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El pueblo ha hablado, y usando un poco de las palabras del tristemente célebre coronel Plazas Vega, “esta es la democracia, maestro.” Con todas las imperfecciones que puede tener, nuestro sistema político garantiza algún tipo de representatividad. Si bien estamos muy lejos aun de tener electores maduros y gobernantes responsables, el camino hacia una sociedad consciente de su papel en la conformación y fiscalización del ejercicio del poder se está recorriendo.

Dejando a un lado las evidentes virtudes del proceso democrático, luego de una contienda electoral como la que culminó ayer es evidente que hay ganadores y perdedores; procesos que finalizan, nuevos rumbos políticos que arriban con mucha expectativa, algunos que luego de mucha expectativa entran al “pabellón de quemados”, y otros que son muy buenos pero que sin maquinaria, les toca quedarse en la sala de espera del hospital otros cuatro años más. En esa medida, los medios de comunicación – pero sobre todo, las redes sociales -, se encuentran llenas de manifestaciones en tal sentido.

En el caso particular de Bogotá, es claro que luego de doce años en el poder, la izquierda recibe un fuerte golpe. Más allá de su real magnitud de cara al futuro, e independientemente de que crea que aquella es una fuerza política fundamental en Colombia de cara a la reconciliación nacional en el postconflicto, este es un llamado a la reflexión desde diferentes perspectivas.

Primero, los resultados muestran que a nivel general, la gente siente que la izquierda le quedó debiendo a la ciudad más que lo que le dio en materia social. El triunfo de Enrique Peñalosa, y sobre todo, el tercer lugar de Clara López con un 12% menos de votos que los que conquistó Gustavo Petro en 2011, dan cuenta de un cambio fuerte en el mapa de preferencias de los capitalinos. Hay que ser muy tozudo para negar que durante ese lapso de tiempo se implantaron políticas y programas positivos para la estabilidad social de Bogotá, especialmente en materia de educación, integración y mínimos vitales. Pero también es absolutamente cierto que la corrupción se desbordó -o por fin salió a la luz, hay que ver eso-, la soberbia de algunos gobernantes se proyectó en desmedro del bienestar general de la urbe, y factores clave como la seguridad y la movilidad se trataron como asuntos secundarios porque quienes estaban en el poder los identificaron como problemas de cierta parte de la población, y no como asuntos globales. Las bases del partido deben replantear muchas cosas, y sobre todo, deben empezar a pensar en renovarse, ya que por un lado hay mucho caballo viejo que no va a cambiar sus posiciones pétreas y radicales, y por el otro hay mucho corcel joven que podría darle frescura y dignidad a aquellos que luchan por una paz con justicia social.

Segundo, en líneas generales el nivel de abstención se mantuvo. En otras palabras, a pesar de que la ciudad está sumida en una profunda crisis -quien lo niegue no tiene cabeza-, al 50% de la gente que podía salir a votar le dio pereza o le valió cinco centavos ir a ejercer su sagrado derecho. Yo insisto en lo dramático de esto, ¡la mitad del electorado prefirió quedarse en piyama en la casa que salir a expresar su voluntad de cara a poder tener una mejor calidad de vida! ¿Razones? las hay: desconfianza absoluta en el sistema, independientemente del ganador; falta de formación cívica en los colegios y escuelas -hoy en día está de moda la formación de técnicos o científicos en vez de ciudadanos; la falta de información sobre las dinámicas de las elecciones; o simplemente, porque a los que no votaron no se les dio la real gana. Como resultado, de un censo electoral de más de cinco millones de votos, Peñalosa se va para el Palacio de Liévano con poco más de 900.000 votos; es decir, el 33% de los que sufragaron y sólo el 20% de los que en principio podrían haberlo hecho. La representatividad es poquísima, pero también es verdad que eso no es culpa de quienes son elegidos, sino de quienes no quisieron elegir. Al final, el voto el blanco siempre será una opción así que no debería haber excusa, a no ser que usted sea un anarquista que no cree en el sistema; y aun así, ahí tiene a Raisbeck y su mundo perfecto en donde todos somos racionales y tomamos decisiones infalibles sin necesidad de un estado.

Tercero, en Bogotá SI hay polarización y SI hay un problema de clases que se antoja muy peligroso de cara al futuro. La campaña electoral mostró que tanto quien estaba en el poder -y no quería perderlo- como quien ganó -y quería ganar a toda costa- basaron sus dinámicas políticas, en mayor o menor medida, en el descrédito de lo que aparentemente “el otro representaba”. Y ojalá hubiera sido algo relacionado con malas prácticas o conductas contrarias a la ley o la ética. Infortunadamente los señalamientos terminaron adquiriendo un tinte de contienda entre “la base popular” y la “oligarquía”, o igualmente, entre “la gente (de) bien” y “los tiranos en el poder”. Unos y otros, sin distinción, sacaron lo peor de si mismos para terminar evidenciando que el gran problema de Bogotá no es la falta de recursos o de talento humano, sino las profundas heridas que hay entre los extremos del mapa social. Lo que personalmente me preocupa es que habiendo un candidato que siempre mantuvo su rechazo por la polarización y que buscó recoger propuestas que apuntaran hacia tanto lo social como a lo económico y de infraestructura -Rafael Pardo-, mucha gente al final prefirió “votar para que el otro no ganara”, aun cuando en algún momento si pensaron en que el candidato liberal hubiera podido ser la clave de una mejor ciudad.

