino a seguir para lograr justamente un equilibrio entre las actividades de las comunidades locales, la oferta de su biodiversidad y los elementos naturales que se pueden poner en valor, incluso el acervo cultural de esa sociedad. Entonces, ¿voy a apuntar a que lleguen cantidades de turistas, o sea, ir a lo cuantitativo, o voy a apuntar a lo cualitativo? Se incurre en un error medir el turismo por la cantidad de visitantes y está ampliamente visto que no es el camino.
¿Por qué es un error?
Es un error porque no es lo mismo un destino que no esté preparado como tal, por su capacidad de carga, para recibir hordas de visitantes. Pueden ser áreas naturales que tengan un impacto. Pero también en determinados pueblos con estilos de vida que se ven afectados, esa capacidad de carga no es solo desde el punto de vista natural, sino también la afectación que se puede presentar en las comunidades.
Hay destinos que están preparados para ser masivos, por ejemplo, un parque temático, al estilo Walt Disney. Hay otros destinos que regulan la entrada de visitantes, donde no es cantidad, sino calidad de visitantes.
¿A qué se refiere con calidad de visitantes?
Calidad es tener la posibilidad de reflexionar sobre qué tipo de turismo aspiro a que venga a esta región, entonces hay que pensar en las motivaciones del turista. Muchas veces se asocia el turismo con ofrecer servicios de grandes hoteles, grandes infraestructuras de transporte, grandes atractivos como casinos, salas de juego o parques temáticos, y en realidad, está visto, especialmente en América Latina, que los turistas que llegan de más lejos vienen a ver lo que nosotros a veces entendemos como que es un sitio estancado y subdesarrollado.
Pero también se puede incurrir en el error de la artificialización, la teatralización de esos espacios. En el caso del Paisaje Cultural Cafetero se corre también un serio riesgo, porque, por un lado, ¿está preparado el Eje Cafetero para recibir equis cantidad de visitantes, más de lo que está recibiendo ahora? En el caso de que sí, ¿qué se le va a mostrar al turista, una identidad artificial construida o la esencia misma de ese pueblo?
¿Qué opina sobre el turismo que se desarrolla en el municipio de Salento, en Quindío?
Los ojos profesionales muestran un escenario que se ve endeble en términos de esencia y de autenticidad del sitio. Por supuesto que la arquitectura cafetera está presente, por supuesto que hay manifestaciones culturales como música y artesanías, pero el trasfondo es si se conserva la identidad de ese municipio, el cual se ve altamente modificado por la presencia de locales que ya no son históricos ni son familias del lugar, ni se dedican a la caficultura, en cambio se dedican al comercio para atender al turista, y en ese comercio, con el afán de vender, se venden productos que tampoco son necesariamente de la región. No es malo eso, el tema es que se artificializa un centro de servicios para el disfrute del turista.
¿Y si el turista está conforme con esa oferta de servicios, independiente de si es un montaje o es auténtico?
Es válido, uno no puede querer torcer el disfrute de un turista, por eso hablaba de las motivaciones. Este turista quizá viajó miles de kilómetros por un imaginario turístico. El imaginario turístico de Colombia o de algún pueblo no se construye en Salento, ni en Filandia, ni en ningún otro pueblo, se construye en el lugar de origen del turista. Desde Buenos Aires yo construyo un imaginario en función de la información que recibo de los medios de comunicación y del marketing turístico. Entonces, ese imaginario, si yo llego al sitio y lo cotejo con otra realidad, me voy a sentir defraudado. Y a veces se induce al turista a que busque espectacularidad, que busque algo escenografiado, que busque un entretenimiento, más que la profundidad del destino, pero no todos los turistas son iguales.
Ahora pareciera que ahora todos los municipios quieren ser turísticos, ¿es posible esto?
Es muy fuerte eso, entiendo que los municipios tienen más de una actividad y más de una posibilidad de desarrollar actividades, esa etiqueta de municipio turístico a veces genera un gran peso sobre la población y sus gobernantes. No olvidemos que aquí ya hay una declaratoria de la UNESCO que es un sello que da mucha visibilidad del Paisaje Cultural Cafetero a todas las regiones que lo incluyen, entonces forzar a un municipio a ser turístico es difícil si no hay una construcción desde abajo, interactuando con la comunidad, con los productores, con las asociaciones de café, con las alcaldías, con los prestadores de servicios, etc.
Ahora, no siempre hay tiempo real para realizar todo eso. He visto algunos ejemplos que entiendo que el turismo ya ha pasado por arriba como una ola en muchos de estos municipios, porque no se ve venir esa expulsión de población local, el centro de esos municipios ya no es para los locales, sino para personas que vienen de otras regiones…
Hay un desplazamiento…
Sí, hay un desplazamiento, una gentrificación en esos pueblos, se manejan valores del mercado inmobiliario que quizá antes eran impensables. Entonces, ¿cómo manejar los montos que se manejan en un turismo internacional con la población local?
¿A qué se refiere el turismo sostenible?
El turismo sostenible ha sido un concepto muy manoseado en las últimas décadas. Hay un común denominador que es pensar en un equilibrio entre lo social, lo económico y lo natural, sin embargo, no está tan claro cómo se llega a ese estado ideal de turismo sostenible. Tal vez por esa mala interpretación del término, se ha privilegiado la dimensión económica por sobre lo social o lo ambiental, y en ese sentido a lo que apunta justamente es a sostener en el tiempo un tipo de turismo que no impacte sobre las mismas prácticas de esa sociedad y que tampoco deteriore las características ambientales. Esto se puede lograr fundamentalmente donde la comunidad local se ha apropiado del tipo de turismo que quiere que se desarrolle, qué tipo de visitantes queremos que venga a nuestro pueblo y a nuestras áreas naturales.
¿No es lo mismo si estos programas turísticos parten de iniciativas gubernamentales, que si parten de iniciativas ciudadanas?
Muchas veces el centralismo de los países hace que bajen proyectos desde el poder central y que cueste mucho llegar a la comunidad local, o quizás, lamentablemente son copiados de otros modelos supuestamente exitosos y no contemplan realidades locales muy importantes. En general, es importante que la comunidad local esté comprometida, que ella resuelva determinadas situaciones en función de entender que les va a afectar fundamentalmente a su vida y sus recursos.
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