Hay pocas dudas sobre el rol de la Educación en el posconflicto. En esta realidad, cada vez más cercana, creo que uno de los mecanismos más efectivos para evitar el regreso a la guerra, es una población educada. Frente a las deficientes condiciones de infraestructura y acceso del país, vale la pena preguntarse cómo podemos hacer de la educación una pieza clave en este proceso.
En algunas regiones aisladas de Colombia, en las que el impacto de la guerra ha sido especialmente fuerte, superar los rezagos en términos de desarrollo tomará tiempo. No se puede negar que el abandono en estos sectores genera inquietudes sobre la meta del Gobierno de reconstruir el tejido social del país y garantizar el derecho a la educación de todos sus habitantes.
Sin embargo, este panorama se vuelve más alentador si se tienen en cuenta las posibilidades de la conectividad y la virtualidad. El desafío que nos presenta a los educadores este nuevo escenario, es una oportunidad para explorar las ventajas y potenciales de la tecnología, para replantear la manera en la que concebimos la Academia y poner en marcha modelos de formación innovadores más incluyentes.
Aunque la Colombia del posconflicto es un terreno ideal para implementar ejercicios formativos no convencionales, primero es necesario apartarnos de la idea, muy arraigada aún, de que la Escuela es solamente un edificio con pupitres y tableros. El desdibujamiento de esa imagen ha abierto el camino a ejercicios pedagógicos alternativos y no presenciales, que florecerán en la coyuntura del acuerdo de paz.
El alcance de la educación virtual nos acerca a una realidad que hace algunos años parecía imposible; podemos pensar en aplicar metodologías de aprendizaje basadas en experiencias tecnológicas a miles de comunidades del territorio nacional.
Una gran ventaja de estos modelos de formación no tradicional es que debilitan el vínculo, tan dañino hasta ahora, entre la calidad de la educación y el costo de la misma. Por su flexibilidad, desafían también la peligrosa idea de que todos aprendemos de la misma forma y al mismo ritmo. Pienso que al desarrollo tan disímil de la nación, debe enfrentarse con un espectro igualmente amplio y diverso de realidades educativas y la tecnología será una aliada en esa tarea.
En este momento crucial, no podemos darnos el lujo de descartar los beneficios que nos ofrece la virtualidad para resolver los problemas de acceso a la educación. Entre los obstáculos a superar estaría el nivel de conectividad en el país, que aún no es el ideal y, en otra medida, la desconfianza que se tiene hacia la educación no tradicional. Pese a estas y otras dificultades, tenemos una oportunidad única para construir un país educado y en paz.
Fernando Dávila Ladrón de Guevara
Rector Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano
Sr. Rector:
Este comentario es de Nicolás Arias Velandia, docente e investigador también de la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano.
En primer lugar, me agrada ver en este importante medio su opinión sobre asuntos de la educación y el desarrollo de la paz permanente para Colombia. Creo que es usted consecuente con la idea de que el mejor alimento para la paz es crear oportunidades y desarrollo en las regiones.
En segundo lugar, coincido plenamente con usted cuando dice que el uso de entornos virtuales es una manera de llegar a las regiones tradicionalemente privadas de oportunidades de desarrollo. De hecho, coincide usted allí con la consigna de la UNESCO de hacer que los medios virtuales den acceso a la educación a personas que habitualmente han estado privadas de ella por problemas de desplazamiento, como las que habitan zonas rurales de difícil acceso.
Por otra parte, su columna nos llama a pensar en dos asuntos: el tema de costos y el de acceso para las personas en las regiones apartadas. La apuesta por un costo menor en los medios virtuales es muy interesante, pero plantea un gran reto de planificación y organización muy grande, con el cual no necesariamente la educación virtual se maneja a un menor costo. Coincido sí con su perspectiva, de tratar de que ese costo no se cargue al estudiante: es importante buscar agentes estatales y privados que apoyen también la educación virtual, para que esta genere mayores oportunidades.
El acceso a personas de regiones apartadas es un gran reto también. Diferentes fuentes como el DANE, el ICFES o LLECE – UNESCO muestran que en ciertas ocasiones, las oportunidades en nuestros países tienden fuertemente a concentrarse alrededor de sus grandes núcleos urbanos, y los diferentes tipos de educación no han escapado a esta lógica. Creo que la respuesta a este reto de romper esas dinámicas de concentración está en usar los medios virtuales no solo para ofrecer educación, sino diferentes oportunidades en esas regiones más excluidas.
Un saludo y felicitación por sus columnas.
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