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Mientras que en Latinoamérica no se aprenda a valorar el mundo académico e intelectual será muy difícil que se supere el subdesarrollo. Solo en los países en los que existe desarrollo científico, tecnológico, artístico e intelectual se generan empresas e industrias que capitalizan al país económica y culturalmente.

El problema es que en los países subdesarrollados los empresarios y gobernantes observan con desprecio el mundo de las ideas, la creatividad y el pensamiento porque consideran de manera equivocada y superficial que estas no son características esenciales para que una sociedad crezca. Sin embargo, son estas la raíz y el principio para que un país avance y se fortalezca económica, social y culturalmente. El desprecio lo vemos reflejado en los pésimos salarios que se le ofrecen en general a docentes, artistas y académicos; y los escasos y paupérrimos incentivos que se les da a los emprendedores.

Es recurrente y generalizado, por ejemplo en la industria editorial, pagarle más y darles bonos a los vendedores, mientras que a los editores, quienes son la cabeza intelectual de los productos, no se les reconoce más allá de un sueldo. Por otro lado, la mayoría de las editoriales le exigen al editor tiempo completo y horas extras que no serán pagadas, además de que los sueldos no corresponden ni al tiempo ni conocimiento especializado que tiene el profesional. Esto mismo se reproduce en el mundo de la docencia, maestros de universidades a los que se les paga por hora cátedra de clase $ 35.000 o $ 50.000, lo cual no compensa las horas de estudio, revisión de trabajos e investigación que hay detrás de esta.

Este tipo de pagos, que no compensan ni siquiera el tiempo invertido, muestran a una sociedad que ha sido incapaz de analizar que sin aquellos que construyen el conocimiento y creadores sería imposible edificar la cultura la cual es un constructo de la ciencia, el arte, la tecnología y el pensamiento.

Si se analiza a las potencias se evidencia que  los profesionales mejor pagos son los académicos, científicos y creativos. También se observa que en lo que más se invierte es en la ciencia, tecnología y la academia, ya que son estos lo que hacen que un país crezca económicamente y así logre sacar a la población de la pobreza.

Así se evidencia que en los países subdesarrollados a los gobernantes y empresarios lo que menos les interesa es una nación próspera y equitativa para todos, por ello su escaza inversión en la ciencia, arte y tecnología, ya que un pueblo en el que se invierte tendría posibilidades que irían en detrimento de los privilegios que solo le son permitidos a cierta clase social. Este es el comportamiento de una sociedad elitista, fascista y clasista, que mantiene esa división que los hace sentir superiores y que ve a la inmensa mayoría como vasallos que no merecen salir de los mismos territorios conocidos.

Por: Carolina Cárdenas Jiménez

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