Cuarto, las ratas de la corrupción se empecinan en no abandonar el barco. Si bien el país experimentó unas elecciones con bajos niveles de violencia por la evidente llegada del fin de la parte armada de nuestro conflicto interno, la compra de votos y la adulteración de resultados sigue siendo una realidad. Y no sólo en los pequeños municipios, donde el Estado tiene poca presencia y la gente se encuentra sometida aun a poderes feudales, sino también en las ciudades donde, uno creería, hay cómo contener la ilegalidad y promocionar la instrucción cívica. Pues parece que esta vez tampoco fue, y de nuevo las empresas de tamales y cemento hicieron su agosto.

Finalmente, interesante eso de las encuestas. Que hoy en día se presenten tantas variaciones en tan poco tiempo, y de parte de empresas aparentemente serias y con lo último en tecnología, es siniestro. Y quien asegure que los resultados finales no se vieron influenciados por semejante popurrí barato de resultados y “tendencias”, está muy desubicado. Creo que este fue el trago más barato y con mayor adulteración de la fiesta electoral, el que realmente nos dio guayabo a 2600 metros de altura.

Twitter: @desmarcado1982

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PERFIL
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Estudió derecho y a pesar de todo, se creyó el cuento de la justicia social y a eso se dedica. Cuando no está sumergido en la tesis doctoral le interesa la música latina y alternativa, el ciclismo colombiano en el mundo, la historia del más allá y el más acá, y los problemas públicos a nivel urbano y rural.

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Comienzo por lo que me trajo aquí:



Me encantan, estos avances. Me encantan.

The interpreter (para nosotros, La intérprete, y como cosa rara, el título en español significa lo mismo que en el idioma original) es un filme dirigido por el estadounidense Sydney Pollack, estrenado en cines en dos mil cinco. El guión condujo a Pollack a grabar en las propias instalaciones de la ONU (localizadas en territorio internacional dentro de Nueva York), una historia con tintes políticos que recuerdan la situación más o menos reciente del actual presidente de Zimbabwe.

Estaba viendo hace unas horas cierta película francesa realizada exclusivamente para televisión hace unos años, no muy conocida por cierto, y me asaltó una duda que tenía desde hace un tiempo y que se avivó luego de ver La intérprete. La duda es la siguiente:

Lo más seguro es que todos conozcamos el aviso que aparece, usualmente escondido al final de los créditos de algunas películas, que dice lo siguiente, palabras más, palabras menos: "Los hechos relatados en esta película son puramente ficticios y no deben relacionarse con eventos pasados, actuales o futuros. (...) Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia."
Yo me pregunto: luego de ver una película que parece un documental acerca de una situación actual, ya sea ésta una realidad o no, ¿qué sentido tiene recurrir a este mensaje, si de cualquier manera los espectadores van a hacer la relación?

Es claro, hay que decir, que no todo el mundo tiene por qué captar estos parecidos. Pero los que sí los captan, lo comunican a los demás, y al final la película pasa a verse como lo que realmente es: una crítica por parte del realizador hacia una situación en particular. Punto. No importa qué tan imparcial se pretenda ser, haciendo uso del mencionado avisito.

En fin, no entiendo esta actitud, si de verdad algunos pretenden protegerse bajo dicho mensaje. Quisiera creer que lo colocan no porque no pretendan dar la cara luego de dar la opinión, sino porque es una especie de requisito, un asunto legal de obligatoria aparición al final de todos los créditos de todas las películas de todos los géneros. Aunque al final, sólo quien tuvo la idea de escribir la historia como quedó escrita es quien sabe qué opinión tiene.

Él y sólo él.

-

Sobre la película, hay un dato lingüístico interesante; se creó un lenguaje nuevo (lo llamaron "Ku"), con sus propias palabras, conjugaciones, reglas... es decir, un lenguaje aparte, sostenible por sí solo, basado en lenguajes existentes en el sur de África, pero que "aunque sería reconocido por habitantes de la zona (...), los confundiría", debido a su estructura gramatical, leo por aquí. En todas partes encuentro que el creador de este lenguaje es Said el-Gheithy, director del Centre for African Language Learning en Londres. En general, no encuentro muchas críticas positivas para la película, pero a mí me gustó.

Me encanta leer la columna Contravía, escrita por Eduardo Escobar. Y la de hoy termina con una reflexión que encuentro parecida a cierto diálogo de La intérprete. Aquí va el diálogo, para terminar y dejar de ocupar su tiempo, estimado lector. Lo traduzco burdamente, pero espero que se mantenga la idea.

