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Debo empezar confesando que el título es bastante largo y algo estúpido, pero es así. Es más muchas veces me siento como en alguna de esas películas de principios de los 90´s en la que los personajes son cambiados de cuerpos, como la niña en cuerpo de señora, el chico en chica, el hombre en perro, pero allí no hay mucho cambio, en fin. Ya se pueden hacer una idea de lo que me pasa.

No soy egocéntrica o narcisista, bueno egocéntrica solo un poco, pero debo reconocer que soy guapa y no es por lo que me dice el espejo a diario, porque si fuera por ello no me lo creería, porque para mi la belleza es otro estado. Lo digo por lo que repiten ustedes todo el tiempo, por lo que me dicen en la calle, por tener esta cara que para mi no significa nada más distinto a lo que no quiero.

Recuerdo mi tiempo en el colegio, yo desde muy pequeña he sido así, muy yo. Nada de Barbies, nada vestidos rosa y cosas típicas de niña, aunque la debilidad por los zapatos si debo revelar, pero es algo genético, del ADN, que no viene al caso, otro día tendré que hablar de eso. Volviendo al tema de mi colegio, pues yo crecí en finca, en pueblo, montada en Jeep, leyendo libros en lugar de revistas, viendo poca televisión y no porque no haya querido es porque no teníamos señal, bueno así fue parte de mi infancia, alegre, a mi modo. En el colegio estaba aquella chica, digamos que se llama Sofía por ponerle nombre. Sofía era/es todo lo que yo no era/soy, tenía todos y cada uno de los productos de la Barbie, se sabía todos los grupos de moda, cada acontecimiento de la farándula y cosas triviales. Con sus amigas, digo sus amigas porque claramente no éramos amigas, a esa edad los niños son muy crueles, yo no formaba parte del grupo porque era la ñoña, algunos entenderán.

Y es que los niños son terriblemente crueles, afortunadamente las gafas hoy se han convertido en un accesorio fashion, que dan un toque como cool, pero no se pueden imaginar lo que sufrí de niña por tener gafas.Sofía y sus amigas jugaban a la pasarela, al noticiero, a ir de compras y al reinado de belleza.

Esta es la parte triste para Sofía y para mi en cierto modo, porque Sofía por más que quisiera nunca ganaba en el reinado de belleza, era fea. Que mala suerte para una niña y para una niña con ese pensamiento, pero también mala suerte para mi. En esta sociedad de prejuicios -no me quiero eludir como prejuiciosa. He sido la más- su cara no iba con su personalidad, su cara no iba con ser una presentadora de farándula, ser la portada de una revista de chismes. Al igual que mi cara no iba con los libros que leía, con la carrera que elegí, con lo que la gente pensaba de mi, solo por verme. Recuerdo los primeros días de universidad cuando un profesor sin conocernos se paró enfrente de la clase y comenzó su discurso con algo más o menos así: ¨No sé qué harán muchos de ustedes aquí, si vienen a estudiar obligados por sus papás, porque les gustó como podría sonar el título, porque su noviecito de turno está estudiando lo mismo… Porque quieren conseguir un marido con dinero. No señores y señoritas¨ Y en este momento fue cuando su mirada me señaló diciendo ¨Para eso están otras carreras como comunicación social, publicidad, negocios…¨

Un semestre después, pasé esa materia con 4.7, pero lo triste de eso es que un día ese mismo profesor me entrevistó para trabajar en un grupo de investigación, ya era años después de haber terminado, era para un trabajo que no tenía nada que ver con la universidad y me dijo, pues señorita Quintero, yo no la contrato a usted porque siempre pensé que sus trabajos los hacía alguien más por usted, no me la imagino dañándose la manicura trabajando. Hay gente así.

Mientras yo padecía los castigos de una mente cerrada, la pobre Sofía sufría lo mismo por su lado gracias a los estigmas y suspicacia de la gente y de su medio tan vacío como el mío. Estando yo tan equivocada como las demás personas pensando que ese medio es vacío, que sin duda lo es, el problema es que el mío también lo es, y después pensando quienes realmente lo somos las personas y no los medios como tal.

A veces desearía tener la cara de Sofía, para que creyeran que soy capaz de hacer cosas que según el imaginario colectivo las que no somos tan feas no hacemos, que me dejaran de ofrecer trabajos como modelo, que me dejaran de pedir fotos y me pidieran más escritos, así como Sofía tener una cara más agradable para ser la cara linda de las noticias.

Sinceramente lo que más me hubiera gustado es que me hubieran invitado a jugar al reinado de belleza, y que en el momento que los jueces me hicieran la pregunta cliché ¨¿Cuál crees que es la parte del cuerpo, que tienes más bonita?¨ responder, el cerebro.

Si quieren seguir leyendo más prejuicios de esta cari-bonita, síganme en Twitter: @des_empleada

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