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Cerca de 250 colombianos en Canadá piden un vuelo humanitario para regresar a su país. La mayoría estaban estudiando inglés, trabajando o de viaje y ante la rapidez con la que el coronavirus se tomó al mundo, no pudieron regresar a sus hogares. La embajada de Colombia en este país ha hecho lo que la mayoría en esta coyuntura: pedirles calma, sugerir que no salgan y enviar fotografías con los protocolos para lavarse las manos y ponerse un tapabocas.

Estos colombianos no son residentes y por tanto no pueden acceder a los beneficios que el gobierno canadiense le está dando a sus ciudadanos. Las filas de latinos en los bancos de alimentos en Toronto se parecen a las de Santa Marta por estos días. La gente tiene hambre.

Los colombianos regados por el mundo han enviado mensajes de auxilio. Les queda poco dinero, su seguro médico ha vencido y tienen a su familia en Colombia, pasando dificultades. La angustia aumenta. No están en su tierra, llegaron a un país que no es el suyo, menos ahora con un virus que mata a miles a diario.

Jose es un santandereano de 18 años que en enero de este año viajó a Canadá a estudiar inglés un semestre. Llegó a una familia de filipinos. Desde que empezó la cuarentena se confinó en su habitación, no habla con nadie, apenas si sale a recibir la comida. Duerme dos o tres horas diarias. No logra concentrarse y su estrés que aumenta con las noticias de lo que pasa en Colombia y el mundo. “Emocionalmente me encuentro muy mal, podría decir que en estado crítico. Me siento abandonado por la embajada. (…) Muchos colombianos no tienen qué comer, los sacaron de sus residencias. Estamos desesperados”.

La embajada y consulados han enviado un mensaje a los no residentes en Canadá para pedir sus datos, pero excluyen a aquellos colombianos que tienen permiso de trabajo o estudio. ¿Por qué, entonces, no destinan recursos para acompañar psicológicamente a personas como Jose? De acá a que se resuelva la situación de los vuelos humanitarios, el Gobierno colombiano no puede abandonar a sus ciudadanos.

Eliana fue una de las diez mujeres latinoamericanas que el año pasado ganó una beca para estudiar en “ILAC: International Language Academy of Canada”. Terminó clases, pero quedó atrapada en Canadá, sin tener certeza sobre su permiso de estudio. Su madre, sin tener antecedentes médicos, sufrió un derrame cerebral en Colombia. “Mi mente y corazón solo piensan en ella. Deseo regresar. Busco la manera que nos escuchen”.

El caso de Luisa Fernanda es igual de angustiante. Llegó en enero a una población cerca de Toronto. Iba a tomar un curso de inglés de 16 semanas. Tuvo que confinarse en marzo. No pudo regresar a Colombia, como la mayoría, porque cancelaron sus vuelos previstos para mayo y junio.

Tiene a su hija de 4 años al cuidado de su madre en Colombia. Su hermano trabajaba en Ecuador y tampoco pudo regresar a Colombia. Están pasando por dificultades económicas. “Tuve que optar por enviar los recursos que tenía ahorrados para suplir las necesidades de mi casa”.

Como si fuera poco, su hija no quiere más a su mamá lejos. “La niña ha estado triste, no quiere pasar al teléfono. Necesito estar con mi hija (…) Mi hermano está en Ecuador, donde hay muchos más casos. Mi mamá y yo no sabemos qué más hacer”.

Luisa Fernanda ha enviado varios correos a consulados y le responden que si clasifica en la resolución 1032 del 8 de abril de 2020 (ver link), estará en lista para los vuelos de repatriación o humanitarios. Al parecer ella no clasifica como prioridad, ¿qué hacen entonces los colombianos en ese limbo migratorio?

Como Jose, Eliana y Luisa Fernanda, hay cientos de colombianos en el mundo. Canadá, Australia, India, Corea del Sur, son algunos de los países donde están a la espera de un vuelo, alguna respuesta concreta, ayuda psicológica o asistencia de alimentos. Nadie estaba preparado para la pandemia. Pero es necesario que el Gobierno tome medidas concretas, coordine con sus embajadores y cónsules —tan criticados por recibir esos cargos como premios— y hagan honor a la carrera diplomática, que es la representación de Colombia en otro país.

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