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Hubieron. En la entrega anterior hablábamos de la expresión “habían”, usada incorrectamente. “Habían” está correctamente utilizado cuando decimos, por ejemplo, “Los congresistas se habían declarado impedidos” o “Ellos habían decidido votar positivamente”. En las dos oraciones hay un sujeto plural (Los congresistas / ellos) y un verbo conjugado en plural (habían). Pero decíamos que es incorrecto decir “Habían cinco congresistas en el recinto” o “Habían varios perros en la esquina”.

El caso del mal uso de la expresión “hubieron” es muy parecido al anterior. Cuando escuchamos, por ejemplo, la entrevista de un político en radio, con frecuencia suelta frases como: “No hubieron problemas al adicionar el contrato (práctica, por lo demás, frecuente en nuestro país: las adiciones a los contratos). O “Hubieron congresistas que se quedaron fuera del recinto”. Lo correcto en estas frases es: “No hubo problemas al adicionar el contrato” y “Hubo congresistas que se quedaron fuera del recinto”. ¿Por qué?

Por la misma razón que no podemos decir: “Habían cinco congresistas en el recinto”. En ambos casos (para “habían” y “hubieron”) el verbo se está utilizando para significar la presencia o existencia de personas o cosas. Es impersonal, no tiene sujeto.

Alguno me va a escribir: Nubia, ¿entonces cuando dicen: “Hubieron terminado”, “Hubieron corrido”, “Hubieron aprobado”… Por ejemplo: “Cuando todos hubieron terminado, cerraron sus cuadernos y abandonaron el salón”. En este caso, el “hubieron” corresponde a la tercera persona del plural del tiempo compuesto denominado pretérito anterior o antepretérito de indicativo. Muy aburrido aprenderse eso, ¿cierto? La buena noticia es que ese tipo de construcciones gramaticales son usadas, sobre todo, por escritores, novelistas o literatos. No es frecuente su uso en el lenguaje habitual. Entonces, lo mejor es decir siempre “hubo” que “hubieron”. “Hubo cinco periodistas que llegaron a tiempo”. “Hubo algunos que no presentaron el examen”.

“Yo pienso de que”. Esta expresión es de uso frecuente entre políticos, congresistas, líderes de partidos, candidatos, altos funcionarios, etc. “Yo pienso de que lo importante es el bien de la patria” (dicen con frecuencia y muchos les creemos). “Yo pienso de que dimos lo máximo, pero nos faltó el gol” (dice el futbolista que acaba de perder el partido). “Me informaron de que mi cédula no estaba inscrita”.

Ese frecuente error hace parte de una enfermedad que a veces nos ataca y que se llama “dequeísmo” (pero otros sufren de lo contrario… le quitan el de a todo). El dequeísmo es el uso incorrecto de la preposición de delante de la conjunción que. ¿En qué casos ocurre? Es muy complejo de explicar. Pero, para evitar caer en este error, quizá nos sirva la fórmula que me encontré alguna vez en un libro.

Según este, el problema se presenta, sobre todo, con los “verbos de pensamiento” (pensar, creer, etc.), “de habla” (decir, comentar, etc.), “de temor” (temer, temblar, etc.) y «de percepción” (sentir, oír, etc.). Entonces, tratemos de no meter a la fuerza un de cuando digamos: “Yo creo de que la educación debe cambiar”. Mejor: Yo creo que la educación debe cambiar”. “Él me comentó de que no podía venir”. Mejor: “Él me comentó que no podía venir”.

“María teme de que la deporten”. Mejor: “María teme que la deporten». Diferente de: “María tiene temor de que la deporten”. ¿De qué tiene temor María? De que la deporten. Luego, en esta construcción, el de sí es válido.

Precisamente esto último puede ser otra fórmula para saber si la frase debe llevar o no de. Hacernos la pregunta para construir correctamente la respuesta. “El congresista afirmó de que no votará positivo el proyecto”. La pregunta correcta es: ¿Qué afirmó el congresista? (no: ¿De qué afirmó el congresista?). Luego, lo correcto es: “El congresista afirmó que no votará positivo el proyecto”.

Señores congresistas y políticos: uno “no afirma de que”, “no cree de que”, “no piensa de que”, “no teme de que”, «no dice de que»…

“Estoy convencido que”. Esta falta ocurre cuando queremos evitar el llamado dequeísmo. ¿La solución fácil? Pues quitémosle el de a todo, qué caramba. No. Por ahí no es la cosa.

Mejor la fórmula mencionada en el punto anterior: hágase siempre la pregunta, para saber si la frase debe llevar o no la preposición de. “Yo pienso de que el país va por buen camino”. La pregunta correcta sería: ¿qué pienso yo? Luego, la frase correcta es: “Yo pienso que el país va por buen camino”.

