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Por Carolina Cárdenas Jiménez

Hay situaciones que creí que jamás viviría, por ejemplo, el suicidio de un amigo. Con la muerte de alguien que tenía todo por dar, hacer, vivir y amar, uno se cuestiona en qué fallamos como sociedad, individuos y amigos para no habernos dado cuenta la manera silenciosa como sufría y, que no fuimos capaces de comprender que con ciertas frases nos decía que estaba agotado de esta existencia. Entonces uno se cuestiona lo poco que sabemos sobre la depresión, y el nulo cuidado por parte del Ministerio de Salud y las EPS frente a las enfermedades mentales.

Con la muerte de él, devino una reflexión sobre otra. La primera de ellas es que no nos educan para que comprendamos cuáles son los síntomas de la depresión o que en el caso de conocer los síntomas no somos conscientes de verlos, así que una gran parte de la población al desconocerlos no presta atención a los estados de ánimo de los demás o incluso tienden a cuestionar y juzgar al otro, creyendo que es una persona complicada porque ve oscura la realidad, o es problemática porque se queja de todo. Lo que se desconoce es que detrás de la queja, tedio, tristeza, negatividad, dormir en exceso, etc., hay alguien que grita que se está hundiendo y no sabe qué hacer.  Alguien que sin decir una sola palabra, está pidiendo que lo salven porque es un náufrago.

En esta reflexión dolorosa, también he concluido que como sociedad no hemos comprendido que cuidar la salud mental y emocional es esencial para que no se enferme el cuerpo. En este sentido, en todos los colegios es importante destinar unas dos horas a la semana a una práctica espiritual (yoga, meditación, etc.,) en la que los niños y jóvenes se conecten consigo mismos, de tal forma que de manera permanente estén elaborando problemáticas internas.

El ser humano es un recipiente que a diario se llena de nuevas cosas que pueden hacerle daño y que en esa medida requieren ser procesadas o eliminadas de la psiquis, del inconsciente. Es decir, necesitamos comprender que el hombre no solo es racional, sino que como ser en construcción y complejo está atravesado por diversos cuerpos: uno emocional, otro físico, otro mental y un cuerpo energético que nos habita.

La última reflexión es que como sociedad tenemos la obligación de exigir que el Ministerio de Salud abra una nueva rama dentro de la medicina que atienda a través de la medicina alternativa los casos de depresión y demás enfermedades mentales, ya que este tipo de padecimientos no pueden seguir viéndose como un lujo o algo que no es de primera necesidad porque las muertes por suicidio son el resultado de una nula atención al cuerpo emocional y mental. Además, es esencial que la medicina general no sea el primer paso para ser atendido por un psicólogo.

Hasta que no comprendamos que el ser humano está dividido en diversos cuerpos y que todos son igual de importantes para mantener en equilibrio la psiquis, no habremos comprendido como sociedad que requerimos terapeutas de medicinas alternativas y psicólogos al lado de la medicina alópata. Un mundo que se preocupa por la mente y las emociones de los sujetos será, sin duda, uno más humano y justo.

 

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