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Lo único mejor de no haber ganado el título a mitad de año, fue haberlo ganado en éste diciembre. Siempre se disfrutará más la estrella entre natilla, buñuelos y villancicos. Además, el haber perdido con Chicó no es perder: el árbitro Roldán se tiró todo y si hubiésemos ganado, venciendo las cortinas de humo de Pimentel, habrían dicho que compramos el título. En cambio hoy nadie se atreve a deslegitimar el título de «La Mecha»: sencillamente, fue el mejor. Fue el de mejor fútbol, el de mayor poder ofensivo, el más rápido, el mejor local; el de mejores números con lo cual revalida otra cosa innegable: América es el mejor equipo de Colombia en el último tiempo al haber triunfado en la tercera parte de los títulos en disputa en los últimos 29 años; de 36 coronas en juego obtuvo 13, igualando el amarillento record de Millonarios que tenía 11 estrellas cuando los rojos de Cali ganaron su primer torneo.

Por eso brindamos por ésta sufrida estrella que se ganó pese a todos y en contra de muchos: se le ganó al tendencioso favoritismo de la prensa rola y paisa que siempre cacarean por Millos, Santa Fe y Nacional (el DIM es otra cosa); se le ganó a la infame Ley Clinton que nos tiene trabajando como equipo de barrio, se le ganó al pantallero gobernador Abadía que nos saló en la final ante Chicó y que gracias a Dios no se le ocurrió hacer afiches posando con el América; se le ganó a la pobreza franciscana que nos tiene sin patrocinio y sin sueldos ni seguridad social para los jugadores; se le ganó al pesimismo de la prensa vallecaucana que se puso la verde del Deportivo Cali y creyeron que porque habían inaugurado estadio serían más que nosotros en la Sudamericana y en los cuadrangulares; pues no. Ni lo uno ni lo otro ya que en ambas instancias los eliminamos.

Se le ganó a la «Maldición del Garabato» que parecía haber vuelto; se le ganó al propio América que está roto por dentro y dividido en dos facciones: entre los acólitos del heredero y los que están contra él; en fin se le ganó a todos, incluso a los equipos consentidos a los que se les pitan penaltis a favor y que son metidos a la brava a la liguilla y empujados al título.

Por ello quiero rendirle un sentido tributo al «bochinche» sin el cual no seríamos campeones. Gracias al escándalo semanal en el que se anunciaba una nueva tragedia para el América, el equipo se unió más y más: en la cancha actuaban como uno y la solidaridad fue más letal que su endiablado contragolpe. América de Cali se solidificó por la desgracia: todos se querían ir y lo anunciaron antes de que se acabara el torneo; pero todos querían ganar antes de marcharse; querían hacerlo por revancha con la vida, por desquite contra algunos directivos, por venganza con la prensa; por rabia, por pundonor… por ello éste título es mejor que cualquier otro; es mejor que el de la buena época, que el del pentacampeonato con Falcioni, Cabañas, Gareca, Bataglia y toda la pléyade de figuras internacionales.

Gracias Berbia, Armero, Valdéz, Vélez, Valencia, Arango, Cortés, Ramos; gracias Umaña (y perdón por tanto mal trato). Gracias a todos los jugadores por permitirnos ésta sufrida gloria. Gracias por adelantar la Feria de Cali y gracias, como pensarán muchos, por cobrar revancha con Antioquia por la debacle pasada del Valle en los juegos nacionales.

Salud por la Mecha ¡Larga vida al campeón!

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