Viaje a los campos de lavanda en Francia
No recuerdo la primera vez que vi en fotografía un campo de lavanda. Pero si sé que la imagen me marcó y se grabó en mi memoria como uno de las cosas a hacer y a visitar durante mis periplos. Creo que lo apunté en una de esas pequeñas listas de viajes casi mágicos y a veces casi imposibles. No sé tampoco cuanto tiempo me tomó madurar la idea de este viaje…de pronto varios años. ¡Lo único cierto es que el día llegó!
Yo me preguntaba ¿porqué hay imágenes que se memorizan mejor que otras?, ¿Que tiene un campo de lavanda en Francia, que no tenga cualquier campo de flores de amapolas o de pensamientos en mi Colombia? Puede que viendo las cosas a diario, lo haga a uno soñar con otras cosas y con otros paisajes. Eso que llaman “rutina”.
Leyendo descubrí, que los paisajes naturales de Francia han sido la fuente de inspiración de muchos artistas célebres. Esto me dio mas deseos de querer descubrir por mis propios ojos, los lugares que maravillaron y motivaron a pintores como Claude Monet, Dalí y Leonardo da Vinci entre muchos otros.
Hasta que un día 13 de un mes julio, la pequeña lista de viajes reapareció entre mis corotos (desorden). Con la suerte que al parecer, era la época propicia para visitar los campos florecidos de la lavanda.
Preparando el viaje tuve que decidirme por el lugar y la fecha exactos, donde pudiese encontrar los campos de lavanda en plena floración. Es así como el poblado de Grignan en la Provenza francesa, se perfiló como el destino ideal de este fugaz viaje.
Llegar al minúsculo pueblo Grignan no es fácil. Duré 2 días para convencer a un amigo alcahueta que me llevara en su vehículo. Embarcamos un 15 de julio, rumbo a ese lugar mágico que me hacía soñar.
Suerte de viajero despistado, la lavanda y sus flores estaban por todas partes. Aún mejor, los campos de lavanda se mezclaban con campos de girasoles; ¡Una locura visual!
La campiña francesa parece poseer una magia inspiradora. Sin ser poeta me dieron ganas de escribir cosas bonitas, y sin ser pintor, surgieron deseos profundos de querer pintar. Entre el cálido tiempo, los perfumes y el bonito pueblo de Grignan de fondo; creo que solo fijé la mirada y me quedé pasmado durante varias horas. Cuando pude, visité el museo dedicado a la lavanda y sus tiendas llenas de jabones, de perfumes, de pasteles hechos con esta aromática flor. Luego, volví al campo de flores para ver la puesta de sol y para terminar esta escapada cursi y surrealista.
Cuando volví a casa, taché los campos de lavanda de mi lista de viajes; esperando que la vida me brinde la oportunidad de escaparme una vez más de los paisajes fríos y mundanos de costumbre.
Sitio web de la oficina de turismo de Grignan en Francia : www.ville-grignan.fr
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