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A menudo escuchamos hablar de “estrategias” para redes, para contenidos, para plataforma, diseño, etc., sin embargo a la hora de realizar las acciones no siempre se desglosa o tiene una idea clara de estrategia para implementarlas.

Pensar de forma estratégica no está atado al plan de acciones que se establecen ni a los objetivos que se esperan alcanzar, es mucho más que eso. Una vez que tengamos definido ¿qué haremos?, ¿cómo lo haremos?, ¿para qué lo haremos?, entre otras preguntas que debemos plantear a la hora de definir acciones y tareas que articularán nuestra estrategia de redes, es entonces el momento hacer marchar las cosas. No se trata de ejecutar y ya, se trata de considerar las consecuencias y reacciones que esperamos tras cada acción, así como de revisar cuál será el efecto que generará en las personas, a fin de tener claro cómo actuar más adelante.

Tener pensamiento estratégico es vital para todo plan de intervención en redes, ya que es un componente propio, un valor agregado que a la vez es obligatorio. Es de esos plus que le damos a nuestro trabajo, ya que de este depende qué tan eficaz termina siendo cada una de las cosas que hacemos. 

Un mensaje publicado en Facebook, Twitter, Google+, o en la red social que manejemos, puede convertirse en todo un plan de movilización que surge de la nada, el cual puede significar una tendencia o posicionarnos ante usuarios, redes y buscadores. Muchas veces las acciones menos planeadas terminan convirtiéndose en las más compartidas o las más virales; sin embargo, lo que sí no se puede dejar al azar es la intención con la que se hace o toma esa decisión.

Es allí donde tener en cuenta cada una de las acciones que realizamos de cara a lo que pueden significar o convertirse se vuelve clave. Y es que no solo es recomendable para “saber” o “medir” de ante mano qué puede pasar, sino que ayuda a reducir el riesgo de errar con las intervenciones, permitiendo que estemos un paso adelante cuando el objetivo que se busca no es alcanzado. El pensamiento estratégico está en deducir las variantes que pueden darse tras un simple “sí”.

Ser estrategas no se traduce solamente a establecer indicadores de seguimiento, parámetros de ejecución, crear objetivos y acciones para alcanzarlos. En pocas palabras se trato de volvernos intérpretes de lo que todo ese plan de acción puede representar a corto, mediano y largo plazo. De tal manera, que estar a cargo de las plataformas sociales muchas veces se traduce en “ser la voz” de la marca u organización, pero implica también ser la mente detrás de las acciones; por lo que no somos solo los ejecutores de ciertas labores, sino que además somos traductores, leemos números, me gustas, comentarios, compartidos, retweets, +1´s y mucho más, los cuales debemos analizar e identificar qué se esconde en cada uno de ellos.

El pensamiento estratégico se trata de saber cómo conseguir la interacción de los usuarios, mediarla y convertirla en conversación, entendiendo esto último como un tema de interés que se desata entre varios internautas.

Siempre que se publica un contenido en redes sociales se debe analizar cuáles son las mejores formas de hacerlo, a qué público se dirigirá, cuál es el mejor lenguaje que debemos usar. Si se tienen en cuenta factores como estos los contenidos tendrán mayor impacto, una mejor circulación y recibirán un buen número de visitas. De nada sirve un buen contenido si no se promociona de la manera adecuada.

 

Cristhian Herrera
Community Manager – Comunicador Social
Colombia Digital

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