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Alguna vez lloré por un gol injusto o una jugada mal anulada en un partido de mi equipo amado. No olvido el gol fantasma que un árbitro, en uso de buen retiro, le concedió a ese mismo equipo en Ibagué eliminando al local  de una semifinal. Quién no recuerda la jugada de gol anulada a la selección Inglesa en un mundial y los goles hechos con la mano que se quedaron como anécdota en el imaginario de los recuerdos futboleros, en aquella final de la  VIII Copa Mundial de Fútbol en Inglaterra en el año 66, donde las cámaras captaron el gol del onceno alemán que nunca les fue reconocido. Son años y años de polémicas deportivas y un centenar de avances tecnológicos en cámaras y sensores sofisticados que han aparecido en el mercado, los cuales seguramente en aquella época hubieran permitido que la justicia primara frente a la «objetividad» de un personaje que tiene el poder.
He compartido por años la teoría de muchos comentaristas deportivos que afirman que la mediación entre la legislación deportiva y los jugadores, debe ser el hombre, con sus errores y virtudes, y no una herramienta tecnológica (ya que me gustan).   Pero también están los verdaderos engaños de la magia de algunos de los artistas de este sacro deporte en sus regates del balón entre los pies del adversario, o el ‘falso amago’ de tiro que desconcierta al arquero y lo obliga a arrojarse en la dirección errónea para llorar después y por qué no, la trampa descarada y limpia como la de aquel gol del mundial de México donde hubo la intervención de la mano de Dios y todo se resumió en ese extraño placer de deliberar «si fue o no fue», o manejar diferentes emociones por minuto.  
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Sin embargo, la semana pasada parece que todo cambió, ya que la International Football Association Board (IFAB), entidad que dicta las normas de fútbol aprobó, por fin, la utilización de la tecnología sobre la línea de gol para acabar de una vez por todas con los goles fantasma a través de dos sistemas: el ojo de halcón y el balón inteligente. El sistema guarda alguna que otra similitud con el que se utiliza desde hace años en las canchas de tenis, aunque ahí son sensores. En los estadios de fútbol se instalarán catorce cámaras -siete en cada portería- que capturarán casi en tiempo real la posición exacta de la pelota.
Lo señores de la FIFA introducirán esta innovación tecnología en la línea de gol después del fracaso de los jueces cerca a los arcos,  en algunos de los torneos más importantes del candelario mundial, como los son: Mundial de Clubes 2012,  Copa de las Confederaciones 2013 y Mundial Brasil 2014.
Aunque defiendo lo justo y en especial  por los recuerdos de mi bóveda futbolera, cada día creo más en aquello de la justicia poética. Para los equipos que juegan bonito y que no se pueden marchitar, no les niego que me produce total «grima» el simple hecho de imaginarme el mal uso que les puedan terminar dando a las TIC nuestros comentaristas, directivos, técnicos, jugadores e hinchas, haciendo de las suyas (aunque ya lo hacen cada fecha), para detener el partido cada vez que se sientan perjudicados por el árbitro y revisar las imágenes, tirándose lo bonito del fútbol.

Álvaro Rodríguez
Asesor en proyectos de TIC y educación para el desarrollo social
Corporación Colombia Digital
@Loscuernos

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