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En los últimos años los canales
privados de la televisión nacional se han encargado de hacer las veces de
fiscalía, congreso y ciudadanía porque en primer lugar, los medios de
comunicación son los primeros en acusar y poner en la picota pública a
cualquier sujeto que haya recibido imputación o esté siendo investigado por
parte del fiscal, sin antes esperar todas las investigaciones y el juicio
respectivo que se hace exclusivamente en los juzgados y por tanto, son los
jueces los directos responsables de aplicar e interpretar la ley en busca de un
proceso acusatorio correcto e idóneo y no por el contrario los periodistas que
en ningún momento son el juez natural de los casos que se presentan en la
orbita del conflicto jurídico.


television colombia.gif

En segundo lugar, se comportan
como congreso porque terminan realizando verdadero control político a los
ministros, superintendentes, secretarios, entre otros funcionarios públicos donde
los tapados, las mentiras y la corrupción ahuyentan, porque a los congresistas
pareciera que lo único que les interesara es reformar (o mejor, acomodar) la
Constitución y abrumar de leyes el ordenamiento jurídico porque ellos de
control político y de función judicial poco saben, éste ultimo aspecto
enmarcado en la miserable e inútil comisión de acusaciones de la cámara que se
convirtió en una verdadera burla para la nación y en un centro de impunidad y
de procesos archivados.

Y finalmente se comportan como
ciudadanos porque en ciertos aspectos se han encargado de denunciar y alertar a
la ciudadanía de ciertos sujetos, actos o hechos que vienen dándose en una
sociedad que cada día nos sorprende con casos sorprendentes y en donde la
indiferencia y el miedo sobresalen y de ahí el activismo de los medios para
denunciar, en éste aspecto que vale la pena afirmar, la excelente función que
realizan, a través de programas como séptimo día o especiales Pirry, pero
insisto en la necesidad de que esta actividad se fortalezca y no se quede en
pequeños espacios en las noticias y especiales semanales.

Pero aparte del aspecto
informativo y noticioso de los canales, estos se han embarcado en una gran
guerra por el raiting con base a una programación lamentable, paupérrima y que
manipula al pueblo colombiano que se ha caracterizado por no tener espíritu crítico
y político frente al acontecer nacional, ello como consecuencia de la
degradación en instituciones estatales y la falta de confianza en las ramas de
poder.

Finalmente, insisto en la
necesidad de invitar a la reflexión en torno a cual es la función del
ministerio de telecomunicaciones y cual es el papel que vienen cumpliendo la
comisión de regulación de telecomunicaciones y en especial, la nueva Autoridad
Nacional de Televisión que es la encargada, según ley 1507 de 2012, de ser el
principal interlocutor con los usuarios del servicio de televisión y la opinión
pública en relación con la difusión, protección y defensa de los intereses de
los  televidentes, al igual que regular
el contenido de la programación, de lo anterior, que solo confirma la
ineficacia y pasividad de los órganos estatales.


Espere en los próximos días un
artículo extra y «full» polémico sobre el deshonroso y gran patrón del mal de
los medios de comunicación, como lo es el Canal RCN. 


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