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Cómo es de costumbre, este 20 de Septiembre inició la Asamblea General de las Naciones Unidas. Este evento, reconocido a nivel mundial suele ser el escenario dónde cada país luce sus grandes avances o, en el caso de los países en proceso de desarrollo, se expresan las preocupaciones. Sin embargo, pocas veces el discurso de un Secretario General ha sido tan catastrofista como lo fue el de Antonio Guterres este año. 

​​”Nunca nuestro mundo ha estado más amenazado o más dividido” (…) “El mundo está al borde del colapso” Fueron las palabras iniciales de Guterres para inaugurar la Asamblea General No. 76º de las Naciones Unidas. Sin más especulaciones, el Secretario General señaló como problemática principal la desigualdad que agobia a la población mundial como consecuencia de la pandemia y por supuesto, no puede faltar, el cambio climático. La discusión acerca de si el cambio climático es cierto no, es un absurdo que desafía a la ciencia de forma irreverente y arrogante, no obstante, es bastante alarmante que las Naciones Unidas señalan a dedo a sus miembros y piden acciones concretas cuando ellos mismos no toman el liderazgo. 

Muchos expertos dicen que la hoja de ruta para la mitigación del cambio climático y en general, la degradación del medio ambiente, está plasmada a través de la Agenda 2030, completamente ambiciosa. Pero hoy, seis años después, carece de indicadores certeros de gestión y resultado. La agenda 2030 es un compromiso que hicieron los países pero es un pensamiento completamente limitante, con el que no se pueden realizar acciones globales para cumplir con la preservación del planeta. 

Por años, las Naciones Unidas y más específicamente, Antonio Guterres, han ignorado una de las iniciativas privadas más ambiciosas en materia de cuidado medio ambiental que en el mediano y largo plazo sería determinantes para la mitigación del cambió climático. Estoy hablando del Call for a Plastic Pollution Treaty. Este proyecto, que inició siendo un simple llamado de la WWF, Ellen McCarthur Foundation y Boston Consulting Group a la regulación del mercado de plásticos en el mundo, hoy es una petición oficial para la elaboración de un tratado internacional en contra de la contaminación de plástico por parte de más de 100 Estados y compañías multinacionales cuyos productos son comercializados en este material: Coca Cola, Unilever, Danone. 

El hecho de que sean compañías privadas las que proponen ésta iniciativa es asombroso. El compromiso de las más grandes productoras y comercializadoras de plástico demuestra un esfuerzo por el cuidado del planeta. Por supuesto, el tratado traería grandes beneficios para el empresariado internacional, la armonización de regulaciones haría que las exigencias y requisitos fueran homogéneos de país a país y por ende, de más fácil cumplimiento. 

UN Treaty for Plastic Pollution debería ser una prioridad en la agenda de las Naciones Unidas. Sin embargo, este tema se ha postergado de manera descarada. Incluso, en una entrevista reciente le preguntaron al Secretario General Guterres -que es tan recalcitrante en la importancia de la preservación del medio ambiente- y no estaba completamente informado acerca del tema. 

Incuestionablemente, la responsabilidad principal está en el Estado, pero es impresionante que al día de hoy, las Naciones Unidas y la administración de Guterres no se haya abanderado de la lucha contra el cambio climático y la preservación teniendo soluciones y herramientas en sus narices. En fin, un punto más para el sector privado y la innovación empresarial y uno menos para la institucionalidad internacional. Definitivamente, el mundo está cambiando.

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