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En 2015, el primer ministro Justin Trudeau nombró un gabinete paritario: 50% hombres, 50% mujeres. En agosto de 2018, el presidente Iván Duque hizo lo mismo. Cuando se le preguntó por qué lo había hecho, el primer ministro Trudeau simplemente respondió «porque estamos en 2015«.

Estas decisiones enviaron un mensaje claro sobre dónde queremos estar en términos de igualdad de género. Sin embargo, sabemos que todavía hay un largo camino por recorrer. Según la Unión Interparlamentaria, en 2018 solo el 19.7% de las personas elegidas al Congreso de Colombia fueron mujeres. A su vez, en las elecciones federales de Canadá en 2011, 76 mujeres fueron elegidas, es decir el 25.30%. En este ranking de la participación política de las mujeres, Canadá ocupa el puesto 50, mientras que Colombia ocupa el puesto 74. Es aún bastante lo que nos falta por hacer.

En ese sentido, el Día Internacional de la Mujer nos ofrece la oportunidad de celebrar los logros alcanzados y también reflexionar críticamente sobre algunos de los desafíos que enfrentan las mujeres y niñas. Tenemos que cuestionarnos, retar estereotipos y prácticas que frenan el avance de los derechos humanos de mujeres y niñas, entender que todos y todas tenemos la responsabilidad por construir un mundo más justo e igualitario.

Como señalaba, avanzar hacia la paridad real y efectiva es uno de ellos.  No sólo es importante el aumento de la participación política de las mujeres mediante el voto (en Colombia el 51.7% de votantes en las elecciones al Congreso en 2018 fueron mujeres), sino también su postulación y elección en cargos de elección popular en los distintos niveles de gobierno. Igualdad en participación y representación es clave para que las políticas públicas y las leyes consideren las necesidades y realidades propias de las mujeres.

La tolerancia cero de la sociedad en su conjunto hacia las violencias basadas en género es otra reflexión necesaria en esta conmemoración. La mayoría de las víctimas de violencia sexual en Colombia son niñas menores de 14 años. Cada día del 2018, 64 menores de edad fueron abusadas y abusados. Esto es absolutamente inaceptable. Necesitamos transformaciones muy profundas para luchar contra este flagelo. Ante las denuncias de abusos, acosos y violencias debemos prestar oídos abiertos y a las víctimas brindarles todo nuestro apoyo y soporte. Nunca juzgarles. Tal y como lo han dicho valientes activistas y defensoras de los derechos de las mujeres como Jineth Bedoya: “No es hora de callar”. Nada ni nadie puede justificar ninguna forma de violencia contra niñas y mujeres.

El mercado del trabajo no está exento a esta reflexión. La brecha salarial de género persiste y resulta impresentable que por realizar un mismo trabajo, hombres reciban más ingresos que las mujeres y que ellas continúen siendo víctimas de discriminación por su condición de mujeres. Según el Dane, en Colombia la brecha de género en la participación laboral aumentó en enero de 2019 hasta los 7,1 puntos porcentuales, es decir que mientras que los hombres desocupados llegan al 9,8%, las mujeres al 16,9%.

Ante este panorama, en 2017 Canadá lanzó su Política Feminista de Asistencia Internacional que busca promover el empoderamiento económico, social y político de niñas y mujeres. Lo anterior implica que toda acción de Canadá tiene un lente feminista.

Por eso, nuestro proyecto Valiente, implementado con Profamilia, busca prevenir las violencias basadas en género y el embarazo temprano mediante el empoderamiento de niñas y mujeres para que conozcan, ejerzan y exijan sus derechos y su salud sexual y reproductiva.

 O nuestro proyecto con Abogados sin Fronteras que fortalece la capacidad de abogados para representar a personas vulnerables ante tribunales de justicia ordinarios y mecanismos de justicia transicional y busca aumentar la capacidad del Estado colombiano para implementar un sistema de justicia local que sea accesible y favorable a la protección de los derechos humanos de las personas vulnerables, en particular las mujeres y las niñas.

O nuestro proyecto Empleos para Construir Futuro, implementado con Cuso International, que identifica las principales barreras de acceso y permanencia que las mujeres enfrentan en el mercado laboral y busca generar oportunidades laborales y así contribuir con el cierre de la brecha de género.

Estos son tan solo unos de ejemplos de cómo nuestra política feminista se implementa en la realidad y se adapta en contextos particulares como el colombiano.

Visibilizar y destacar el trabajo que valiosas mujeres hacen es otro camino importante por recorrer. Es lo que buscamos con el Premio Líderes de Derechos Humanos#RostrosPorLaIgualdad, una estrategia regional de Canadá en 11 países de América Latina y el Caribe, incluido Colombia, que reconoce el trabajo que organizaciones y personas realizan por la igualdad de género y por el avance de los derechos de las mujeres.

Este año, reconocemos el trabajo realizado por la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres por su trabajo contra la discriminación y su defensa a los derechos de las mujeres, en particular el aborto; a Charo Mina Rojas por su trabajo con el Proceso de Comunidades Negras en Colombia (PCN) en defensa del derecho a la libre determinación y los derechos colectivos del pueblo y las mujeres negras; y a Las Igualadas por su labor al enfrentar los discursos de odio y la desinformación en temas de género.

El Día de la Mujer es una ocasión para reconocer y destacar el trabajo que en distintos frentes realizan las mujeres, pero también para evaluar y evidenciar aquellos caminos en lo que aún es mucho lo que nos resta por andar. Un camino que juntos debemos recorrer y avanzar.

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