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Con tristeza y desesperanza, he visto cómo en los últimos años graves escándalos han empañado la industria del fútbol y han lastimado fuertemente su credibilidad. Como soy fiel seguidor de este deporte, encuentro inquietante y frustrante que todas las posibilidades de crecimiento que ofrece, se desdibujen frente a malos manejos, intereses individuales y falta de visión. Si dependiera de mí ¿qué haría para cambiar esta situación?

Entre las particularidades que tiene el fútbol, se destaca su enorme potencial para transformar la vida de las personas y por lo tanto se convierte en un escenario ideal para generar oportunidades de desarrollo y crecimiento en la sociedad. Admiramos la determinación de los futbolistas, nos alegramos con sus logros y lloramos sus fracasos, pero olvidamos que detrás de estas luchas individuales hay iniciativas enormes que involucran el proyecto de vida de muchos. Pienso que este ecosistema, que comprende entrenadores, titulares, suplentes, familiares y agentes públicos y privados, es vital para potenciar la función social del fútbol; desafortunadamente eso no se está dando.

Si de mí dependiera, la industria del fútbol debería aprender más de la educación. La administración deportiva podría funcionar como un espacio para identificar fortalezas y cubrir debilidades, dentro de una dinámica de crecimiento y formación constante. No olvidemos que el futbolista es un ser humano que está aprendiendo, quien con mucho esfuerzo y frente a un gran escenario, afina constantemente sus habilidades antes de que su vida deportiva se extinga. Una industria del fútbol ideal, tendría en cuenta la naturaleza del deportista, como un estudiante, un ser humano en constante formación.

No es descabellado pensar que los futbolistas enfrentan una gran presión al llevar a cabo su carrera ante la mirada de todo el mundo. Es claro que no siempre están preparados para lidiar con el peso que implica ser una figura pública y al mismo tiempo tener un desempeño sobresaliente. Esto explica por qué muchos talentos y grandes figuras sucumben con tanta facilidad ante la complejidad de la situación.

Si estuviera en mis manos determinar el destino de esta industria, buscaría encaminarla hacia áreas formativas, aprovechando el énfasis y la notoriedad que usualmente se le da a los logros, títulos y victorias. El fútbol no ocurre de manera aislada en un partido de noventa minutos que se juega un domingo, es una institución social de amplia envergadura que nos toca y afecta a todos.

Desde mi humilde percepción, las organizaciones deportivas no han hecho su mejor esfuerzo por convertir el fútbol en un actor de transformación social. Los escándalos que han quedado a la luz en los últimos años nos demuestran que quienes se benefician de este deporte son solamente unos pocos.

Ante esto, preocupa que la percepción del ciudadano común sea que el fútbol es similar a una mafia y que se asocie con la corrupción, la violencia en las barras bravas y el juego sucio.

@FDavilaL

Fernando Dávila Ladrón de Guevara

Rector Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano

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