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‘Albeiro Córdoba’, comandante de las Farc, le escribe lo siguiente a ‘Jojoy’ en uno de los tantos correos extraídos de computadores obtenidos por el Ejército y la Policía:

«Camarada: uno de los problemas que más están afectando al frente son las deserciones en el Ariari (…) Lo curioso es que son las parejas, hombre y mujer. Esto se discutió en la reunión y se concluyó que era problema del mando (…) Lo grave es que esa situación no ha parado; aprovechando la estadía de Camilo le orienté que se pusiera al frente y pusiera a esas unidades a estudiar los documentos de Farc y examinara cuál es la raíz del problema. (…) A los camaradas, mucha disciplina para aplicar las normas y hacerlas cumplir. Si el problema está en las parejas, hay que separarlas (…) Que los comandantes reporten quiénes tienen compañera y los reubiquen, que queden prohibidas las relaciones en las compañías y al que incumpla, le aplican la norma (…) el descalabro tiene que parar. Que los informes no tengan más casos de deserciones bajo ningún motivo.»

Y lo siguiente es de 1984, novela de George Orwell. Winston es el personaje principal, y miembro del Partido, como todo el mundo:

«Cuando estuvo con aquella mujer, fue la primera vez que había caído Winston en dos años aproximadamente. Por supuesto, toda relación con prostitutas estaba prohibida, pero se admitía que alguna vez, mediante un acto de gran valentía, se permitiera uno infringir la ley. Era peligroso pero no un asunto de vida o muerte, porque ser sorprendido con una prostituta sólo significaba cinco años de trabajos forzados. (…) Tácitamente, el Partido se inclinaba a estimular la prostitución como salida de los instintos que no podían suprimirse. Esas juergas no importaban políticamente ya que eran furtivas y tristes y sólo implicaban a mujeres de una clase sumergida y despreciada. El crimen imperdonable era la promiscuidad entre miembros del Partido. Pero (…) era casi imposible imaginar que tal desafuero pudiera suceder.

La finalidad del Partido en este asunto no era sólo evitar que hombres y mujeres establecieran vínculos imposibles de controlar. Su objetivo verdadero y no declarado era quitarle todo placer al acto sexual. El enemigo no era tanto el amor como el erotismo, dentro del matrimonio y fuera de él. Todos los casamientos entre miembros del Partido tenían que ser aprobados por un Comité nombrado con este fin Y -aunque al principio nunca fue establecido de un modo explícito- siempre se negaba el permiso si la pareja daba la impresión de hallarse físicamente enamorada. La única finalidad admitida en el matrimonio era engendrar hijos en beneficio del Partido. La relación sexual se consideraba como una pequeña operación algo molesta, algo así como soportar un enema. Tampoco esto se decía claramente, pero de un modo indirecto se grababa desde la infancia en los miembros del Partido. (…) Los nietos debían ser engendrados por inseminación artificial y educados en instituciones públicas. Winston sabía que esta exageración no se defendía en serio, pero que estaba de acuerdo con la ideología general del Partido. Éste trataba de matar el instinto sexual o, si no podía suprimirlo del todo, por lo menos deformarlo y mancharlo. No sabía Winston por qué se seguía esta táctica, pero parecía natural que fuera así.»

Cualquier parecido con la realidad…
 

dancastell89@gmail.com

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