Lo que mi esposo me enseñó sobre decirle a los demás cómo comer
De mi esposo aprendí que la nutrición es un proceso personal. Hace un tiempo, tenía mucho para decir sobre la manera como Camilo se alimentaba. Constantemente, le sugería cambios y lo inundaba de datos y conocimiento sobre lo óptimo y lo inadecuado en el arte de comer. Quería que comiera más parecido a mí.
Con el tiempo, la llegada de un hijo y los ires y venires de un matrimonio, he aprendido a soltar mis expectativas sobre los comportamientos de Camilo. En la comida y en todo el resto.
Camilo viene con su historia personal con el alimento. Mucho antes de conocerme, esa relación con la comida, ya estaba viva y en constante movimiento. Eso es algo que, a veces, no entendemos cuando sugerimos cambios en la alimentación de otra persona. Se nos olvida que la comida es como un amigo, leal o no, que nos acompaña desde siempre y muchas veces, cambiar algo se siente imposible. En todo caso, Camilo fue el gordo Isaza durante sus años de colegio y universidad. Era el chico que las niñas querían de amigo o para bailar en una fiesta, porque algo es seguro, Camilo sabe bailar. Pero, de novio no.
Entonces vengo yo, y le digo que coma cómo es debido. Que yo sé del tema. Pero el experto en la relación con su comida, es él. Y lo ha hecho bien. Ha sido un placer ver a Camilo transformar su alimentación. A su manera. En su propio tiempo. Hoy en día, Camilo es atento y consciente con su comida. Explora y hace experimentos, cumple su palabra. Hace lo que dice que va a hacer, y eso viene de su historial de vida, uno que está íntimamente ligado a su comida porque, al fin y al cabo, vienen siendo lo mismo.
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