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Actualmente en Colombia, en medio de la intensa campaña presidencial que estamos viviendo, junto con las nuevas realidades de opinión provocadas por el uso masivo y a veces maleable de las Redes Sociales por una nueva generación también más educada y consciente, y en la que apenas iniciamos a convivir con aquella generación influenciada por visiones que nuestra misma realidad actual nos demuestra que ya se están haciendo cada vez más obsoletas, pareciera que el país se ha plantado en torno al tema de la corrupción para elegir Presidente.

Es tan importante este tema, que la campaña será recordada lastimosamente por dos cosas: por el lado de la derecha, de cuando Fico se tomaba fotos con todos los politiqueros corruptos del país, sin hacer propuestas novedosas sino vivir detrás de Petro para ver qué le critica y, por el lado de la izquierda, de cuando salió el escándalo del hermano de Petro visitando las cárceles del país; sin embargo, ¿Conocemos como funciona en general el sistema de corrupción política en Colombia que tanto nos indigna y que nos crea toda la pobreza y la miseria?

Todo inicia en la campaña Presidencial, sin importar su vertiente ideológica. La persona que está postulada y que, lo más probable, es que venga de un recorrido político tradicional y de visión obsoleta, como los que siempre han gobernado y que quieren seguir gobernando en nuestro país, concluye que lo prioritario es ganar, sin importar la forma, ni las alianzas ni el cómo. Solo importa ganar y, además, al ser estas personas carentes de un poder personal que haga brillar sus liderazgos naturales y sus ideas que inspiren mayoritariamente al pueblo, por supuesto no les queda más alternativa que decir superficialidades vacías en los medios publicitarios y entrar a negociar alianzas con cientos de politiqueros y Partidos en los que ya nadie cree, para conseguir votos y poder llegar a la Presidencia.

Por supuesto, toda negociación exitosa debe representar un gana-gana para ambas partes. Por un lado, el candidato ganaría la Presidencia y, por el otro lado, ¿Qué ganaría el politiquero o el Partido que también lo apoyó y contribuyó a ese triunfo? Siempre quieren ganar poder, y la posibilidad de hacer demasiada plata fácil, que en ese mundo solo puede ser de manera ilegal y miserable.

Usualmente el candidato, próximamente Presidente, a cambio de sus votos, le promete al Partido la posibilidad de nombrarle a su deseo uno que otro Ministro y entre 1.000 y 2.000 personas en las cientos de instituciones públicas que controlará en el país. Luego, una vez en la Presidencia, supongamos que al Partido Naranja le entregaron el Ministerio de Educación y 1.000 puestos a nombrar en el aparato burocrático, y este Partido tiene 15 Congresistas, que a su vez están conectados y trabajan con Alcaldes, Gobernadores, Diputados, Concejales y contratistas privados (Si, el sector privado hace parte esencial de la corrupción). Si fuesen equitativos, entonces cada congresista y sus redes podrían influir en el nombramiento de unas 66 personas o hasta mucho más.

Después, digamos que el congresista Juan Alimaña del Partido Naranja, que invirtió $5.000 millones de pesos en su campaña y debe no solo recuperarlos sino lograr la máxima rentabilidad económica posible de su inversión (porque así piensan ellos que es la política, un negocio), logra el nombramiento del “Director de Proyectos” en el Ministerio, y crea buenas relaciones con Viceministros, otros directivos y el resto de mandamases estratégicos, que además deben tratarlo bien para que el hombre esté contento y apoye en el congreso los proyectos del Presidente; aquí es donde logra consolidar su poder para influir directamente en las tomas de decisiones y pueden empezar las piñatas.