El exsenador Navarro escribía hace poco en un tuit: “Con el paso de los años, me he convencido que es razonable…”. ¿De qué se ha convencido con el paso de los años, exsenador Navarro?. “Me he convencido de que es razonable…”. También la Silla Vacía escribió en otro tuit: “No encontraron pruebas que desde la Fiscalía se le esté ayudando a…”. ¿De qué no encontraron pruebas, estimados colegas? “De que desde la Fiscalía se le esté ayudando a…”. Otro escribió: “Doy fe que Iván Cepeda ha consagrado…”. Uno da fe de que fulano es… No da fe que fulano es.

“A ver le coloco un ejemplo”. Alex Grijelmo, periodista español, exdirector de la Agencia EFE y miembro reciente de la Academia Colombiana de la Lengua, dice que “colocar” es un verbo “depredador”. ¿Por qué?

Porque es uno de esos verbos que se ponen de moda y se usan en detrimento de otros, hasta el punto de acabar con otros, a veces más ricos y más variados. “Hay verbos que entran en un uso abusivo y no hay manera de salir de él. Y con colocar puede estar sucediendo eso”.

Por eso hoy es frecuente escuchar frases como: “Dios mío, en tus manos colocamos este día que ya pasó y la noche que llega”, “Colóquese la mano en el corazón”, “Yo no voy a colocar impuestos”, “¿Cuántos años le coloca usted a esa señora?”, “Se colocan tres cucharadas de aceite y se revuelve todo”, “Que ni me mire, porque soy capaz de colocarme colorada”, “¡Qué frío! Es que hoy de boba no me coloqué chaqueta”, “Coloque la hora, que yo le llego puntual”, “Es que hay que colocarse en los zapatos de la gente”, “Colóquese de pie para que vea mejor”, “Ay, mijo, no se coloque de mal genio”, “No, hombre, colóquese serio”.

Y le ocurre a todo el mundo. Por más expresidente que sea. Hace poco EL TIEMPO entrevistó a César Gaviria, quien soltó esta perla: “Muchas veces él colocó al Presidente en condición de subalterno”. Y el exsenador Julio Manzur, para advertir que por ahí se inició el asunto, dijo, con acento gráfico y florido: “Ahí empezaba la vaca a colocar la ubre”.

Hace poco, Andrés Hoyos, columnista de El Espectador y director de El Malpensante, corrigió a un tuitero que escribió: “Más que colocarle impuestos a todo, es una cuestión de conciencia, cultura y educación”. Hoyos le respondió: “No sé cómo se ‘coloca’ un impuesto. Hay que ponerlos”.

En fin. Es posible que, con la laxitud de los últimos años de nuestras academias de la lengua, ya sea correcto decir para todo “colocar”, en lugar de “poner”. Pero, en serio, ¡qué feo suena! Sobre todo cuando hay en el diccionario 44 acepciones o significados del verbo “poner”. ¡44! Es decir, sirve para todo.

Entonces, no matemos al verbo “poner”. No “coloquemos” todo. Si dice “poner” en lugar de “colocar”, tranquilo, que generalmente está bien usado.

Para más detalles sobre este tema, les recomiendo mi blog: «¿Por qué la bronca tan marcada al verbo poner?» en http://blogs.eltiempo.com/blabladurias/2017/10/04/por-que-la-bronca-tan-marcada-al-verbo-poner/

“¿Me regala la cuenta?”. Para los extranjeros que visitan o viven en nuestro país o para los que nos escuchan cuando visitamos otro país, los colombianos somos pedigüeños: ¡todo lo queremos regalado! “¿Me regala la cuenta?”, “¿Me regala un permisito?”, “¿Me regala la hora?, “¿Me regala un tintico?”, “¿Me regala el menú?”, “¿Me regala el número de su celular?”.

¿Por qué pedimos las cosas de esta manera? He escuchado dos teorías: uno, por el servilismo impuesto por la corona española a nosotros, los criollos. Dos, para morigerar el tono y no parecer groseros. A estas alturas creo más en la segunda teoría. Pero, ¿no le parece que podemos siempre remplazar la expresión “me regala” por construcciones como “por favor”? Igual, estamos siendo decentes, pero no pedigüeños. Estamos pidiendo algo, pero no suplicando que nos lo regalen.

“Me trae la cuenta, por favor”, “Me permite, por favor”, “Me dice la hora, por favor», “Me trae un tinto”, “Me trae la carta”, “Me da el número de su celular”.

En 2014, el portal de humor Actualidad Panamericana, riéndose de esta fea costumbre nuestra, escribió una nota titulada: “Unión Europea pide a colombianos dejar de pedir que les regalen cosas”.

La ingeniosa noticia de Actualidad Panamericana decía: “Los europeos prefieren un lenguaje sin eufemismos y el abuso del verbo regalar hace que los colombianos sean percibidos injustamente, no como consumidores, sino como mendigos, esto tarde o temprano le pasa factura a la imagen del país, lo hacemos es por su bien”, puntualizó la directora de relaciones culturales de la Unión Europea. Por supuesto, la noticia es inventada. Pero… ¿no es cierto que siempre que decimos «me regala», por demostrar amabilidad, parecemos mendigando?

En Twitter @nubiacamacho

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