Eh Avemaría, Juan, la realidad de las elecciones presidenciales de primera ronda, que apenas se está conociendo, pinta negra.
Si, don Bruno, parece que nos quedamos con tener que escoger entre el salto a la fogata o el salto al vacío.
Y por eso, Juan, los colombianos ahora están más bravos que nunca.
Y están bravos, don Bruno, porque están con mucho susto.
Sí, Juan, entre el candidato eterno de una cansada izquierda envuelta en una pantalla de humo y el candidato de la nada, que salió de la nada y no tiene nada para ofrecer.
Ninguno de los dos inspira confianza, don Bruno.
Para nada, Juan, cada uno, a su manera, inspira inseguridad y miedo por el futuro inmediato de Colombia.
Necesitamos un gobierno fuerte, con soluciones. Le propongo, Juan, que hagamos un resumen de ese paquete de consejos para que les quede más fácil a ambos candidatos apreciar sus alcances.
Hagámoslo, don Bruno.
Lo primero, Juan, lo prioritario, los más esencial, lo más urgente es hacer que el pueblo colombiano tenga voz y representación directa en las decisiones y en el sistema político.
Para ello, hemos propuesto la “Democracia Dual”, en la que los alcaldes y gobernadores son quienes conforman el Congreso.
Y lo segundo, Juan, para la prosperidad colombiana y el bienestar social y ecológico colombiano, hay que abrir la puerta a nuestra propuesta de “Evolución Capital” o “Bienestarismo”, en la que el alto sector económico privado colombiano asume su responsabilidad por los medios de que depende su continuada y mayor prosperidad y su misma supervivencia.
Y tercero, voy a seguir, Juan, con un consejo que aún no habíamos hablado en nuestras charlas sobre algo de enorme importancia para Colombia, su educación.
Para que Colombia tenga éxito, Juan, la educación tiene que mejorar.
¿Y cómo crees que se puede hacer eso, don Bruno?
Pues, Juan, lo primero sería privatizar las universidades públicas. El hecho que se haya incrementado tanto la oferta de educación superior privada demuestra tres cosas: primero, que las universidades públicas no funcionan, segundo, que más y más jóvenes colombianos quieren capacitarse a nivel superior.
Qué buena cosa, don Bruno
Y tercero, que más y más jóvenes colombianos están en capacidades de cubrir el costo de su educación superior.
Otra buena cosa, don Bruno
Es que, Juan, por la paz, bienestar y prosperidad de Colombia, y para lograr un gran alivio de la carga fiscal del Estado, privatizar las universidades publicas sería un gran bono para el país.
Entonces, Juan, el alto sector económico privado colombiano debería empezar a encargarse de toda la educación en Colombia, desde el principio y durante toda la vida.
Sería su primer paso y – ¡que paso! – en asumir su responsabilidad por los medios de que dependen su continuada prosperidad y su mayor enriquecimiento y su supervivencia, tal como hemos expuesto en nuestras charlas sobre “Evolución Capital” o “Bienestarismo”.
Y, Juan, nada sería más importante para el alto sector económico privado que la educación, siendo ese sector el gran empleador y sabiendo ese sector qué es lo que necesita de parte de la educación colombiana para mejorar su productividad y desempeño.
Le digo, don Bruno, por ejemplo, que el Minuto de Dios haría un estupendo, humanitario y patriótico uso de las instalaciones de las universidades.
Qué gran coincidencia hay en ese buenísimo apunte suyo, Juan.
Y le digo, Juan, si se junta el Minuto de Dios con el alto sector económico privado colombiano, tendríamos educación superior popular, de primera clase y a unos costos muy ampliamente accesibles.
Y para apreciar lo beneficioso y productivo de que el alto sector económico privado colombiano se encargue de la educación en Colombia, no es sino mirar las maravillas que ha hecho en salud.
La salud colombiana actualmente rivaliza cualquier sistema de salud del mundo y le gana a muchos, y todos los días mejora.
