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Adolescencia': 5 series para ver si te gustó la serie de Netflix

Los personajes y el plano secuencia

Adolescencia, la miniserie de Netflix de solo cuatro capítulos, ha sorprendido al público con su enorme destreza técnica, la potencia de sus actuaciones y los delicados temas que presenta y que, si bien se acercan al drama familiar, terminan siendo toda una historia de terror para padres de adolescentes.  La serie, creada por Jack Thorne y Stephen Graham (que interpreta al padre de Jamie), está dirigida por Philip Barantini y presenta la historia de un chico de 13 años que es acusado de asesinar a una compañera de clase.  Desde esta premisa, tan simple y tan fuerte, la historia se desarrolla en cuatro capítulos diferenciados así: la captura, el colegio, el perfil psicológico y la familia. Si aún no la ha visto, no se preocupe porque solo al final haré spoilers, pero si ya la vio, lo invito a que me comparta sus opiniones.

Lo primero que salta a la vista es la inmensa proeza técnica de contar cuatro capítulos de una hora en solo planos secuencia (tomas largas sin cortes). Recomiendo ver los detrás de cámaras que nos muestran los trucos del equipo de dirección de fotografía para pasar la cámara del arnés a la camioneta, al dron, y a toda clase de emplazamientos con gran maestría.  La elección del plano secuencia como recurso técnico y narrativo tiene mucho sentido al presentar la historia en tiempo real y añadir un mayor grado de realismo a ojos de los espectadores, que asisten a los hechos como un testigo más. Por supuesto, esta elección tiene sus riesgos y uno de ellos es la pérdida de ritmo en las reacciones de los personajes, como puede verse en el capítulo 3.  Este recurso, sin duda, da peso a la serie y la destaca en la inmensa oferta audiovisual de las plataformas.

En segunda instancia, es muy importante resaltar el papel del reparto y el director.  Al presentarse en cuatro capítulos claramente diferenciados, el protagonismo va desplazándose entre personajes, aunque podemos reconocer que Jamie y su padre son indirectamente los protagonistas (como queda claro en el poster oficial) así no aparezcan en todas las secuencias ni en todos los capítulos. Sus interpretaciones están impecablemente orientadas y planeadas por un director como Barantini, que ya conoce el recurso del plano secuencia, pues lo usó en la maravillosa película Hierve (Boilling point), también protagonizada por Graham.

Stephen Graham es un actor con un amplio recorrido cinematográfico y ha participado en producciones tan relevantes como Pandillas de Nueva York, Band of brothers, Snatch y El irlandés. En su interpretación, logra retratar a un padre «de la vieja escuela», recio y decidido, que tiene constantes ataques de ira, emparentados con una cierta masculinidad tóxica. A pesar de su dura fachada, el personaje genera empatía en el desarrollo de la historia por su sufrimiento y sentimientos de culpa.

De los personajes «secundarios» se luce Erin Doherty, que comparte protagonismo con Owen Cooper en el episodio 3 representando a la psicóloga.  Doherty no solo desarrolla una interpretación impecable que logra con gran naturalidad una inmensa gama de emociones (disimuladas bajo la fachada profesional) si no que ayuda a que el joven actor protagonista logre una interpretación sobresaliente sin tener experiencia actoral. Sin duda, el joven actor de 14 años (al grabar la serie) ha sido la gran revelación presentando a un personaje lleno de matices: vulnerable, inteligente, manipulador o agresivo, según sea el momento de la historia.

A partir del próximo párrafo analizaré con spoilers. 

Adolescencia": De qué trata la serie de Netflix y por qué es considerada una de las mejores de la historia

Análisis de los capítulos de la serie

El desarrollo de la serie con solo cuatro capítulos es un inmenso acierto, pues podemos contemplar todas las aristas del hecho con las causas y consecuencias que conlleva.  El plano secuencia nos invita a sumergirnos en cada realidad: desde el operativo de captura hasta la dinámica del colegio y tiene el encanto de simular una experiencia inmersiva cercana a los videojuegos o al simple juego del voyeur, que puede ver sin ser visto.

El capítulo 1 presenta las reglas del juego con el uso del plano secuencia y un inicio desconcertante en el que asistimos a un enorme operativo de la policía que parece querer atrapar a un terrorista internacional pero que, sorprendentemente, va detrás de un joven de 13 años que, asustado y llorando, ve como lo detienen usando una alta dosis de violencia, ante la perplejidad y la preocupación de toda su familia. La serie toma una apuesta arriesgada y es contar la historia desde el punto de vista del posible victimario para mostrar la complejidad de un hecho tan trágico que afecta todo su entorno cercano.