Una vez el congresista consolida su poder, sale a negociar con sus aliados de alcaldes, gobernadores y contratistas para asociarse en el concierto para delinquir y ayudarle en dicho Ministerio a sacar adelante el presupuesto que necesita para hacer realidad sus proyectos de campaña. Para este escenario, digamos que el alcalde del pueblo de la “Perlita” tiene como prioridad el contrato de alimentación escolar que cuesta $10.000 millones de pesos. El politiquero le dice que le gestiona el presupuesto para que salga rápido en el Ministerio, y a cambio él debe poner a la empresa contratista “Alimentos Infantiles” a ejecutar ese contrato. Obviamente la empresa contratista es socia de confianza del congresista e igual de culpable.

Paralelo a ello, ya los politiqueros habrán negociado con “Alimentos Infantiles”. Hoy en día es usual ver a congresistas, alcaldes o gobernadores cobrando el 30% del valor de los contratos a los contratistas que lo van a ejecutar; ¡¡¡30%!!!, es una salvajada indignante propia de personas con mentalidad de narcos que solo prefieren hacer dinero fácil, pero el hambre de dinero rápido es grande, y pagar los votos que compran y los sueldos de su estructura política también es caro.

De esos $10.000 millones que reciba, el contratista deberá entregarle $3.000 millones de pesos al congresista que la gestionó, y utilizar los $7.000 millones restantes para cumplir con el contrato y para sacar su ganancia del negocio. Si este contratista administra bien, puede ganarse del 15% al 25% o más del contrato, entonces este programa de alimentación infantil que fue presupuestado por $10.000 millones, se tiene que hacer con la mitad o menos de los recursos, y la única forma de hacer esta maroma cuasi-imposible, es eliminando radicalmente la calidad de los alimentos para que los costos salgan lo más barato posible, y por eso terminamos viendo en las noticias los niños de familias pobres y vulnerables que reciben incluso raciones de comida podrida o con rastros de coliformes (literalmente mierda). Y como el congresista ganó su platica y se hace millonario y feliz en solo cuatro años, vemos también en televisión como votan y apoyan masivamente los proyectos del Presidente. Esto es la consolidación podrida de la llamada “Gobernabilidad”.

Este mismo modus operandi para delinquir por parte de las organizaciones criminales (Movimientos y Partidos) de los politiqueros que aparecen en televisión hablando de “Libertad y Democracia”, y miles de otras formas más diversas y sofisticadas, es el pan de cada día en todos los municipios y departamentos del país, en todas las instituciones y en todos los sectores, en la construcción de obras, vías, hospitales, colegios, dotación de equipos y suministros, defensa, licitaciones, etc. Es el cáncer que nos carcome, la semilla de la generación de pobreza y miseria en nuestro país, y es el lastre que no nos permite despegar a la velocidad que podríamos con la berraquera que tiene el colombiano. Así que haz bien las cuentas de con cuantos partidos y politiqueros va unido tu candidato. Tanto la Derecha, como el Centro y la Izquierda están untados, ¿irónico no?

Y mientras tanto nosotros los colombianos de a pié, peleándonos pendejamente por ellos…

Adenda: Indudablemente, el más untado de todos es Fico Gutiérrez y hay que decirlo con contundencia y claridad. Tiene detrás suyo a todos los partidos tradicionales, politiqueros y corruptos del país: al Partido de la U con Dilian “Plata” como le dicen sus copartidarios, el Partido Conservador que no les importa ganar sino “Estar siempre en el Gobierno” obvio por lo rentable que es, Cambio Radical de Vargas Lleras (el organizador nacional de contratistas en la era Santos mermelada) y los Char (los de Aída Merlano y la compra de votos en Barranquilla), el MIRA, el Centro Democrático y todo el séquito de Uribe (con todo lo que sabemos de falsos positivos, feria de notarías y entidades, y alianzas hasta de su familia con el paramilitarismo), y probablemente el Partido Liberal, que son de los que más caro cobran sus gestiones a los contratistas y pasan de agache bien callados. Ese cuento de defender la “Libertad y la Democracia” es vacío y lo usan siempre solo para agarrar incautos que desconocen la realidad de lo que cargan detrás. Por eso es que ya nadie les cree…

 

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