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El pasado 4 de abril se conmemoró una nueva versión del Día Internacional de Sensibilización contra las Minas Antipersonal, ocasión para celebrar los avances de Colombia y no perder de vista los desafíos que aún se enfrentan.

Con ocasión de Día Internacional de Sensibilización contra las Minas Antipersonal tuve la ocasión junto con otros embajadores, de acompañar al Presidente Iván Duque en los actos que se llevaron a cabo en Icononzo, Tolima. El Presidente declaró como territorio libre de sospecha de minas 75 municipios y dos departamentos del país. En abril de 2018 tuve la oportunidad de acompañar al entonces presidente Santos cuando declaró a 37 municipios libres de minas en un acto en el departamento de Guainía. En ese entonces eran 225 municipios libres de minas, los cuales hoy ya llegan a 346 de los 693 municipios que reportaron la presencia de dispositivos explosivos.

En definitiva, y sin duda alguna, la erradicación del riesgo de minas en los campos colombianos es un gran logro, y la capacidad de su sector militar para desminado humanitario incluso fue recientemente reconocida por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) que certificó el Centro Internacional de Desminado de Colombia (Cides).

El interés de Canadá para hacer realidad un planeta libre de minas viene de tiempo atrás y se materializó en el año 1997 con la Convención de Ottawa, que prohibió la fabricación y uso de las minas antipersonal y de otros artefactos no convencionales. Desde la ratificación  de la convención en el año 2000, Colombia ha cumplido al destruir sus arsenales militares, eliminar el uso de minas y  disponer de una institucionalidad para avanzar con las tareas de desminado. El compromiso de Canadá se mantiene, en tanto hemos venido y continuaremos apoyando los esfuerzos de desminado civil humanitario, a través de nuestro proyecto que recién finalizó con la OEA-AICMA para fortalecer las capacidades de desminado humanitario del estado colombiano y el programa de 5 años con The Halo Trust con una contribución de 12 millones de dólares canadienses.

Los desafíos, sin embargo, persisten. Si bien la firma del acuerdo de paz en diciembre de 2016 ha provocado una reducción significativa de las víctimas (que según cifras oficiales son más de 11,000 desde 1990), los accidentes relacionados con las minas aumentaron significativamente en el periodo  2017-2018, como se observa el gráfico del CICR. Es preocupante que algunos grupos armados aún utilizan minas para proteger sus intereses ilegales, confinando y sembrando el terror en las comunidades.  En lo que va del año 2019 se han presentado 24 víctimas. Nada ni nadie puede justificar el uso de minas antipersonal, cuyas víctimas principales son civiles.

También es fundamental continuar reconociendo los aportes que organizaciones de la sociedad civil adelantan por las víctimas y sobrevivientes de minas antipersonal. Esto es lo que hemos intentado con la Embajada de Bélgica, la Campaña Colombiana Contra Minas y Reconciliación Colombia, con el Premio caMINA, un reconocimiento a aquellas organizaciones que trabajan por defender y empoderar a las víctimas de minas antipersonal en Colombia. La organización galardonada con el Premio en 2018 fue la Asociación de Sobrevivientes Víctimas de Minas Antipersonal y Artefactos sin Explotar (Asovivir) de Norte de Santander. Las historias de vida, resiliencia y superación de víctimas y sobrevivientes son una lección en sí misma. Mileyni Ramirez, representante legal de Asovivir, nos contaba que en 2014 perdió su pierna por un accidente con minas y desde entonces ha seguido con pasos decisivos, no sólo liderando Asovivir, sino adelantando sus estudios universitarios y la crianza de sus hijos. “Soy la única mujer y la más chica, representando a un batallón de hombres”, compartía con orgullo.

Sensibilizarnos contra las minas es valorar los avances y no dar marcha atrás en los esfuerzos que Colombia ha venido adelantando en materia de desminado. Es evaluar y enfrentar los desafíos que persisten. Es fortalecer la asistencia a víctimas y sobrevivientes y la educación en el riesgo de minas. Es reconocer y  celebrar las historias de aquellos quienes han caído y se han levantado, trabajando por la rehabilitación e inclusión social y económica de otras víctimas y sobrevivientes.

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