En este primer episodio vemos además las claves de la serie al dejar claro que no es la investigación del caso lo que importa (desde que vemos la agresión de Jamie ya es más o menos claro que él sí fue el perpetrador) si no las causas del acontecimiento y sus consecuencias para el futuro de los involucrados.  Es un capítulo que va decreciendo en intensidad y ritmo, pero escalando en lo emocional, particularmente en la escena en la que Jamie y su padre se quedan solos y éste le pregunta si tiene que ver que ver con el hecho del que lo acusan.

El segundo capítulo es el más virtuoso desde lo técnico y sin duda el más difícil de realizar pues, a la dificultad de mover la cámara por todo el colegio, se suman los retos coreográficos y actorales para lograr que muchos actores y extras puedan mantener la secuencia fluida y sin errores.  Este es, además, el capítulo más terrorífico para los padres, pues representa muchos de los problemas que aquejan hoy a la juventud: el matoneo, la discriminación, el irrespeto hacia los adultos y la falta de disciplina de una generación que vive bajo las reglas de un entorno digital y en donde el protagonista es realmente el celular, que opera como un portal hacia un mundo codificado para ellos y oculto para los padres. La molestia de los adultos es tan evidente que hacen varias referencias al olor insoportable de aquel lugar.

La escena cumbre del capítulo se da cuando el hijo del detective le dice a su padre que lamenta verlo tan perdido frente al caso y le devela lo que realmente se mueve detrás del crimen: cyberbullying, sexting y masculinidad tóxica, entre otros graves problemas, todos ellos derivados de la presión social a la que se enfrentan los adolescentes hoy.

Adolescencia', la nueva serie de Netflix, no da pausa en el caos - The New York Times

El tercer capítulo tiene una enorme intensidad emocional derivada de la concentración de la acción en, prácticamente, una sola locación. El cuarto en donde Jamie habla con la psicóloga se presenta como una metáfora de su mente y es una revelación impactante para la terapeuta y para los espectadores.  Durante el capítulo, la psicóloga transita de la calma profesional al miedo y el repudio, que debe disimular mientras se enfrenta al horror del caso y al comportamiento de su paciente. Jamie, por su parte, pasa de la tranquilidad a la empatía y de allí a ataques de ira y juegos mentales para terminar totalmente vulnerable frente a las consecuencias de lo que hizo, aunque sin mostrar arrepentimiento. En sus ataques de ira reconocemos a un papá colérico, en sus momentos de miedo a un niño perdido y en sus juegos de poder a un joven ansioso de demostrar su masculinidad.

Jamie no demuestra remordimiento por sus actos, le causan gracia los ataques de ira de su padre y rechaza la acción de su compañero de compartir las fotos de la víctima solo porque así cerró la puerta para que le enviaran otras. Su moralidad es relativa y aquí tiene sentido el interrogatorio del capítulo 1 en que los detectives indagaban por la conciencia de sus actos.  La parte más diciente del episodio es el final, cuando Jamie pregunta a la psicóloga si le cae bien, como un manifiesto de una generación que busca encajar y obtener un likes. El capítulo completo es como una gran obra de teatro llena de subtextos y luchas de poder pero, a pesar de su intensidad, el plano secuencia impide un mayor ritmo en su narrativa.

La serie termina con un episodio que concluye y, al mismo tiempo, deja abierta la historia.  Este cierre dejó a muchos desconcertados, esperando más, pero considero que es perfecto para las mismas claves narrativas que la serie ha planteado: hemos asistido al desarrollo de solo cuatro horas de una historia que tendrá una evolución de muchos años  y cuyas consecuencias son incalculables.

El cierre, escenificado 13 meses después del crimen, el día del cumpleaños del padre, es detonado por un grafitti con la palabra «pedófilo» en su camioneta. El peso del crimen de Jamie, en el cual la familia no tiene responsabilidad directa, se ve representado en una acusación absurda, que quizás alude a la culpa del padre por los actos de su hijo, y que luego se convertirá en el centro de una discusión con su esposa por lo que pudieron o no hacer ante esta terrible situación. Es un capítulo introspectivo en el que, contrario a cómo siempre se hace, nos presentan a los personajes, dándonos un vistazo a su pasado y a las dudas sobre el manejo de la situación.  El amor y la unidad de la familia, quebrantados para siempre por la tragedia, abre la pregunta por el futuro: el de la pareja, el de su hija y el de un hijo que ahora se reconoce como asesino y al que tendrán que aprender a mirar de nuevo a los ojos.

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