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Fabián Salazar Guerrero PhD. Doctor en Teología. Asesor en Belleza Espiritual.
En estos días que disfrutamos a nivel mundial de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, tenemos la oportunidad de aprender de las y los deportistas que participan de este grandioso y esperado certamen. Esta versión tiene la especial característica de ser unos juegos que nos llenan de esperanza, y es una forma de celebrar la vida en medio de todos los esfuerzos, que como humanidad estamos haciendo para vencer al oponente que ha sido la pandemia.
Es maravilloso escuchar los testimonios de los participantes, reconocer sus esfuerzos, celebrar sus triunfos, conmovernos con sus derrotas y disfrutar de los diferentes eventos tanto por su belleza como por su inspiración a superar los límites. He aquí algunos de los valores que nos enseñan y que podemos imitar como sociedad:
Pasión y amor por lo que hacen. Los participantes entregan todo de sí, en unas pruebas que los exigen al máximo, y este esfuerzo encuentra sentido en el amor que le ponen al deporte de su elección, y que muchos de ellos han practicado desde niños. Se nota en sus miradas el gusto por lo que hacen, la vibración interna que le colocan en cada movimiento y la alegría por estar en la competencia.
Disciplina y dedicación. Para un corto tiempo, que en ocasiones son apenas segundos, los deportistas han pasado muchos años de entrenamiento, de sacrificios personales y de dolores físicos. Se han cuidado al extremo, llevan una vida sana y se consagran a su práctica para conseguir los resultados esperados. Son un ejemplo de paciencia, concentración y constancia en lograr sus sueños.
Tenacidad. Antes de conocer el triunfo muchos deportistas han sufrido varias derrotas, penalidades, injusticias, abandono, falta de apoyo, y a pesar de esas circunstancias decidieron seguirlo intentando, se levantaron de nuevo y volvieron a trabajar por sus metas venciendo los miedos y los obstáculos. Han logrado una enorme capacidad de tolerancia al fracaso y han podido superar diferentes dificultades que se les presentan en el camino.
Juego Limpio. La competencia es la oportunidad para mostrar los valores esperados de un deportista, y entre ellos están destacados la honestidad, la cortesía, el respeto por el oponente, y el seguimiento de las reglas de juego. Son un modelo a seguir y una inspiración que recuerda que se puede competir sin hacer daño o trampa a los demás, que es posible ganar una competencia por méritos, y que no solo se busca obtener una medalla, sino la admiración y el respeto de los otros competidores y del público.
Trabajo en equipo. Los deportes colectivos piden de cada competidor dejar atrás sus intereses personales, y pensar en el bien común. Colaborar con su buen despeño, coordinación y entusiasmo a lograr los objetivos deseados. Todos hacen su parte en el esfuerzo por triunfar y dan animo a los otros para que hagan un mejor desempeño en un ambiente de compañerismo, solidaridad y mutuo reconocimiento.
Resistencia y Fortaleza. En las transmisiones se observa como los competidores, pasan por momentos de extrema fatiga y presión, y a pesar de todo el dolor, el cansancio y el sobre esfuerzo siguen adelante, se sobreponen a las circunstancias y continúan luchando por sus metas. Se esfuerzan por no dejarse vencer, se animan con una voz interior para no abandonar la competencia y aumentan su concentración en la meta por alcanzar.
Visualización del éxito. Son hombres y mujeres cuyo propósito es la excelencia, confían en sus capacidades y se desafían a sí mismos para ser unos verdaderos campeones. Usan su espíritu competitivo para unir su mente, cuerpo y corazón con el fin de lograr una medalla en su participación. Saben que su primer oponente, son ellos mismo y por eso se trazan nuevas metas para llegar más lejos, más alto, más rápido y ser más precisos en lograr vencer sus propios límites y con esto dejar su nombre como reto e inspiración para otros.
Un hermoso valor de las y los deportistas es el agradecimiento pues saben que sus logros son también el resultado del esfuerzo de sus entrenadores, sus patrocinadores, sus familias y las naciones que creyeron en ellos. Y por nuestra parte muchas gracias a los competidores y a todos los que hacen posibles estas Justas Olímpicas y sus enseñanzas.
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