¿En qué estamos?
¡Estamos muy mal!
La breve historia de apenas 200 años de Colombia, que ha sido de pasar de revolcada y revuelta en revolcada y revuelta, hace sentir lo pavoroso que es este momento de calma antes de la tormenta de la realidad colombiana.
Más bien, Colombia está nuevamente en el ojo del huracán de su supervivencia libre y democrática.
Luego de las elecciones preliminares pasadas, de los potenciales veinte candidatos presidenciales que permite, apoya y financia la constitución actual colombiana, al haber llevado a la democracia colombiana a ser tan dispersa que no funciona para Colombia sino solo para los políticos, estamos en seis candidatos al momento de escribir.
Seis candidatos ya es un número tan disperso que deja a Colombia en una situación de desconcierto e inseguridad miedosa.
Lo que hay en estos seis candidatos son características de confrontación y beligerancia, de inocencia, de ignorancia y de romanticismo – de bobería.
Y cualquiera de esos candidatos que llegue a la presidencia va a encontrar un Congreso tan atomizado y llevado por individuos y facciones que no va a poder hacer ni lo poco que se le ocurre para Colombia.
¿Y por qué Colombia está en el Ojo del Huracán?
Al gobierno entrante le tocará lo siguiente:
*** No solo no va a tener el respaldo del pueblo colombiano, sino su desprecio alimentado, además, por el enfrentamiento del establecimiento colombiano con la izquierda, en una votación nada plural y de bajísimo conteo y limitada a esa polarización dañina.
*** Parte de una votación en que no estuvo representado el pueblo colombiano y por ello en que el pueblo colombiano no votó.
*** Al gobierno entrante le va a tocar todo lo opuesto, siendo el gobierno menos calificado y respaldado de toda la historia de Colombia, ante un pueblo descontento y con una situación económica realmente difícil y complicada a la vista, ante un Congreso que, si ya se ha mostrado imposible para gobiernos anteriores, estará peor que nunca en ese sentido.
… Y ese gobierno que entra con lo primero que se va a encontrar es con una situación económica de gran revés con el enorme, abultado y costoso aparato estatal, completamente fuera de cualquier relación con el tamaño de la población y enormemente desproporcional a la capacidad de los colombianos de sostenerlo.
Y un gobierno tan débil como el que entrará, ante un Congreso tan divido y atascado de incompetentes, incultos y corruptos, llevando las agendas de los rapaces que les financiaron sus campanas, porque los financiados son los únicos que quedan elegidos, no va a tratar de medirse a poner el Estado colombiano en su tamaño y costo aceptables, sino que va a pedir un aumento de impuesto con otra más de esas famosas reformas tributarias que acostumbra a ser la primera medida cada nuevo gobierno colombiano.
¿Cuál será el gran descontento del pueblo colombiano ante semejante insulto?
Escuché en la radio a unos aspirantes a Congreso que no fueron elegidos y que estaban muy decepcionados porque sus propuestas sobre eutanasia y penas perpetuas para violadores no fueron ampliamente apreciadas.
La cosa es que los colombianos lleguen a vivir largas, sanas, prosperas y pacificas vidas – ¡Esa la cosa!…
La cosa es que no se capturan ni se juzgar ni se condenan a los ladrones o a los violadores – ¡Esa es la cosa!…
Esos son los tipos de problemas que primero tiene que solucionar Colombia.
Vamos, por Dios… Si ese es el alcance del conocimiento sobre las necesidades de Colombia que tienen los aspirantes a Congreso, ¿qué se puede esperar?
Y esos aspirantes a Congreso desilusionados por no haber quedado con sus brillantes propuestas, tan ilusos y ciegos, despreciaron abiertamente, como incompetentes e insuficientes, a todos los candidatos ahora obligatorios. Qué mejor demostración de la calidad de los candidatos ya obligatorios.
Y esos candidatos obligatorios se van a tener que enfrentar con un pueblo ya muy descontento, ante una escasez de alimentos y un incremento vertical de precios debido -no del todo, pero sí apreciablemente- a la guerra de Putin.
Las organizaciones mundiales de salud y de alimentos ya lo han advertido.
Pero además ya salió una nueva variante del coronavirus que incrementará aún más el coso de vida, y parece que seguirán saliendo variantes cada vez más contagiosas aunque menos peligrosas.
Pero -¿No les parecer miedoso que los chinos han tomado, desde el inicio, la estrategia de cero tolerancia mientras el resto del mundo está buscando inmunidad de rebaño?
Aunque más miedoso todavía es que ya los chinos se están teniendo que dar por vencidos con su cero tolerancia que hace parecer que el virus les ganó.
Y esa estrategia de los chinos está afectando su economía que será otro causante del incremento de precios inminente y hará que exista menos plata china suelta en el mundo, lo cual causará pobreza.
Y oigan candidatos…
… Colombia importa prácticamente todo, sobre todo, todo lo que come y todo lo que necesita para hacer comida, y no cultiva nada que valga la pena, a pesar de ser privilegiado y tener todas las facilidades para hacerlo.
Y además, candidatos…
Si crear rabia y discordia es la táctica política más efectiva del momento, imagínense, candidatos, lo que les espera en ese sentido cuando el que sea elegido le toque afrontar, a solas, esa rabia y discordia.
Y, el solo hecho que crear rabia y discordia sea la mejor táctica política actual demuestra escalofriantemente las ganas incontenibles que ya hay de expresar esa rabia y discordia.
Como sea, Colombia va a tener que afrontar los que podrán ser de los más inciertos y zozobrosos años de su historia, ya tan incierta y zozobrosa, con un Gobierno y un Congreso débiles, ante unas condiciones internas complicadísimas y unas condiciones externas graves.
Colombia históricamente ha tenido grandes líderes, grandes personalidades, más o menos patriotas, más o menos egocéntricos, más o menos cultos, más o menos exitosos, pero grandes hombres han sido.
Partidos grandes producen hombres grandes.
Política atomizada produce hombres átomos.
Ahora, en este momento crucial, Colombia está en manos de hombres átomos, hombres pequeños.
¡Que Dios libere a Colombia, nuevamente!
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