– Hola, Juan, se acerca la madrugada y los gallos están cantando… y escuche el coro de colibríes en el bosque nativo y el de todos los pajaritos. Cantan también los gansos y los pavos y los piscos y las gallinetas y las caravanas, y hasta el halcón… Felices del nuevo día, tan lindo como en ninguna otra parte del mundo.
– Felices como nosotros, don Bruno.
– Así es Juan. Mire como se enrojece el cielo en el oriente, Juan… ¡Qué lindo, por Dios! ¿Y sobre qué más has meditado, Juan?
– Don Bruno, estuve pensando en lo de impuestos y monopolios y proteccionismo y todo eso. ¿Eso cómo es?
– Pues, más claro no canta un gallo, Juan. Los impuestos, el proteccionismo, los monopolios… todo eso… empobrece más y más al país mientras enriquece a unos muy ricos, muchos que ni viven en el país, y a todos los corruptos.
– Pero don Bruno, nos estamos enriqueciendo todos.
– Así es Juan. Y lo increíble es que nos estamos enriqueciendo a pesar del aplastante agobio de impuestos, proteccionismo y monopolios… y, siempre, ante todo, a pesar de la corrupción estatal.
– ¿Pero por qué nos estamos enriqueciendo todos entonces, don Bruno?
– Por dos cosas Juan. Primero… Por la plata que sube, y la que baja, del enorme negocio internacional del cultivo, producción y exportación de la droga, o sea, lo que llamamos narcotráfico, que es la industria que sostiene a parte del país en su increíble bienestar, a pesar de los malos gobiernos y de la ceguera del alto sector económico privado. Y Segundo Juan… ¡Por el rebusque! Eso que usted conoce tan bien. En el rebusque está girando la riqueza verdadera de Colombia, y en el rebusque se está generando el bienestar del país y se está creando el futuro de Colombia, que, le digo Juan, y como usted lo sabe mejor que ninguno, será un futuro próspero, amable… un futuro fraternal, en el que la palabra volverá a ser sagrada.
– Pues así lo siento entre la gente mía, don Bruno…
– Si Juan, entre la gente común. Entre la gente común tiene que estar el futuro de Colombia porque Colombia es de la gente común, y la gente común hoy en día sabe por dónde corre el río, y ya son capaces y suficientemente instruidos para lograr ellos mismos un país bueno.
– Tiene razón, Don Bruno.
– Téngase confianza, Juan.
– Ay, Dios lo oiga don Bruno.
– Dios lo oye es a usted, Juan. Lo oye por buen humano que es.
– Gracias, don Bruno.
– Entonces, Juan ¿sabes por qué el rebusque es tan prospero, divertido, ameno y cooperativo? Porque opera por fuera del establecimiento, o sea, por fuera de los impuestos, del proteccionismo y de los monopolios… por fuera de la burbuja en que vive el establecimiento.
– Pues impuestos si los pagamos todos, don Bruno. Uno no puede comer sin pagar impuestos.
– Así es, Juan, y pagas demasiado como sea porque los impuestos en exceso son una botadera de plata que ni alcanza para cubrir la inmensa burocracia pública inoficiosa y grosera que crece y crece y se chupa todo el resultado del trabajo y esfuerzo de los Colombianos sin dar casi nada de vuelta. Es que Juan, el retorno sobre los impuestos colombianos es casi ninguno relativo a su enorme suma, y se sabe que una altísima parte del presupuesto nacional se “malgasta”, para no decir que se roba, y lo que queda no alcanza a sostener la enorme nómina del estado y una mano de entidades públicas improductivas, y para hacer cualquier cosita de nada cobran impuestos específicos para eso, cuando ya los hemos pagado mil veces y ya se han esfumado.
Sabes… Colombia debe de ser de los países más caros del mundo, relativo a su nivel de ingresos. Y es por los impuestos, Juan, y por las descaradas multas y/o sobornos y demás formas en que las abusivas “autoridades” nos sacan hasta el último centavo que pueden, no para reinvertir en Colombia y hacer un país más próspero y ameno, sino para ellos “malgastar”.
Juan… El adecuado nivel de impuestos que cobra un país es relativo a una sola cosa – El retorno en bienestar y progreso que produce ese nivel de impuestos.
– Pues, don Bruno, yo diría que el retorno para los Colombianos sobre el exagerado nivel de impuestos que pagan es prácticamente ninguno.
– Le doy un ejemplo, Juan, de un buen retorno por impuestos… Los Norte Americanos se hicieron los mas ricos y poderosos y progresivos con un impuesto de ventas del 6%.
– Y don Bruno, las autoridades y los empleados públicos deberían estarse esmerando para hacer de Colombia un país seguro, tranquilo, agradable, de fraternidad entre la autoridad y los ciudadanos a quienes sirven y quienes les dan su sostenimiento. Pero cómo vamos a progresar y tener mejor nivel de vida y paz si abusan con descaro y sin misericordia de la buena voluntad de los Colombianos, sacándoles toda la platica que sudan en impuestos inútiles, multas descaradas y corrupción.
– Siquiera, Juan, está el rebusque. Eso sí el narcotráfico hace también que el país sea más costoso, porque el desbordado gasto de algunas de esa platas hace que el costo de vida suba. El narcotráfico es el otro extremo del rebusque, que también opera fuera del establecimiento… fuera de la burbuja del establecimiento… y en ellos dos está la realidad Colombiana, y en la burbuja del establecimiento está la irrealidad Colombiana con la que todos están hastiados.
Y entre la corrupción, los desbordados impuestos y multas y el desbordado enriquecimiento del narcotráfico se ha creado un ciclo vicioso fuera de control que nos mantiene al borde del colapso, dependiendo de la suerte del narcotráfico, porque si se despelota el narcotráfico se despelotará Colombia.
Mientras tanto, Juan, el exagerado costo para los Colombianos de los impuestos “malgastados” empobrece y sofoca al país sin parar y, encima de eso, las multas desmedidas y los sobornos sin agüeros deshumanizan el espíritu Colombiano.
¡Eso ya no más, Juan!
– Don Bruno, mejor nos vamos pa’ los potreros a estar con los caballos, que más sabios son que los hombres.
– De veras que si, Juan. Con los caballos encontraremos algo de paz… ¡Vamos!
Twitter: @donbrunocol
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