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Juan, antes de que charlemos de nuevo, y por última vez, sobre el establecimiento colombiano, voy a decirle unas cosas que estoy viendo sobre el régimen que se está apoderando del sistema de gobierno colombiano.

Hágale, don Bruno.

El establecimiento colombiano, durante toda la historia de Colombia, ha sido arraigadamente conservador en cuanto a los principios básicos que dieron lugar a la creación de Colombia como nación, o sea Juan, de los principios de libertad bajo una constitución y un sistema de gobierno democráticos.

Colombia ahora tiene un gobierno que pareciera que va a ser una versión de la actualidad histórica de un gobierno marxista. Rusia y Cuba constituyen los restos del marxismo original y Venezuela una versión más reciente. Preocupa este último caso en el que, por culpa de la corrupción, el egocentrismo, la voracidad y la ceguera de su establecimiento, es un país que está deshecho y cada vez más pobre, y su sistema de gobierno dictatorial frágilmente se sostiene con dineros del narcotráfico.

Ay sí, don Bruno, pobre Venezuela. Mire tanto venezolano que ha venido a Colombia a buscar una mejor vida.

Y la verdad, Juan, es que encontraron acá, en nuestra querida y generosa y abundante Colombia, mejor vida. Será que aquí, en Colombia, les va a tocar una repetición de lo que les pasó en su propio país, Venezuela, que también fue querida, generosa y abundante.

Juan, el marxismo resultó ser el error más grave de toda la existencia humana.

El marxismo ha sido y sigue siendo el error de más pérdidas de vida, sufrimiento, empobrecimiento, atraso, abuso y pérdida de libertad conocido por el hombre.

Entonces, don Bruno, ¿por qué insisten en eso?

Por megalomanía, Juan, o sea, por poder.

Engañan a los pobres con mentiras y luego se apoderan de ellos y les hacen la vida miserable para alimentar esa megalomanía y se sostienen indefinidamente con más engaño, reforzado con la brutalidad, y se apoderan de toda la riqueza del país, y el nivel de vida se deteriora a su peor existencia, y así ya no tienen sus ciudadanos ninguna capacidad de salvarse.

¿Y será, don Bruno, que eso podría pasar en Colombia?

Pues Juan, quién sabe, pero es mejor advertir que arrepentir.

En Chile, Juan, acaban de elaborar toda una reforma constitucional, con todo el costo, tiempo y desgaste que eso significa y, al final, parece que se dieron cuenta de muy pocos de esos cambios convienen, y van a volver a la constitución de Pinochet, quien fue un dictador, y por mal que sean todas las dictaduras y sus abusos, si se mira solo desde la óptima económica, se puso a Chile sobre el camino del enriquecimiento y el progreso, y bastante lejos ha llegado en ese sentido. Y bien puede calificar ahora Chile como el país más desarrollado de Suramérica, y en muchas cosas también de Latinoamérica.

En cambio, Juan, en Colombia, durante la campaña de elección del nuevo gobierno, el presidente electo propuso rupturas que preocupan.

¿Por qué lo dice, don Bruno?

Pues Juan, por ejemplo, ya hemos hablado y advertido sobre el peligro que significa que Colombia deje de explorar, y así rápidamente de producir, petróleo para exportar. Con eso, se perderán las divisas correspondientes y hasta la alimentación colombiana va a quedar en manos de las divisas que entran al país del narcotráfico, proveniente de las narcoguerrillas.

Pues qué miedo, don Bruno.

Pues ojalá, Juan, que eso no sea lo que haga el nuevo gobierno de Colombia, porque cuánto no han vinculado los rumores al actual gobernante con Venezuela.

Y a esto se suman, Juan, otras cosas que coinciden con eso y que agravan más el susto.

¿Qué cosas, don Bruno?

Pues, Juan, por ejemplo, que se va reformar la policía de combate que actualmente ejerce la vanguardia de la lucha antinarcóticos y contra las estructuras criminales organizadas. ¿Y qué pasaría con la inteligencia de la policía?

Pues, don Bruno, si no se van a combatir los grupos narcotraficantes organizados, eso respaldaría mucho la idea de dejar a Colombia dependiente de la plata del narcotráfico.

Qué miedo, don Bruno.

Es que, por Colombia importar todas sus comidas, parte de esto con plata de narcotráfico, los colombianos han olvidado cómo trabajar las tierras.

Lo que hay que hacer, y no es difícil, es que Colombia produzca sus propias comidas y que sea rentable para los campesinos y cultivadores y, a la vez, barato para los consumidores colombianos.

Y tierras hay de sobra, don Bruno.

Acertado, Juan.

Y si se pasa de cultivar droga por cultivar comida, se salvan las selvas y bosques nativos colombianos.

Pues, Juan, uno analiza la situación actual y se preocupa, pero tampoco le conviene a Colombia volver a todo lo que llevó a Colombia a estar en la situación que hemos dibujado en esta charla.

¿Entre la espada y la pared, o qué, don Bruno?

Dios quera que no, Juan.

Que Dios lo oiga, don Bruno.

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