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Voy a empezar esta charla, Juan, como terminará la misma, con esta vital (del latín vita – vida) recomendación: que los nuevos impuestos que los colombianos tenemos que pagar se destinen a reducir el tamaño y costo del estado colombiano y, así, empezar a reducir el incomprensiblemente alto monto de impuestos que el estado colombiano le cobra a su pobre nación, solo para empobrecerla más, y aportándole muy poco en los medios de enriquecimiento, progreso y calidad de vida para los cuales el pueblo colombiano paga ese incomprensiblemente alto monto de impuestos.

Don Bruno, esa sería la mayor obra social para todos los colombianos que podría hacer cualquier gobierno colombiano.

Sin lugar a duda, Juan, y sobre ello hablaremos más adelante, pero mientras tanto, déjeme plantearle esto.

Juan, en Colombia hay mucha plata, y en Colombia, Juan, todo el mundo se está ganado la vida.

A grandes rasgos eso es así, don Bruno.

Sí, Juan, la cosa es que la mayor parte del empleo colombiano es periférico, por llamarlo así.

Claro que sí, don Bruno, eso es exactamente lo que es el rebusque, que emplea a la gran mayoría de los trabajadores colombianos.

Y el sector mayor del rebusque, Juan, es la industria del narcotráfico, de donde sale mucha de esa plata que energiza a la economía colombiana y sin la cual no se podría garantizar el sostenimiento del, de otra manera inexplicable, relativamente alto nivel de vida que mantiene Colombia.

Don Bruno, si hay tanta plata y todo el mundo se está ganando la vida, una forma de ver lo del desempleo sí es decir que no hay tanto desempleo en Colombia.

La verdad es que el desempleo en Colombia no es del 9.7%, que fue la cifra oficial de noviembre pasado y que supuestamente tiene a todos muy preocupados.

Yo creo que esa cifra de desempleo oficial para Colombia no dice nada, Juan.

Literalmente dice que todos los campesinos, los del rebusque y los del narcotráfico están empleados, que los delincuentes están empleados, que los guerrilleros, o sea los narcos encubiertos, están empleados, etc.

Pero vaya don Bruno a los grandes barrios populares y comunas y mire a ver cuántos de sus pobladores se consideran como empleados.

Es que, Juan, la tasa de desempleo en Colombia se mide según una encuesta que básicamente establece si una persona está buscando empleo o no, pero si esa persona está vendiendo confites en los semáforos no se considera como desempleado, o algo así.

¿Entonces, quiénes son los desempleados, don Bruno, según la cifra oficial?

Vaya uno a saber, Juan, pero los únicos que caben obviamente como buscando empleo, cuando así no caben los que están escasamente ingresando unos centavitos, son las personas que están activamente mandando sus hojas de vida, y ¿a cuantos colombianos cobija esa descripción?

Bueno, don Bruno, pero nosotros sabemos cuál es la solución al desempleo, ¿cierto?

Claro que sí, Juan.

La solución al desempleo es crear riqueza, teniendo en cuenta que la creación de riqueza es un fenómeno natural auto-multiplicador, tal como hemos explicado a fondo en nuestras charlas.

¿Y qué es lo que hace que haya creación de riqueza, don Bruno?

Lo que principalmente promueve la creación de riqueza, Juan, es la libertad.

El propio principio fundador de Colombia

Pero, en este caso, no es la libertad de los comuneros sino la libertad del dinero en circulación.

Y el dinero que hay que liberar es ese dinero en circulación que está esclavizado, que está colonizado por el estado colombiano.

Es que, Juan, el dinero en circulación en Colombia está tan altamente esclavizo y colonizado por el estado colombiano que eso hace este sea un país, en cierto sentido, autoritario.

El tamaño y el costo del estado colombiano están tan desmedidos y el nivel de impuestos tan exageradamente alto ya, que el estado colombiano absorbe mucha de la plata que sobra en Colombia, que sobraría para crear y crear más riqueza para Colombia, por parte de los colombianos, para el mejor y mayor bienestar y progreso de los colombianos.

Es decir, el estado colombiano apropia todas las ganancias que logra Colombia, para reinvertir en Colombia, para su creciente enriquecimiento, y el estado colombiano no hace las inversiones en Colombia que se requieren para promover el enriquecimiento y la calidad de vida colombianos.

Y no solo eso, don Bruno, sino que el estado colombiano ha sido corrupto y despilfarrador de los dineros de colombianos y, por eso y por ser  indiferente al bienestar de los colombianos, el estado colombiano ha sido abusador de los colombianos.

Juan, hay que liberar el dinero circulante en Colombia, atrapado por el estado colombiano, pero que es producido por los colombianos, no por el estado colombiano, para que los colombianos se puedan enriquecer y no empobrecer.

Hay que lograr la libertad de los colombianos de disponer de la riqueza que ellos crean para que ellos mismos pueden crear más riqueza para su propio mayor bienestar y progreso.

Si, don Bruno, y que el estado colombiano cumpla con sus deberes patriotas con esmero y eficiencia, y con consideración y respeto por los colombianos y los dineros que los colombianos le proporcionan con buena fe al estado colombiano, para que el estado colombiano obre con patriotismo a nombre de ellos, en sus requerimientos comunes.

Entonces, como ya lo dijimos, la mayor obra social que necesita y que más beneficiaría a Colombia, seria empezar a reducir el tamaño y el costo del estado colombiano.

Volviendo al asunto del empleo, y para no alargar más el tema el tamaño del Estado, Juan, miremos la legislación colombiana.

Supuestamente para el gran beneficio de los trabajadores colombianos, la legislación laboral que se ha aprobado en Colombia, de manera populista y arbitraria por Gobiernos y Congresos ignorantes, y sin consultarla ni considerar sus últimas consecuencias, lo que ha creado es una especia de oligarquía trabajadora colombiana, que trabaja para los pocos que pueden cumplir con las normas laborales utópicas colombianas.

Y, para los demás trabajadores colombianos, que se defiendan como puedan, literalmente.

Y, una vez un trabajador entra en la oligarquía trabajadora colombiana, queda tan protegido, como los demás trabajadores colombianos no lo están, que puede mamar gallo y ni se le puede regañar, sobre todo los empleados del estado colombiano.

Y la legislación para la oligarquía trabajadora colombiana hace encarecer el costo de vida en Colombia innecesariamente, por encarecer artificialmente el costo de producción y servicios.

Mire, entonces, Juan, las consecuencias de una legislación populista.

Sería mucho mejor, Juan, pasar a una legislación popular que cubra en menor proporción a todos los colombianos, especialmente a los que están en la informalidad o rebusque, que, como la actual, en gran proporción a unos pocos colombianos.

¿Y en ese sentido, nuevamente, qué es lo que más necesita Colombia para poder respirar tranquilamente y animarse a vivir bueno y con optimismo para su futuro?

Que se reduzca radicalmente el tamaño y el costo del estado colombiano.

 

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Charlas entre dos Colombianos de polos opuestos, pero con una atracción de imán entre ellos; Don Bruno, finquero, cursando su sexta década de vida, estudioso y erudito, y Juan, su mayordomo, cursando su cuarta década de vida, capaz, consciente e inteligente.

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