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A Colombia le falta tristeza, de esa que paraliza ante la perdida de un ser querido. De esa que nos fulmina por un tiempo, cuando ante el vacío, todo se extraña: una voz, un olor, unas mañas, una mirada.

A Colombia le falta desesperanza, esa que se transforma en llanto colectivo, porque cuando las piernas no dan más de tanta lágrima derramada, no queda de otra que apoyarse en el vecino.

Tanta lucha en un tire y afloje que agota a viejos, jóvenes, de izquierda, centro, arriba, abajo o de derecha. Tanta rabia y remordimiento, tanto asco y agresión. De aquí p’allá, de allá p’acá, lo que nos hace falta es parar y echarnos una buena berriada.

Llorar a todos los muertos, sin importar el bando, encontrarnos en nuestros alaridos, para descubrirnos con la mirada borrosa, vernos los ojos  rojos e hinchados, honrar su memoria.

A Colombia le hace falta llorar a moco tendido mientras cuenta sus historias. Y pasarnos el pañuelo unos a otros cuando nos demos cuenta de que el dolor de la muerte no mira clase, raza, ideología o religión.

A Colombia le hace falta dejar de tejer futuros con retazos de corrupción, sangre y miseria, y aceptar con resignación todo lo que se ha perdido en tantas décadas de guerra. Aquí no hay Nación, no hay Patria, no hay Democracia, solo mucha división y apatía.

Valdría la pena hundirse un rato en una buena congoja, tocar fondo, regalarse un periodo de duelo para vaciarse de tanta mierda.

Y así, vacíos, limpios de los remordimientos de nuestro presente, que también será pasado trágico, podremos mirarlo con respeto, para reconstruirnos como sociedad.

Para amar nuestra diversidad, con sus logros y embarradas. Para creernos que podemos ser «país» sin necesidad de modelos de otras tierras. Porque en esa Colombia silenciada y olvidada, están muchas de las respuestas, es nuestro nicho de resiliencia.

A mí, que me dejen llorar un rato antes de resistir. Sólo así riego mis semillas que, a su tiempo, brotarán y florecerán.

“La grâce comble, mais elle ne peut entrer que là où il y a un vide pour la recevoir”. Simone Weill

@caroroatta

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