Hay que destacar a esas compañías prestadoras de salud, que deberían recibir un reconocimiento público del gobierno y de los colombianos.
Y así de efectivo sería el alto sector económico privado colombiano con la educación colombiana. ¿Por qué no?
Don Bruno, ¿por qué no hacer con la educación colombiana lo mismo que con la salud colombiana? o sea, como un seguro en que los que tienen más capacidad de pago subsidian a los que tienen menor capacidad de pago.
Por esa idea, Juan, creo que usted debería recibir un reconocimiento del gobierno también.
Pues ahí está, Juan, otra gran idea para que Colombia tenga éxito.
Sigamos entonces, don Bruno, con el resumen de nuestro paquete de consejos para que Colombia tenga éxito…
Hay que reducir los impuestos, multas, cobros y burocracia del Estado, y reducirlos drásticamente.
Hay que rebajar el costo del Estado, para lo cual hay que bajar el tamaño del Estado, para que, así, los consumidores colombianos tendrán más plata para invertir y gastar por pagar menos impuestos. Así se crearía verdadera riqueza colombiana.
Hay que volver a Colombia autosuficiente para que no dependa del resto del mundo, como ha llegado a ser su extremo y vergonzoso e innecesario caso actual.
Hay que liberar las importaciones para que el suministro de las comidas importadas, de que depende el pueblo colombiano para comer, por Dios, sean lo más baratas y nutritivas posible.
Hay que aflojar la legislación y la reglamentación laboral colombiana para hacerla mucho menos onerosa y, así, abrir el empleo colombiano a todos los colombianos en igualdad de condiciones, remuneraciones y garantías.
Hay que hacer lo que sea para que se vengan los capitales colombianos y de todo el mundo a Colombia.
Lo que no hay que hacer es intervenir los fondos privados para crear un sistema del cual dispondría de esos fondos el sobredimensionado, corrupto, inefectivo y despilfarrador Estado colombiano. En cambio, lo que hay que hacer es liberar los controles de cambio y darle garantías de privacidad e independencia seguras y creíbles a quienes quieren traer sus platas a Colombia, y, sobretodo, a los Colombianos que lo quieren hacer.
Hay que quitar esos abusivos, ofensivos, encarceladores, costosos y anticonstitucionales peajes.
Hay que usar el patrón oro para el peso colombiano para fortalecer su valor de cambio interno y externo y para reducir al mínimo la inflación y devaluación, al darle a los colombianos y al mundo exterior confianza en la moneda colombiana.
Hay que hacer de San Andrés un puerto libre, para el enorme enriquecimiento del archipiélago, para aferrar a San Andrés a Colombia, para crear un centro turístico de alto nivel internacional en la isla y, sobre todo, para que se repatrien los capitales colombianos en el exterior y vengan capitales de todo el mundo a Colombia para su gran enriquecimiento.
Con esos ejemplos, Juan, de tantos más consejos que hemos hablando en nuestras charlas, hemos demostrado cómo hacer para que Colombia tenga éxito político, económico, social y ecológico, y para crear riqueza en Colombia, no solo para afrontar la crisis de escasez e inflación venidera, sino mucho más allá, para poner a marchar a Colombia sobre el camino de su buena fortuna.
Y todo lo que hemos aconsejado, Juan, es para sacar a Colombia de su miedoso estancamiento y retroceso y poner al país a marchar hacia su engrandecimiento, prosperidad, bienestar y, sobre todo, a que Colombia sea de los colombianos. Así, finalmente, ser una nación verdadera, empoderada por su buena gente y respaldada por su abundante riqueza y belleza natural.
Todo lo que hemos hablado en esta charla, Juan, y en todas nuestras charlas, tienen derecho los colombianos de conocer, de debatir y de dar su veredicto al respecto.
Mañana seguiremos, Juan.
Ay, don Bruno, ojalá Colombia tenga una mañana asoleada y no tapada de niebla.
Dios lo oiga, Juan.
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