Al parecer este es el año de los cambios. En los últimos meses he sentido un sacudón en mi vida que me ha impulsado a tomar decisiones, resolver asuntos pendientes, liberar emociones y sanar recuerdos que aún están en mí.
Admito que soy de las que prefiere la estabilidad y los cambios progresivos, de las que elige vivir por períodos extensos en entornos cómodos y conocidos. Por eso, tantos movimientos en tan poco tiempo me han asustado y me han enfrentado con mis grandes miedos e inseguridades.
Sin embargo, este escrito no se trata de esos cambios, sino que trata de un regalo que recibí por parte de una de mis mejores amigas durante esta época. Ella es una de las personas que más me conoce desde pequeña, y es alguien capaz de leerme con una mirada o saber qué me pasa al escuchar el tono de mi voz.
En estos días, tras un mensaje de auxilio que hice al chat de amigas, ella llegó a mi casa y después de escuchar mi desahogo me dijo: “No sé qué decirte, pero aquí estoy”.
Fue una de las respuestas menos esperadas que podía recibir por parte de ella, pero una de las palabras que más me dieron alivio frente a lo que sentía. Su gesto fue una dosis de amor puro y su presencia silenciosa no solo abrió un espacio de contención sino también de mucha reflexión.
Pasados los días fui sintiéndome mejor y me di cuenta que había recibido el regalo de ser escuchada desde un lugar pleno, sincero e incondicional. Ese lugar fue suficiente para volver a encender la luz y ver con mayor claridad mi situación. ¡No era tan grave por lo que estaba pasando, en medio de todo, las cosas iban bien!
Así mismo pensé que muchas veces cuando alguien se acerca a mí para contarme algo o buscar esos espacios de apoyo, suelo tener las palabras adecuadas y los consejos de qué hacer para sentirse mejor. Y aunque esto sea desde una buena voluntad, al final es lo que me ha servido a mí bajo mis propios conceptos de bienestar o felicidad, pero quizás no es lo que la otra persona necesita.
Este regalo me ha inspirado a cultivar el acto de escuchar. Darme el tiempo para que a través de la escucha plena se puedan crear más espacios y valles donde el silencio hable con su sabiduría y el amor se comparta de una forma genuina.
Paola A. León
*** Dedicado a mis amigos 🙂 ***
Gracias por esa bello y sabio artículo acompañado de la humildad y el amor que se puede vivir en el silencio al saber y escuchar …. muy reflexivo
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