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El tema no es nuevo. Como un boomerang va y vuelve ¿Se deben devolver las estrellas ganadas? Mi instinto de hincha no duda: no, no y no. Mi instinto de colombiano me pone a titubear ¿habrá algo detrás de esa iniciativa de Millonarios? Pero mi formación académica me obliga a repensar la cuestión. Lo que viene es un intento por defender el SI (un fracasado intento).
En la última Libertadores que el Corinthians le ganó al Boca Juniors, el periodista argentino Fernando Niembro, decía «Ese Emerson es un fenómeno ¡Parece nacido en el Rio de la Plata!». Para los que vimos el partido, era claro que ese atacante había vuelto loco a Schiavi y en general a todos los xeneixes, pero lo había hecho -según el comentarista de Fox Sports- usando un estilo rioplatense (cazando peleas, distrayendo); luego el elogio al brasilero era más bien un piropo a la manera de jugar de Argentina y Uruguay. Está claro que el orgullo propio de los porteños argentinos no conoce límites, pero la observación sirve para el asunto este de las medallas: el estilo rioplatense tiene como base la gambeta (el engaño corporal); pero también la maña, la marrulla, la pequeña trampa; en últimas: la «viveza criolla».
Un periodista de mitad del siglo pasado, apodado ‘Borocotó’, que escribía en El Gráfico es considerado el padre de esa teoría del «estilo rioplatense» de jugar al fútbol. Incluso, en uno de sus artículos habló de la «astucia deshonrosa». Son muchos los ejemplos que tenemos para ilustrar ese estilo criollo (los brasileros la llaman ‘malandragem’, pero permítanme evocar dos: el equipo de Estudiantes de La Plata de Zubeldía (y Bilardo); sí el de los alfileres en la espalda de los rivales y el polvo pica- pica en los córneres y -como no- el gol con la mano de Maradona en México 86.  
Sobre ese gol de El Diego, que yo adoro, el gran Víctor Hugo Morales dijo mientras lo relataba: «estoy seguro que fue con la mano, que Dios me perdone, pero qué quieren que les diga; si es contra Inglaterra así sea con la mano». Ahora bien, que yo sepa ni el equipo «Pincha- rata» ha pensado en devolver los títulos de la Copa Libertadores del 1968, 69 y 70 ni el trofeo mundial interclubes de 1968 por esas engañifas que produjeron no títulos nacionales sino mundiales.
 

 

Claro que se podrá decir que una cosa es la astucia en la cancha y otra fuera de ella valiéndose de dinero para comprar títulos. Pues bien, permítanme evocar el 6 x 0 de Argentina a Perú en 1978 y -peor aún- la sombra inmensa sobre el título que como locales ganaron los albicelestes en esa Copa Mundo. Todo bajo el atroz régimen de dictadura militar de Videla. Y que yo sepa ni la AFA ni la FIFA han pensado en borrar ese mundial ni ese título de sus álbumes históricos. 
Algo parecido podríamos decir de la supremacía del Real Madrid en la Europa de los 50’s, especialmente en España en tiempos de dictadura franquista o del ciclo victorioso del AC Milan (del 87 al 96) en tiempos de Berlusconi o -inclusive- de la afinidad que tenía la excelsa Selección de Brasil de 1970 con el régimen dictatorial de entonces. 
Y que eso sólo pasa en Sudamérica o máximo se extiende a países latinos como España e Italia… bah, pamplinas ¿Acaso no recuerdan la infame final ganada por los ingleses -sí, los ingleses- en su propio suelo en 1966 ó la mano de ‘Titi’ Henry que clasificó a Francia al último Mundial y dejó por fuera a Irlanda? En conclusión, no se trata de cultura, sino de intereses y la propia rectora del balompié mundial, la FIFA, es la más cuestionada por su doctrina mafiosa para manejar el deporte como mercancía, como negocio.
Todo esto, sin entrar en detalles, para decir lo siguiente: si se trata de hacer un autoexamen, bien. Si se trata de mostrar un arrepentimiento y un espíritu de enmienda, mejor. Pero no creo que ese sea el propósito. Ese es el discurso público, pero no el objetivo. Como mencioné atrás, la iniciativa tiene el corte de imagen corporativa y gerencial que tiene Millonarios con su nueva administración. No veo a Noemi Sanín ni a ninguno de sus ejecutivos elaborando un proceso reflexivo que integre fanaticada, exjugadores, exdirectivos, representantes del fútbol colombiano y mundial y -por supuesto a los otros equipos- empezando por el que deliro: el América de Cali. 
No. Sólo veo una medida poco estudiada, improvisada y filtrada a destiempo a la prensa. Cierro con esta: si de veras insisten en devolver las estrellas, lo único que podríamos pedirles es que no conviertan su simbólico acto en una nueva cruzada. En una cacería de brujas, porque de esa manera terminaría desvirtuada la nobleza que se supone entraña ese gesto.
Y usted, hincha de Nacional, América, Santa Fe, Pereira, Unión Magdalena, Envigado, Medellín ¿estaría dispuesto a pensar un momento en esa posibilidad? 

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