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Fabián Salazar Guerrero PhD. Doctor en Teología. Ciberasesor Espiritual.

En estos tiempos de restricciones en el desplazamiento, de evitar las aglomeraciones y de tener unos distanciamientos sociales que nos colocan muchas limitaciones para salir, es posible entonces cambiar la dirección y buscar entrar en sí mismo y aceptar el desafío de descubrir ese maravilloso mundo de nuestro ser, los bellos jardines interiores, las sendas de recuerdos y los paisajes del alma.

Se requiere separar un espacio en el día para encontrarnos con la persona más importante, yo mismo, y dedicarnos momentos de atención, de contemplación y de aprendizaje. Buscar la quietud y comenzar un sendero de introspección a ese universo que somos para maravillarnos, para agradecer, para cambiar aquello que ya no nos hace felices o simplemente para disfrutar de nuestra propia agradable compañía.

Arriesgarnos profundamente a encontrarnos con nuestras luces y sombras, nuestras certezas y dudas, nuestras alegrías y llantos, o simplemente aceptar una maravillosa conversación interna llena de amor, de reconocimiento y de aceptación. A continuación comparto algunas letras en imágenes literarias de ese peregrinaje, fruto de una meditación, invitándolos a que hagan sus propias travesías.

Peregrino de mí mismo…

Inicio peregrino un viaje a mi interior, a mis cielos profundos y a mis mágicas flores, a mis pasos vacilantes, a mis cantos de entusiasmo, a mis tiernas sonrisas de labios puros, a mi natural condición de gozo, de sorpresas, y de dulzuras.

Camino descalzo por la tierra sagrada del alma, y miro con admiración el mundo que me rodea, y con devota gentileza inicio mi sutil danza, en remolinos de alegría, con la confianza renovada de dejar atrás las amarguras.

Vuelvo al lago de mis anhelos, a la memoria de inocentes pasiones, a las ilusiones intactas, a los sueños que esperan ser cumplidos, para agradecer confiado el cariño de los seres amados, y en el recuerdo de aquellos que partieron a las alturas.

Abrazo mis oscuridades y miro a los ojos mis temores, me enfrento valiente a la decisión de ser feliz en esta vida, de aprovechar cada instante de mi destino y volver algún día sereno a la bella fuente divina agradecido profundamente por esta aventura.

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