Indistinto del tipo de empresa, se puede obtener una indicación de la motivación para generar valor sostenible y pudiéramos clasificarlo así:
Empresas con ánimo de lucro: Los interesados son los dueños, los accionistas, los empleados y los socios de negocio. El valor para ellos está directamente ligado a las utilidades y se mide en términos de ingresos, costos, calidad, riesgo, etc.
Empresas sin ánimo de lucro: para estas empresas los interesados son los donantes, los empleados y los socios. El valor para estos interesados está directamente relacionado con poder aportar a su causa. El valor se mide en términos del número de personas que se atienden u otro parámetro relacionado con la causa, y en algunas ocasiones participa el costo.
Las empresas del gobierno tienen como interesados los ciudadanos, los empleados y los aliados, y el valor para ellos se relaciona directamente con el bienestar de los ciudadanos. El valor se mide en términos que describen el estado de ellos, como el crecimiento del índice de producción, creación de empleos, etc, y a veces tienen en cuenta el costo.
Si en la descripción anterior indicamos qué se considera valor para los diferentes tipos de empresas, el paso siguiente es determinar cómo se crea y se sostiene este valor. Por lo general, se requerirá la identificación y graduación de unas palancas de diferenciación como el mercado, el producto, empaque, calidad, precio, etc; y con base en esta graduación, determinar las competencias internas que se requieran para ejecutarlas.
Al definir y seleccionar estas palancas, es necesario entonces asignar y darle al negocio la capacidad para poderlas lograr y ejecutar de manera efectiva.
Indispensable identificar también cómo se efectúa ese intercambio de valor, ya que sin este intercambio, no se crea. El intercambio puede ir desde tasas de transacciones hasta inclusive el trueque.
Existen entonces unos imperativos clave, cosas que se tienen que dar o hacer para que el intercambio se lleve a cabo. Estos imperativos podrían ir desde el manejo centralizado de los clientes, hasta preferencias de calidad sobre precio en las variables del producto. Investigación y desarrollo diferenciado, segmentación efectiva de clientes, proveer autoservicio, multiplicidad de canales son solo algunos de los ejemplos de estos imperativos o cursos de acción.
Definidos los imperativos, ahí si podemos asignar entonces tecnologías disruptivas que permitan consolidar y afianzar el cumplimiento de estos imperativos, tanto de manera efectiva como eficiente. Es aquí donde la tecnología juega un papel preponderante, una vez priorizadas las oportunidades para atender las estrategias definidas, se pueden estructurar soluciones de tecnología informática para servir de base.
Hay habilitadores identificables en la tecnología, o procesos que a través de la aplicación de la tecnología habilitan el cumplimento de los imperativos del negocio. Temas como la automatización, el soporte a toma de decisiones, la integración, la visibilidad, la optimización, colaboración, entre muchos otros, son temas a los cuales la tecnología informática puede aportar para generarles altos niveles de capacidad.
Esta capacidad de tecnología informática deberá entonces contemplar no solo las aplicaciones, la infraestructura y los datos, sino también los procesos que se ejecutan por las personas del área de TI para garantizar que la tecnología esté disponible y al acceso de quienes la aplican para generar valor.
Del modelo del negocio a la capacidad de TI, o desde la capacidad de TI hacia el modelo de negocio, en ambos sentidos se debe poder identificar los hilos conductores que permitan validar el alineamiento entre los dos.
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Alineamiento Estratégico
De modelo de negocio a capacidad de TI
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