Silvia Broome: (...) Siempre que alguien pierde a un ser querido, quiere vengarse de alguien más, o de Dios, a falta de alguien. Pero en África, en Matobo, los Ku creen que la única manera de poner fin al dolor es salvando una vida. Si alguien es asesinado, luego de un año de duelo se realiza un ritual llamado "la fiesta del ahogado". Se hace una fiesta durante toda la noche, junto al río. Al amanecer, el asesino es montado en un bote. Se lleva al agua y se le tira allí, amarrado, para que no pueda nadar. Entonces la familia doliente debe tomar una decisión; pueden dejar que se ahogue, o pueden lanzarse a salvarlo. Los Ku creen que si la familia deja que el asesino se ahogue, se hará justicia, pero pasarán el resto de sus vidas de duelo. Pero si lo salvan, entonces admitirán que la vida no siempre es es justa, y a cambio ese acto los liberará del dolor.


dancastell89@gmail.com

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10 Comentarios
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  1. manuelperez0516

    Don Velazquez-Ruiz,
    leí su columna y muchos de los comentarios. Lamentables.
    Me pareció que lo que escribió es incluyente, sin embargo, yo diría algo más:

    Petro es un alcalde fuera del círculo, un “outsider” por asi decirlo, independiente de su eficiencia o no, que fue claramente (No por Clara) percibida por la ciudadanía, además si el polarizó las diferencias sociales, están han existido por largo tiempo, Bogotá ( en los que nos atañe) es una ciudad a la que se le vendieron los estratos y esta los compro.
    Por otro lado El Tiempo, nunca ha sido imparcial en su opiniones, si bien a diferencia, de muchos medios canadienses, nunca toma partido abiertamente, si subrayo afirmativamente, todos los logros y posibles posiciones del Dr. Peñalosas, como Alcalde pasado y probable Alcalde, lejos estuvo de ser un voto de opinión o un real voto Castigo ( que en gran grado lo fue). El Tiempo y en general los grandes medios de comunicación nunca cuestionaron grandes deudas del nuevo Alcalde de la ciudad durante su ejercicio. e.g.: La contratación leonina de Transmilenio ( se imagina el sistema TTC de Toronto en una contratación similar)? El consolidar el transporte público, como un negocio lejos de un servicio público, No lei nada al respecto de acabar con Sidauto, o Buses Rojos, etc.. La nunca clara negociación de unos moños decembrinos…..en fin.
    P.S. Don Velazquez Ruiz, lamento que se la tache con tan duros adjetivos, simplemente porque expresa su opinión. Parece todos ellos vienen de Colombia, pero nada extraño que algunas vez lleguen de Canada tambien, los colombianos, viajamos con la mochila al hombro y en ella las virtudes, defectos y divisiones de nuestra idiosincrasia , eso si buenos gustos también, por ejemplo Soy hincha del Glorioso Santafé de Bogotá, “La pasión de un pueblo”.

    Cordial saludo

    Manuel Perez-Troncoso

    • Don Manuel, le agradezco mucho su respuesta y comentarios. Estoy de acuerdo en mucho de lo que manifiesta, y mi columna tenía como objetivo hacer reflexiones generales, independientemente de muchos aspectos particulares sobre los que llegan y los que se van que son muy ciertos. Respecto de los comentarios, no se preocupe, ese es el riego que se corre cuando uno decide expresar su opinión de forma abierta. Un saludo y espero que Canadá lo trate muy bien.

  2. Primero, el nivel de abstención disminuyo ligeramente. Pero aún si asumimos que se mantuvo, eso no deja de ser un triunfo de la democracia, desde que la participación política había venido cayendo fuertemente desde los años 90. En mi opinión, considero que la abstención bajará solo cuando establezcamos los puentes necesarios entre la ciudadanía y los partidos políticos, intermediarios estos entre los primeros y los representantes elegidos en los cuerpos colegiados.

    Y segundo, la polarización fue la consecuencia de unos alcaldes que jamas entendieron que ellos gobiernan para toda Bogotá, y no solo para una clase social.

  3. jaimecastillo0514

    Ya mi señor, entonces según usted ¿ a Peñalosa solo lo votaron los de la “oligarquía”?, bájese de la nube que ya debería haber crecido un poquito, la gente esta cansada también de la izquierda marrullera que se esconde detrás de palabras y no defiende sus convicciones y trata de ocultar el triste fracaso de gobiernuchos de medio pelo. De un paso al frente y reconozca no solo su afiliación sino que además deje de tratar de ensuciar (como su admirado Pardo) a los demás.

  4. Lamentablemente el voto util antipacho y anticlara se volvio en contra para elegir a la mejor opcion, a Pardo. Igual , confio en que Penalosa va a ejecutar las obras que la ciudad pide a gritos. El voto electronico y obligatorio debe implantarse, al menos para que vuelvan mas costoso a los corruptos la compra de votos. PS: Sr. visionpaisa, si no le gusta la columna no la lea, igual los paisas no tienen nada que opinar de Bogota. Plazas es un terrorista y asesino escondido detras del uniforme de las ffmm, peor aun que los de las farc, que nunca ha pretendido esconder que se consideran fuera de la constitucion

  5. el general plazas vega,tristemente celebre, o injustamente condenado por los complices de los guerrilleross que asesinaron el palacio de justicia,,,,,,,,,,senti asco de leer su columna sr izquierdista bloguero

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