Gobierno de Santos de espaldas al pueblo y de frente ante la guerrilla narcoterrorista
El caos,
la anarquía y el desorden vuelven a tomarse varias regiones del país en medio
de gravísimas problemáticas sociales que han tornado en pandemias engendradas en
el sistema totalitarista y capitalista que gobierna a sus anchas el territorio
nacional, donde la restricción de la libertad es cada vez más evidente y donde paradójicamente
la propaganda y los distintos mecanismos de control social y de represión relucen
de manera contundente.
El sentimiento
de indignación debería ser la expresión estándar y normal de los colombianos al
encontrarse con un gobierno que le brinda garantías y negocia de frente ante la
guerrilla narcoterrorista de las FARC pero le da la espalda al pueblo agobiada
por servicios educativos y de salud atroces, índices alarmantes de seguridad,
pobreza y desempleo desbordados, hacinamiento carcelario, infraestructura a
medias, impunidad sin límites, descontento social generalizado por la apertura económica
a otros países enmarcado en los TLC, entre muchos otros problemas.
Ha
sido precisamente las FARC la encargada de manera indirecta de provocar que
ciertos sujetos, animales o cosas lleguen al poder presidencial, y a lo sumo
han sido los responsables del gran fracaso de la izquierda colombiana, generado también
obviamente por los movimientos clientelistas y corruptos de Samuel Moreno, el
ego de Gustavo Petro y la abierta relación y cofradía entre Piedad Córdoba y
algunos guerrilleros, entre muchos otros casos que dan cuenta de una izquierda
golpeada y sumida en la desunión y los intereses políticos.
A Santos
le debería dar vergüenza sentirse conforme firmando un panfleto mentiroso,
manipulado y utópico en La Habana y paralelamente darle la espalda al campesino, a los
estudiantes, a los camioneros, a los
trabajadores informales, y en general a la clase media y baja, principalmente,
porque el presidente de la República tiene que entender que no se vive de subsidios como
en las dictaduras latinoamericanas socialistas de apariencia y capitalistas en
esencia, sino de reformas estructurales
y sistemáticas que rompan las cadenas de la corrupción, la
pobreza, la ignorancia, la injusticia, el desempleo, la impunidad, entre muchos otros yugos a
los cuales están acostumbrados muchos compatriotas.
Acaso, ¿resultan útiles y oportunas las declaraciones constantes e incisivas del
ministro de defensa y del interior, declarando que las protestas están infiltradas
por grupos armados terroristas, hecho notorio y evidente ante toda la opinión pública?, a sabiendas de que el gobierno además de proteger el orden público está en la obligación de
brindar soluciones contundentes y de choque para frenar la crisis social
generada no solo por 3 años de publicidad engañosa y parafernalia altamente
costosa, llamada prosperidad nacional, sino por décadas de mentiras, manipulación
y dádivas en épocas electorales que tan solo han generado que unos pocos se
hayan tomado el poder y otros tantos convertidos en las marionetas de esa élite
minoritaria.
Por otro
lado, es claro que la violencia y el bloqueo de vías no son alternativas
legales validas ni pertinentes, porque ante todo se protege el interés
colectivo sobre el particular y las vías de hecho no están contempladas en el
ordenamiento jurídico, sin embargo nadie puede dudar que las grandes revoluciones
mundiales se han forjado paradójicamente a partir del caos y la protesta
generalizada, consecuencia de los constantes atropellos y abusos que se han
cometido históricamente desde el poder.
Santos
y las marionetas ministeriales preocupados por firmar un acuerdo de paz antes
de las elecciones presidenciales, pero porque mejor no se dedican a resolver el
sin número de problemas que hay en el país en diversos ámbitos como educación, economía,
medio ambiente, transporte, soberanía nacional, cultura, seguridad, justicia,
desarrollo rural, planeación, industria, tales locomotoras que sin rumbo ni dirección
van directo al abismo.
Al país
no le basta con los triunfos deportivos que generan un éxtasis colectivo y una exaltación
patriótica momentánea pues al fin y al cabo hay un encuentro de sentimientos al
percibir un país que es un mar de grandes virtudes pero una laguna de grandes
fracasos en donde ha naufragado no solo el soberano sino también el súbdito,
porque no merecemos ni siquiera ser llamados ciudadanos…
Foro
de opinión:
¿Cuáles son los problemas que debe atender el gobierno de
manera urgente y perentoria?
¿En cuales situaciones o casos pueden llegar a ser legítimas
las vías de hecho o por ningún motivo deben ser legitimadas?
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