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Las mujeres dicen sentirse adictas a la comida. Dicen no tener auto control. Es frecuente que oigan estas cosas. Ellas están seguras sobre el poder de la comida en su comportamiento y le llaman adicción. Entiendo que así lo sientan, en la guerra con la comida, las decisiones sobre cómo comer parecen fuera de control.

Para mí, el tema de la adicción a la comida tiene muchas caras. No creo que sean cómo son porque son adictas, y ya. Entiendo que la comida grasosa y azucarada tiene un efecto en el cuerpo. Eso es ciencia y no lo debato. Lo que sí miro más de cerca es el tema de la identidad y la adicción.

No hay nada más poderoso que una creencia sobre la identidad. Nada. Lo que crees sobre lo que eres, eso te da un piso y una estructura para vivir. Sin ella, el miedo es aniquilador. Por eso, cuando una persona se recupera de alguna adicción, sigue llamándose adicta. Es una advertencia. Si se identifica como adicta, siempre estará atenta y vigilante y no incurrirá en riesgos innecesarios. Si funciona, si le permite mantenerse limpia, perfecto.

Ahora bien, con la comida el tema es complejo porque la necesitamos todos los días. No es algo con lo que podamos cortar nuestra relación y ya. El movimiento Comer Intuitivamente no cree en la adicción a la comida. Ellos dicen que muchas cosas estimulan los centros de recompensa del cerebro, incluido un abrazo y oír música. El cuerpo está diseñado para sobrevivir, y lo que se siente bien, se asocia con seguridad. Se siente rico para que lo hagamos otra vez. Eso no nos hace adictas a la comida, según dicen. Ellos creen que la compulsión radica en la restricción y en el hábito profundo de asociar comida con emociones.

Por otro lado, conozco mujeres que llegan a su paz con la comida con lo que pareciera más restricción. Como pesar el alimento y cortar totalmente con el azúcar y harina procesada. Ese es el caso de Susan Pierce Thompson, una mujer interesante en el mundo del weight loss. Lo que veo de ella, sin embargo, es una fuerte identificación con su nueva manera de comer, y le funciona.

Te voy a dar mi opinión. No más. Yo creo que aunque sí hay gente que tiene una propensión a la personalidad adictiva, lo que es aún más fuerte, son sus creencias sobre sí mismo. Esto, muy alineado con las teorías de Bruce Lipton y Lisa Rankin sobre el poder de las creencias sobre la biología.

Las comidas dulces estimulan el cerebro y eso es normal. Si es excesivo el consumo, el cerebro puede modificarse y querer más estímulo. Lo querrán cuando la vida es difícil y por eso comen sobre emociones. Lo harán porque no saben cómo manejar la incomodidad y la comida funciona. Creo que la mente restrictiva sí es un factor determinante que nos hace compulsivas. Ocurre porque comer naturalmente es comer según las fluctuaciones, y las mareas del cuerpo, y en cambio, la restricción es absoluta. Tu mente nunca se relaja, nunca confía. Todo eso, y las mujeres se llaman adictas.

El cerebro es altamente plástico. Para darte un ejemplo, durante el embarazo, el cerebro de la mujer se reestructura completamente para prepararla a asumir su nuevo rol. Durante este periodo, se generan cientos de enlaces neuronales nuevos. Total remodelación.

Si has comido demasiada azúcar, claro, hay repercusiones, pero no condenas eternas. Llamarte adicta, ¿te sirve de algo? ¿Te ayuda? A veces me parece que es lo fácil. Soy adicta. Punto. Pero, ¿qué hay en el fondo? Ninguna adicción nace del aire.

www.francamaravilla.com

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